miércoles, 30 de abril de 2014

Diálogo de provincias / 40º Feria del Libro de Buenos Aires




Tres escritores, a fondo con la literatura, con o sin tonada

POR BARBARA ALVAREZ PLA

Los cordobeses Luciano Lamberti y Eugenia Almeida y el sanjuanino Rogelio Ramos Signes hablaron de la literatura, la vida y el color local en el  “Diálogo de provincias”.
               

¿Existe la tonada en la escritura? Seguramente sí: la tonada como valor afectivo, como expresión de lo que un escritor es en este mundo. En un tiempo y un espacio que irremediablemente marcan su literatura. La tonada sería entonces el ritmo con el que se escribe. Con esa pregunta, y algunas reflexiones sobre los mitos impresos en el imaginario colectivo, con los que necesariamente la literatura tiene que vérselas, se hizo, en la Feria del Libro, el segundo encuentro del ciclo “Diálogo de Provincias”, que por segundo año pone a charlar en una mesa a escritores llegados de diferentes puntos del país. En esta ocasión, y bajo el título “Nuevos imaginarios, viejas mitologías”, les tocó el turno a los cordobeses Luciano Lamberti y Eugenia Almeida y al sanjuanino Rogelio Ramos Signes, coordinados por la jujeña María Eduarda Mirande.

La coordinadora afinó la charla y se acercó a los posibles mitos que, en su opinión, han dado origen a la literatura argentina: desde la relación entre civilización y barbarie o las historias de migraciones –que hablan de pérdida de identidad y búsqueda de una nueva-- hasta los discursos cuasi mesiánicos del peronismo y claro, la dictadura como otra de las huellas imborrables.

“Mi generación llegó al tema de la dictadura cuando ya estaba agotado. Una novela más sobre la dictadura sería insoportable”, dijo Luciano Lamberti, que nació en 1978 y escribió los libros de cuentos “Sueños de siesta” o “El asesino de chanchos”. Y quiso añadir una reflexión más sobre la pregunta lanzada al inicio de la charla: “¿Tonada? Un escritor debe preocuparse de contar una historia, no de ponerle sabor local”.

Le tocó el turno entonces a Rogelio Ramos Signes (1950), autor del poemario “La casa del te” y “El décimo verso”, entre otras obras, quien señaló que “los mitos son como los libros de consulta de las bibliotecas, uno va a por ellos solo cuando los necesita. Si partimos de que todo texto es un palimpsesto, los mitos están incluidos sin remedio en todo lo que escribimos”. “En cuanto a la tonada”, señaló, “trato siempre de que no aparezca”.

Llegó después el turno de ponerse filosóficos y la coordinadora de la charla preguntó a los escritores de dónde pensaban ellos que venía la necesidad de ficción. ¿Por qué se lee ficción? ¿Por qué escriben ficción? “Todos necesitamos ficción, desde el momento que de chicos pedimos que nos lean un cuento,  y creo que terminamos escribiendo la historia que nos gustaría que nos hubieran contado”, reflexionó Ramos Signes. Y la charla volvió a la orilla de los imaginarios, los viejos, los nuevos, ¿Hay diferencia? Mirande opinó que los imaginarios actuales se caracterizan por no tener de fondo las utopías, sino las distopías, con otros espacios y otro tipo de apuesta a los lectores, que ya no confían en los finales bien cerrados, que ya no necesitan que una historia termine bien o dé esperanza. Que cambió el concepto de lo que es normal. Y Almeida –nacida en 1972 y autora de las novelas “El colectivo” y “La pieza del fondo”--, completó: “En mi forma de ver el mundo no existe la llamada 'vida normal', solo hay una estadística de la mayoría que se toma como normal”.

Literatura y vida, fue la consigna planteada a modo de cierre la charla. ¿Se relacionan? ¿Se cuentan? ¿Se combinan?  Sin esperar un minuto tomó el micrófono Luciano Lamberti: “Literatura y vida son términos antagónicos”, sentenció. Y lo contradijo Almeida: “Para mí no es así. Pienso que la literatura es una de las cosas más hermosas de la vida”.






martes, 29 de abril de 2014

Damián Huergo / Página 12: comentario sobre "La pieza del fondo"

 




Simple pero de fondo


En su segunda novela, después de la premiada El colectivo, Eugenia Almeida enfrenta el desafío de narrar la vida de unos personajes simples, a través de una prosa donde la sencillez se reviste de sensibilidad.

Por Damian Huergo                       


Desde el comienzo, el personaje principal lo es por sus silencios más que por sus palabras, por su quietud más que por su movimiento, por su ausencia más que por su presencia. Quizá, sólo quizá, sea exagerado darle el papel protagónico de La pieza del fondo a este antipersonaje; pero lo cierto es que la segunda novela de Eugenia Almeida, después de su festejado debut –por la crítica local e internacional– El colectivo, lo tiene como motor de la historia o, mejor dicho, como raíz de las múltiples historias que van a arborizar alrededor suyo. El tipo en cuestión es un hombre viejo que –como tantos– está en situación de calle. Durante las tardes se sienta en un banco de plaza, en silencio, como si fuese una planta más del paisaje urbano. Para los transeúntes lo es; menos para Sofía, la moza del bar frente a la plaza. Cuando puede, a escondidas del dueño, le lleva algo de comida y se sienta a su lado. Ella le habla y él escucha, sin decir una sola palabra. Pero un día el banco está vacío. Y esa ausencia, ese agujero en el mundo de Sofía, es el hilo que Almeida tira y recorre para desenrollar el ovillo de La pieza del fondo.

La búsqueda del viejo es la excusa para que la novela empiece a rodar. Primero es trasladado a una comisaría, luego a un hospital psiquiátrico. Sin embargo, en la estrategia narrativa de Almeida los senderos no son lineales, se bifurcan. La sola presencia del viejo despierta de la modorra rutinaria a los trabajadores de ambas instituciones. Como si fuese un ritual ancestral, cada personaje que lo tiene cerca narra una historia, su historia. Para ello sólo hay un motivo: tienen quien los escuche.

En esta novela, Almeida se anima a tocar el hueso de la literatura: indaga sobre cómo contar historias y, sobre todo, pregunta de un modo sutil, invisible, si tienen razón de ser sin alguien que las escuche (o las lea). Almeida no da respuestas directas. Como Angela Pradelli en Turdera y en Combi, opta por armar una novela coral y circular donde cada personaje ensaya un modo de narrar doméstico, cotidiano. Por ejemplo el Dr. Resquén utiliza la leyenda para interpelar al auditorio en las conferencias; Sofía apela a los recuerdos de la infancia; Horacio, el enfermero, al drama pasional para contar la tragedia de Don Carlos; Miriam reconstruye y complementa chismes; y el policía Frías se vale de cierto costumbrismo para narrar su pasado.

A diferencia de cierta narrativa contemporánea que cree que un buen libro sólo se sostiene con personajes excéntricos, La pieza del fondo brilla al enfrentar la complejidad de construir personajes simples y profundos. Con pocos elementos, bien pulidos, Almeida logró una novela que les habla a las personas. Y a las personas –ella lo sabe– hay que hablarles como personas. Al igual que en El colectivo, utiliza frases cortas y precisas, para crear atmósferas íntimas cargadas de imágenes poéticas y familiares. Su prosa es adictiva; funciona como una pócima que abre los sentidos –nos hace oler el perfume de las ciruelas, tocar las arrugas de la piel, escuchar el silencio entre las palabras– y, como si fuésemos el hombre viejo, nos persuade para que nos quedemos a su lado a escucharla, hasta el final.
 

viernes, 25 de abril de 2014

Diálogo de provincias / 40º Feria del Libro de Buenos Aires





Embajada cordobesa

Por Emanuel Rodríguez

Eugenia Almeida, Luciano Lamberti, Federico Falco y Perla Suez serán los representantes cordobeses en el ciclo Diálogo de provincias. Lecturas con tonada, una serie de encuentros que reunirá en la Feria del Libro de Buenos Aires a escritores del interior del país, con el objetivo de conversar sobre las tradiciones, presente y futuro de la literatura que se escribe fuera de los límites de la metrópoli capitalina. Almeida, autora de El colectivo y La pieza del fondo y una de las escritoras argentinas con mayor proyección internacional (sus libros han sido publicados en cinco idiomas, y las dos novelas fueron muy bien recibidas por la crítica en Francia), estará en dos mesas, el miércoles 30 a las 18.30 junto a otro cordobés, Lamberti (autor de El asesino de chanchos y El loro que podía adivinar el futuro), y el mismo día un poco más tarde junto a Hernán Ronsino (Chivilcoy) y Orlando van Bredam (Formosa). 

Perla Suez, autora de La trilogía de Entre Ríos y Humo rojo, entre otras, abrirá la sección el martes 29 a las 20.30 junto a Selva Almada (Entre Ríos), Liliana Bodoc (Mendoza) y Leonor Fleming (Salta). También leerá en vivo el jueves 1° de mayo a las 16.30. Por último, Falco cerrará la sección el viernes 2 a las 18.30 en una mesa sobre “La trama íntima de los libros: la circulación por el país y por el mundo”. 

“Siempre se puede discutir esa división tan particular entre ‘porteños’ y ‘provincianos’ y todos los desequilibrios que se estructuran en torno a eso”, opina Eugenia Almeida. “Se puede discutir y hay que hacerlo. Mientras tanto, celebro y apoyo todos aquellos espacios que buscan el intercambio (que ‘los de allí’ se mezclen con ‘los de aquí’ y viceversa) y la heterogeneidad. Sé que el equipo de la Feria pensó mucho cuál era el mejor modo de invitar a los escritores del interior sin etiquetarlos en ese mismo acto. Según leí en una entrevista, la directora de la Feria dijo que uno de los objetivos de este ciclo era que algunos escritores que viven fuera de Buenos Aires y escriben en sus lugares puedan conocerse. Creo que en eso, las expectativas ya están cumplidas”. 

“Diálogo de provincias” es la sección más federal de la Feria, o por lo menos la programación de actividades que más enfoca la producción literaria en las 24 provincias argentinas. En el programa original de la Feria, se incluía además una sección “Córdoba vibra”, dentro del espacio alternativo Zona Futuro, que fue descartado más tarde. 

En los stands
La provincia tiene tres stands que la representan en los más de 45 mil metros cuadrados de superficie de la Feria. La Agencia Córdoba Cultura lleva, como siempre, su selección de libros editados en Córdoba, en un espacio que incluye a casi todos los sellos que funcionan actualmente en territorio cordobés. El stand oficial de la provincia está en el Pabellón Ocre y ofrece también libros de edición financiada por el Estado, como la colección del Bicentenario. 

Varios autores cordobeses que publicaron recientemente en El Emporio Ediciones pasarán por allí a firmar ejemplares: mañana desde las 14.30, por ejemplo, estarán Reyna Carranza, Fernanda Pérez, Silvina Ruffo, Marcelo Arbillaga, Carola Ferrari, Ana Moglia, Roberto Lapid y Mirta Fachini. Esta última autora, además, presentará su novela Herencia Negada (El Emporio Ediciones) el 5 de mayo a las 14.30 en la sala Adolfo Bioy Casares.

Además, la Universidad Católica dispone de un stand para su sello propio, Educc. En el Pabellón Amarillo, la editorial expone sus libros de arte, arquitectura y diseño; ciencias exactas, ciencias sociales, derecho, religión y filosofía. 

El tercer stand cordobés es el de Editorial Comunicarte, que expone en el Pabellón Amarillo su vasta colección de libros infantiles, juveniles, y textos escolares. María Teresa Andruetto firmará ejemplares en ese stand el lunes 28 a las 16. La cordobesa también firmará libros en el stand de Penguin Random House ese mismo día a las 18. 

Los sellos de la UNC y Eduvim (de la Universidad Nacional de Villa María) exponen sus libros en el stand de la Librería Universitaria Argentina, también en el Pabellón Amarillo. 










Los muchos que no viven / Alberto Vanasco





Alguien se refirió a esta novela diciendo que está protagonizada por los “jóvenes viejos”. La denominación es exacta. Aquí se presentan vidas que transcurren entre la abulia y la opresión.
Hay un tren que va y vuelve de Banfield, la inminencia de un desalojo, una mujer que nunca es nombrada, un hijo abandonado, el paso de un trabajo a otro, la fatalidad, la omnipresencia de la ciudad, la alienación de los que corren todo el día para alimentar la maquinaria absurda del capitalismo.
El protagonista trabaja como escribiente en un Juzgado. El relato de la vida interna de Tribunales es extraordinario y puede ayudar a entender mejor los conflictos gremiales que hay actualmente en el Poder Judicial de nuestra provincia.
Emilio lucha por no acostumbrarse (algo que sólo parece requerir resignación y tiempo) y en esa lucha monta escenas que le permiten conservar su indignación. Harto del ambiente de Tribunales, comienza a trabajar como profesor particular y luego como remisero.
Toda la historia trae ecos de “El Proceso” de Kafka: espacios agobiantes donde los personajes se mueven como si estuvieran perdidos, como si no hubiera salida o como si todo fuera lo mismo; escenas en las que los transeúntes se convierten en un público que sigue con interés lo que sucede. También están aquí lo grotesco, lo absurdo, lo ridículo y la espantosa contundencia de lo tragicómico.
Los horrores cotidianos son naturalizados por la repetición. Y todo el tiempo, la novela se perfila como una radiografía brumosa y dolida de una época.


Alberto Vanasco nació en Buenos Aires en 1925. Publicó su primera novela a los 17 años, ayudado económicamente por su tía. Novelista, cuentista, poeta y dramaturgo, dirigió junto a Paco Urondo la revista Zona.


Eugenia Almeida

Publicado en Ciudad X
Octubre 2013


jueves, 24 de abril de 2014

APERTURA DE LA 40ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES - Silvina Friera - Página/12




ARRANCA HOY LA 40ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE BUENOS AIRES

Un artefacto cultural para tender puentes a la lectura
En el mayor encuentro del mundo editorial de la Argentina estarán Quino, Paul Auster, J. M. Coetzee y Arturo Pérez-Reverte, entre otros. La novedad son los encuentros de narradores y poetas de todo el país llamados Diálogo de provincias. Lecturas con tonadas.


Por Silvina Friera

Cumplir cuatro décadas no implica más de lo mismo. La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que será inaugurada hoy por Quino, celebra un aniversario redondo a todo trapo con San Pablo como ciudad invitada. “Una vida toca otra vida, que a su vez toca otra, y enseguida los eslabones se convierten en innumerables, imposibles de calcular.” Esta frase de La habitación cerrada, de Paul Auster, que regresará a la Rural tras doce años de su primera visita para dialogar con el sudafricano J. M. Coetzee, Premio Nobel de Literatura –el próximo domingo 27–, en lo que será sin duda uno de los platos fuertes de esta edición que se extenderá hasta el 12 de mayo, podría condensar lo que viene sucediendo hace cuarenta años entre los lectores, los libros, los escritores y los expositores. Son tantas vidas tocadas en una vasta cadena sujeta a constantes oscilaciones que a veces se pierde de vista que este potente “artefacto cultural” fue calibrando y afinando sus piezas, mejorando los puentes construidos y los que vendrán.

Está por comenzar el “Capítulo 40”, con una programación que incluye más de 1500 actos culturales. Vendrán Rodrigo Fresán, Almudena Grandes, Arturo Pérez-Reverte, Leonardo Padura y Pedro Lemebel, por mencionar apenas un puñado de los escritores. San Pablo, la segunda ciudad invitada luego de Amsterdam, copará el pabellón Amarillo de la Rural con sus “saraos” (saraus en portugués), especie de peñas poéticas que nacieron en los barrios periféricos o favelas paulistanas donde prevalecen la poesía, la música y la danza; y con muchos escritores y artistas como Arnaldo Antunes, Férrez, Andréa del Fuego, Marçal Aquino, Marcelino Freire y Ricardo Lísias. En el Diálogo de Escritores Latinoamericanos –que se realizará del 3 al 6 de mayo– participarán Mario Bellatin (México), Diamela Eltit (Chile), Rodrigo Rey Rosa (Guatemala), Eduardo Lalo (Puerto Rico), Iván Thays (Perú) y Edmundo Paz Soldán (Bolivia), entre otros.


El mapa literario

La novedad de esta Feria es Diálogo de provincias. Lecturas con tonadas, una serie de encuentros entre narradores y poetas de todo el país que será inaugurado el martes 29 por Liliana Bodoc (Mendoza), Perla Suez (Córdoba) y Selva Almada (Entre Ríos) y que convocará a Eugenia Almeida (Córdoba), Luciano Lamberti (Córdoba), Orlando Van Bredam (Formosa), Mario Ortiz (Bahía Blanca), Fabián Soberón (Tucumán), Alejandra Araya (San Juan) y Mariano Quirós (Chaco), entre otros. Van Bredam dice a Página/12 que le parece “excelente” esta propuesta. “Es importante admitir que la literatura argentina abarca también lo que se escribe y se publica en las provincias. La palabra de la democracia debe ser necesariamente federal”, pondera el escritor. Van Bredam presentará en la Feria su nueva novela, Mientras el mundo se achica, inspirada en la historia de Jorge González, El Gigante (1966-2010), el jugador más alto en la historia del básquet argentino. Desde Tucumán, Soberón plantea que este diálogo es “una forma de poner en discusión qué se entiende por literatura argentina”. “Existen novelas y cuentos que tienen menos prensa y que superan en calidad creativa a los que, a veces, circulan por los medios de más peso. Esta iniciativa contribuye a hacer más visible ciertas obras ocultas –precisa el autor de los relatos Vidas breves y la novela La conferencia de Einstein, entre otros títulos–. De cualquier manera, creo que la novela de un autor de ‘provincia’ no tiene una marca o un sello como tenían los esclavos o los caballos. Es una novela a secas. El diálogo ‘entre provincias’ no mejora ni empeora la obra. El origen mexicano o chileno no cambia la calidad o la pobreza de una novela. La literatura no tiene nada que ver con la geografía.”

Mariano Quirós (Resistencia, 1979) cuenta que “lo mejor es tener la posibilidad de conocer autores que por cuestiones de circulación y difusión, entre otros asuntos, no tienen la proyección que merecen”. El autor de Tanto correr, novela que narra de distintas perspectivas la matanza de 25 presos políticos en Margarita Belén en plena dictadura cívico-militar, dice que tiene la “suerte” de conocer y leer a Van Bredam, Miguel Molfino y Germán Parmetler. “Pienso en los lectores que no han tenido mi suerte, y pienso después en mi probable mala suerte: seguro hay otros muchísimos escritores y escritoras argentinos, del interior digamos, que yo mismo como lector me estoy perdiendo. Un diálogo de este tipo, entre ‘autores de provincia’ –con sus lirismos, fraseos, historias y miserias particulares–, es más que auspicioso.” La sanjuanina Alejandra Araya, autora de la novela para jóvenes Examen final, espera que este intercambio “se repita año a año”. “Es necesario generar espacios para que los escritores nos encontremos con los lectores y compartamos experiencias que enriquecen nuestra literatura.” Al poeta bahiense Mario Ortiz le parece una oportunidad para repensar el mapa literario y del mercado editorial en la Argentina. “Existe una imagen convencional, una topografía organizada con un centro en Buenos Aires y una periferia en el resto del país, pero creo que eso está cambiando aceleradamente al ritmo de las innovaciones tecnológicas en los medios de comunicación, las redes de circulación de material, los festivales de literatura y poesía que se realizan en diversas ciudades del país, algunos con una larga tradición bien consolidada, como el de Rosario –recuerda el autor de Cuadernos de lengua y literatura–. En el ámbito específico de la poesía, diría que aquella imagen arborescente eje-periferia está virando hacia otra rizomática. Por poner un par de ejemplos: un poeta de Mar del Plata publica en una editorial de Santa Fe; uno de Entre Ríos lo hace en una editorial de Bahía Blanca.”


La batalla cultural

Cuesta mucho que las voces y los libros de los escritores del país transiten no sólo por Buenos Aires, sino por todo el territorio. “La mayor dificultad se debe a la carencia de distribuidores que hay en las provincias, gente que se ocupe de instalar el libro en todas partes –advierte Van Bredam–. Sin embargo, ya hay muchos editores dispuestos a publicar a los autores de su región y generar un mercado utilizando los recursos disponibles. Internet y sus redes favorecen mucho la difusión y venta de libros.” Ortiz subraya que la salida de la convertibilidad favoreció el crecimiento de la industria editorial argentina. “Hubo una asombrosa proliferación de sellos con un catálogo de alta calidad que no se correspondió con la distribución. Aquí juegan los márgenes de ganancia y posiblemente la miopía de algunos libreros sólo atentos a los libros de venta masiva. Pero por un juego de compensaciones, las diversas ferias de libros y festivales de poesía se convierten en ámbitos privilegiados de circulación de material. En la actualidad hay tantas editoriales de poesía que comienza a verificarse un fenómeno inédito: el surgimiento de algunas librerías específicamente dedicadas al género, como la de Nurit Kasztelan en Buenos Aires o el Espacio Malisia en La Plata.”

A Quirós le gusta agitar el avispero del meollo de la circulación. “Como suele decirse, hay una batalla cultural que, entre otras cosas, nos plantea cuán colonizados o cuán descolonizados estamos. En particular, soy incapaz de encontrarle la vuelta a esta batalla –confiesa–. Me gusta mucho la literatura norteamericana, hay franceses a quienes invitaría a salir, pero de todos modos es necesario plantear la batalla. Me lo planteo y no la resuelvo ni a palos. Aun así, me encanta la expresión batalla cultural: le da dinamismo, le pone pilas a una disputa que a muy pocos les importa. Esa batalla, además, implica un conflicto, y aunque a mí el conflicto no me guste, aunque prefiera las cosas ordenadas, en su lugar, estoy seguro de que en el conflicto se vive mejor. Es el conflicto, al fin y al cabo, lo que nos pone en circulación.”

Soberón señala que hay diferentes razones geopolíticas. “Que el país sea unitario y que tenga un centro en Buenos Aires es una cuestión que se instauró en el siglo XIX por causas económicas y políticas. La literatura es un apéndice en esta discusión. La forma de mejorar la circulación y la distribución es hacer encuentros, foros, charlas, mesas, paneles, entrevistas como ésta para dar a conocer al público que está más allá del pequeño círculo de los escritores. En este sentido, es un problema político de la crítica literaria y del periodismo cultural. Necesitamos una crítica que no repita el canon dogmático, sino que sea abierta y que parta de otros supuestos. El problema es político en un sentido profundo. Por tanto, es una cuestión de Estado, es un problema de la sociedad.” Araya pone el foco en el centralismo. “Hay un refrán que decimos en San Juan: ‘Dios está en todos lados, pero atiende en Buenos Aires’.” La narradora sanjuanina enumera otras cuestiones: “La ausencia del Estado en políticas que incentiven a los escritores y promuevan su producción literaria, el poco interés de particulares –empresas y organizaciones intermedias– en crear junto con los escritores espacios donde circulen las obras, se lea, se debata, donde participen lectores de todas las edades y estratos sociales; el vacío de la prensa en el tema literatura y escritores argentinos contemporáneos de todo el país.” “No me victimizo, sé que ser escritora es un desafío constante –aclara–. Acepto lo que no se puede cambiar y lucho por lo que sí se puede transformar.”


La tonada de los otros

“Los textos que escribo están atravesados por la respiración y la oralidad, no tanto en el sentido de reproducir la escansión o los modos de la lengua coloquial, sino porque ese texto debe resistir la prueba de la puesta en voz: debo poder decirlo, hablarlo, comentarlo, ‘actuarlo’, ponerlo en acto”, explica Ortiz. “Si decimos ‘diálogo de provincias’ y mencionamos la palabra tonada, se sugiere el hecho de que yo reconozca una tonada en mi dicción, así como la reconozco en un cordobés o un mendocino. Pero eso es lo que precisamente no puedo determinar. Es algo ya reconocido por los lingüistas hace tiempo: cada hablante nativo no reconoce que su variedad tenga tonada; la tonada la tienen los otros”, agrega el poeta bahiense. “Soy sanjuanina y escribo desde mi valle, rodeado de montañas de colores intensos –dice Araya–. Montañas que son puertas vaivén para usarlas en libertad y sin imposiciones, que son una invitación a encontrarnos en el camino cotidiano de la literatura.”






martes, 22 de abril de 2014

Doce cuentos peregrinos / Gabriel García Márquez




Durante 18 años García Márquez anduvo trajinando con estos cuentos. El primer impulso llegó con un sueño. La decisión giraba en torno a “escribir sobre las cosas extrañas que les suceden a los latinoamericanos en Europa”. Por dos años el escritor tomó notas en un cuaderno de escuela que le prestaron sus hijos. Allí fue anotando sus ideas hasta llegar a tener 64 temas. Sin embargo, cuando empezó a desarrollarlos sintió cierto desánimo y decidió dejar en suspenso el proyecto. El cuaderno quedó sobre su escritorio y pasó meses allí. Tiempo después, García Márquez descubrió que el cuaderno ya no estaba. Hubo un instante de pánico y luego el deseo de reconstruir lo que se había perdido. Pudo rescatar 30 de aquellos 64 temas. De allí, sólo sobrevivieron 18 ideas que, otra vez, vegetaron en el limbo de los proyectos. 6 de ellas se convirtieron en notas de prensa, películas y series de televisión. Quedaron 12 relatos que fueron reescritos completamente luego de un viaje a Europa para volver a recorrer aquellas ciudades en las que transcurren las historias. Esos son los cuentos incluidos en este libro.


Un ex presidente derrocado, enfermo en un hospital de Ginebra; una princesa yoruba; un hombre que recorre Roma, dedicado por entero a que la iglesia católica reconozca la santidad de su hija; una mujer que se alquila para soñar; la desesperada insistencia con la que alguien repite “sólo vine a hablar por teléfono”; los terribles efectos del viento Tramontana; un sueño premonitorio que ha sido malinterpretado; un crimen en Sicilia; la encantadora sencillez de dos niños que siguen al pie de la letra las explicaciones del mundo; una pareja de recién casados que viaja en coche de Madrid a París y apenas entiende cómo construye su propia desgracia.


Eugenia Almeida

Publicado en Ciudad X





martes, 15 de abril de 2014

Váyase, Guzmán - Alan Sillitoe





“El pasado es un sótano (...) donde hay que entrar para poner una bala en la nuca del monarca que pueda estar reinando allí demasiado autocráticamente. Sólo hay que avanzar con lentitud y cautela, para estar seguro de matar al que se debe matar, porque cualquier error podría llevar a uno a poner una bala en su propia nuca.”

Parados al pie de ese sótano están los personajes de estos siete cuentos de Alan Sillitoe. Gente que se tambalea ante una brecha insalvable: la distancia entre lo que uno es, lo que esperaba ser, lo que se ha permitido. Hundidos en un presente agobiante y, sin embargo, incapaces de hacer un movimiento.

El derrumbe de un matrimonio; la carrera frenética de una gallina sin cabeza; atizadores que están a punto de ser usados para la violencia pero que finalmente son puestos en su lugar; un padre que muere dejando “una vida incumplida”; el riesgo que implica asomarse a las cosas muertas; los modos en que aceleramos o retardamos los efectos del tiempo; gente que en vano se dice a sí misma: “Ahora puedo contenerme hasta que llegue el momento; entonces saldré entero de este desierto y nunca más volveré.”

Alan Sillitoe (Inglaterra, 1928-2010) sacudió la literatura británica a mediados del siglo XX retratando la desilusión de los jóvenes de clase obrera en la Inglaterra de posguerra. La leyenda familiar dice que su primer cuento (protagonizado por sus primos) fue quemado por su madre, asustada por todo lo que el chico había revelado en ese relato. Nacido en un hogar pobre, Sillitoe dejó la escuela a los 14 años y comenzó a trabajar en una fábrica de bicicletas. Durante la Segunda Guerra Mundial fue telegrafista de la Fuerza Aérea en el actual territorio de Malasia. Su obra más conocida es “La soledad del corredor de fondo”.



Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
2014



domingo, 13 de abril de 2014

El perfume - Patrick Süskind






1738. Jean-Baptiste Grenouille nace en un mercado de víveres de París. Su madre lo deja entre la basura. El niño sentirá el estigma del abandono y crecerá arrinconado por un don incontrolable: la capacidad de percibir cada uno de los aromas del mundo. El olfato se vuelve un eje cognitivo que permite ordenar la existencia.

Un día descubrirá un perfume diferente que lo trastorna y cuya huella seguirá por la ciudad hasta llegar frente a una muchacha que limpia ciruelas amarillas. Allí comienza la tentación de poseer, de volverse dueño de aquello que lo conmueve. ¿Qué es lo que un asesino busca cuando mata? ¿Se trata sólo de aniquilar o hay algo allí que desea atrapar?

25 muertes: una red que Grenouille va tejiendo para crear algo extraordinario. Una historia con un final de una potencia desoladora, donde quien busca encontrará la desmesura que habita en el deseo. 

Todos hemos quedado alguna vez inmovilizados por un perfume. Atónitos. Detenidos. Animales que congelan su paso para percibir eso que no se entiende, que no puede explicarse, que es inexpresable. Patrick Süskind trabaja sobre un universo sutil y monstruoso: cada cosa, cada pequeño elemento, tiene un olor. El autor logra la proeza de hacer sentir los perfumes a través de las palabras.

Nacido en Alemania en 1949 y especializado en Historia Medieval y Moderna, Süskind publicó esta novela en 1985. El libro fue un éxito en todo el mundo. Poco tiempo después el escritor desapareció de la escena pública y en el ambiente literario empezaron a llamarlo “el fantasma”. Desde entonces se niega a dar entrevistas y, según se dice, su última foto conocida es de 1986.  


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
2014

viernes, 11 de abril de 2014

Journal Ventilo: comentario sobre la versión francesa de "El colectivo"




Eugenia Almeida – L’autobus (Métailié)

Un autobus passe dans un village du fin fond de l’Argentine sans s’arrêter… 

Sous son côté inoffensif, anecdotique, ce petit roman tisse une critique acerbe. Composé en grande partie de dialogues, il évolue dans un quasi huis clos autour de quelques personnages dont l’univers va se trouver perturbé par une anomalie, en l’occurrence ce bus qui ne s’arrête pas. 
A l’aide de phrases simples, de métaphores, de répétitions, l’auteur crée un univers qui n’est pas sans rappeler celui de Beckett, où le village baigne dans une bucolique mélancolie qui ne se réveille que par le passage de ce bus que le village entier vient voir passer. S’opère alors une transformation et une lente dégradation du quotidien, par petites touches, subtiles, comme sous l’action d’une dictature. Tout est évoqué avec détachement et pudeur, et à l’instar du nouveau cinéma argentin, ce roman pose un regard décalé sur l’histoire de l’Amérique latine. 
JB



jueves, 10 de abril de 2014

Groucho, una biografía - Stefan Kanfer





Julius, el gruñón

Nunca le gustó ese sobrenombre. En algún momento, alguien dijo que esos hermanos que comenzaban a tener éxito debían tener nombres que destacaran la característica más sobresaliente de cada uno. Con él fue muy sencillo. La palabra inglesa “grouch” lo describía a la perfección: un gruñón, un cascarrabias. A pesar de la incomodidad, Julius Marx aceptó. Quizás porque era mejor que seguir soportando el apodo que le había puesto su madre: “el celoso”.

Es imposible hablar de Groucho sin hablar de sus cuatro hermanos y de su familia. El germen de todo parece haber estado ahí, en cómo fueron asignados los roles cuando eran niños. 

Julius es el del medio. El que es obligado a dejar la escuela para ir a trabajar a una fábrica de pelucas. El que acepta el camino que dibuja su madre: dedicarse a las “variedades”. Va a recorrer pueblitos y ciudades cantando y bailando, haciendo números artísticos. El adolescente consigue los primeros trabajos y entonces llega algo que lo marcará para siempre: dos veces consecutivas sus compañeros de elenco huyen con la recaudación. Su madre decide que es mejor que no ande solo y consigue que un productor visite la casa y contrate a tres de los cinco hermanos. Y allí comienza la historia. Con el tiempo esa madre se convertiría en manager y sería quien más combatiría los chistes y humoradas que los hermanos hacían arriba del escenario. Estaban ahí para cantar, no para repetir las payasadas que hacían en casa. Pero Julius había notado que en cuanto empezaban con esas cosas el público se encendía. Y decidió abrir un espacio para lo que sería la esencia de su carrera: la improvisación.

Luego vendría el éxito. Broadway, el cine, la radio y la admiración pública de artistas como Chaplin, Antonin Artaud, Rubinstein, Gershwin, Dalí, Ionesco, J. B. Priestley, George Bernard Shaw y T. S. Eliot.

Groucho se había convertido en un hombre rico. Pero el temor a quedarse sin nada lo llevó a invertir en la Bolsa. Fue una mala época: la crisis del 29 barrió con todo. Después de esa experiencia el cómico nunca pudo abandonar el miedo a la precariedad, a la pobreza, a la vulnerabilidad. Siempre sintiéndose en riesgo de ser abandonado o traicionado, comenzó a tomar decisiones algo inusuales. 

La vida familiar no fue un sostén. Matrimonios arruinados, hijos con los que tuvo relaciones tormentosas, problemas con sus hermanos. Julius se trasformó completamente en Groucho, una parodia de sí mismo que hacía bromas crueles a los que lo rodeaban. El humor como un látigo para desquitarse con otros –más frágiles–, como un reflejo de los años en los que el más frágil había sido él. El rey de los juegos de palabras tendría una vejez tormentosa, atrapado en una disputa familiar por obtener su tutela.  

El trabajo de Stefan Kanfer es una biografía precisa y detallada con más de 700 páginas que incluyen un índice onomástico y una extensa bibliografía recomendada. 


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Febrero 2014



martes, 8 de abril de 2014

Lugares remotos - Tom Spanbauer





Sopla el Chinook, uno de esos vientos que se relacionan con la locura. Afuera hay una enorme extensión de campo donde el cielo lo ocupa todo. Los halcones se posan sobre los álamos que hay frente a la casa y parecen traer un mensaje funesto. Una mujer se persigna.

La religión, el río, las prohibiciones. Una mujer india, un hombre negro, un banquero blanco. Una jauría de perros del infierno. Un ahorcado que se balancea. Una hipoteca sin pagar, una granja que cambia de dueño. Tres muertes, una pelea bajo la lluvia, un incendio.

Un chico de trece años va tejiendo en su relato los días del año en que presenció un asesinato y fue obligado a guardar silencio. Un mago le ha dicho que “todo es ilusión”, su madre siempre dice que “una cosa lleva a la otra”. Esas voces juegan en su interior mientras el mundo cambia. O quizás es su mirada la que va encontrando otro modo de ver. Ha descubierto que en una situación límite sólo percibimos el contorno de las cosas, los bordes del fantasma.


Tom Spanbauer nació en Estados Unidos en 1946. Mientras escribía Lugares remotos, trabajó como mozo y portero de edificios. Actualmente dicta talleres de escritura en los que desarrolla su propia técnica: la “Escritura peligrosa”. Se trata de buscar allí donde está el mayor grado de dolor. Aquello que nos avergüenza, que nos intimida, que nos perturba. Esa, dice Spanbauer, es la zona desde donde se debe escribir. Chuck Palahniuk es, quizás, su discípulo más reconocido. 


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Marzo 2014

jueves, 3 de abril de 2014

Nuevo blog de Edhasa












Los amigos de Edhasa tienen nuevo blog.


Absolutamente recomendable. 


Ya pueden leerse textos de 

Eduardo Sguiglia, Canela, Silvia Villegas
Marcos HerreraGermán Maggiore 
Jorge Consiglio.




La Balandra - Entrevista a Alejandra Laurencich



Los lectores festejamos: 
La Balandra número 8 está en la calle





Aprovechando esta noticia, va aquí una charla que tuvimos hace unos meses con Alejandra Laurencich, directora de la revista.*



Celebración de la palabra


Hace un tiempo un mecenas misterioso se acercó a la escritora Alejandra Laurencich para proponerle crear una revista literaria. Ya en el primer número fue evidente que estábamos ante algo nuevo, distinto, algo que buscaba asomarse a la “Otra narrativa” y abrir caminos.

Han pasado dos años, el mecenas dejó de ser un misterio, La Balandra ha seguido creciendo y fue reconocida por el Fondo Nacional de las Artes como una de las tres mejores revistas literarias del país. Con un equipo de trabajo admirable, un diseño exquisito y el espíritu de ampliar las fronteras literarias, es una publicación para celebrar y acompañar.



Hay una estructura de secciones fijas. Cuando diseñaron la revista ¿cómo decidieron esas secciones?

Para serte sincera, casi todas las secciones las fui escribiendo en una libretita que llevaba en la cartera, un día que se me descompuso el auto y viajaba en colectivo. ¡Tenía tantas ideas dando vueltas en la cabeza desde que Carlos Costa me había propuesto hacer una revista que él financiaría en su primer año! Él me dio libertad para hacer la revista que quisiera, eso fue fundamental, de una enorme generosidad y confianza hacia mí. Yo le había dicho que sí, que tomaba el desafío, pero entonces comenzaron a aparecerme ideas, y lo único que me preocupaba era que la revista fuera distinta a la enormidad de revistas literarias que había. 
Un eje importante que decidió el rumbo, fue darme cuenta que quería orientarla a mostrar la trastienda del oficio, todo lo que los escritores sabemos, porque hemos pagado derecho de piso tantos años, pero los que empiezan desconocen, el mundo editorial, los esfuerzos que se deben hacer cuando uno termina de escribir un libro o cuando lo está escribiendo, en fin, contacto con editores, nociones de oficio, charlas con los narradores consagrados para que nos cuenten cómo empezaron, porque de lo otro, de mostrar su actualidad ya se encargan los suplementos literarios, entonces, yo iba a mostrarlos a ellos en sus primeros años, en sus dudas, sus fracasos o pequeños logros, para que los lectores vean que todos los escritores fuimos alguna vez principiantes, ahí entonces surgió la sección Cómo empecé
También pensé que sería bueno abrir debates sobre las dudas que traían mis alumnos de taller, año tras año, y que yo misma había tenido cuando me inicié: ¿se nace siendo escritor o alguien dice cuándo uno se hace escritor?, ¿está bueno corregir un texto o es mejor no hacerlo?, ¿hasta cuándo hacerlo?, ¿qué vale más a la hora de escribir un texto, tener mucha imaginación o haber tenido experiencias interesantes?, todas esas preguntas hasta incluso la que me hacía mi familia (risas) ¿de qué vive un escritor? Entonces, me dije: qué bueno sería que todas estas preguntas las contestaran los escritores, no los que reflexionan sobre el tema, los críticos literarios, sino los mismos escritores que deben lidiar con esos asuntos. Y así nació la nota Debates
Incorporé también la experiencia que una vez realicé en la librería Eterna Cadencia, haciendo entrevistas a los escritores pero desde su lugar de lectores, para que me contaran sus trayectorias de lectura, surgió entonces la sección El autor como lector, y como me entusiasmaba la idea de difundir a los escritores eslovenos que había conocido en un festival literario y que me habían volado la cabeza, decidí incluir una sección que mostrara a los narradores extranjeros que acá todavía no se conocían, ahí salió la sección Narrativa extranjera
Y así con todo, el contacto con editores, que me parecía fundamental abrirlo a los autores que se inician me hizo pensar en una sección que fuera un diálogo permanente con editores: sección Editores, y las instituciones que apoyan el trabajo del  escritor que se inicia: Instituciones, y así. Por acá debo tener la libretita esa: casi un sumario de lo que es la revista. Y todo escrito en un viaje en colectivo.


¿Por qué es importante incluir una sección fija que ilumine el trabajo de los traductores y los editores?

En el caso de los traductores es importante porque una mala traducción puede alejarnos de un buen texto, o incluso hacer que abandonemos a un autor, y en esta idea de acercar la trastienda del oficio a los lectores de la revista, cómo olvidar este punto clave. Quería que los lectores aprendieran a valorar el trabajo que hay sobre un texto extranjero que nos llega a las manos traducido. Y que lo pusieran en la balanza, a partir de la lectura de la revista, cuando necesitaran elegir entre una traducción u otra. En el caso de los editores también creo que fundamental dejar de ignorar sus objetivos, su tarea, y por una vez meternos en sus zapatos, como se dice, porque si no, siempre serán los malos de la película en el imaginario autoral, y eso más que brindar posibilidades de vínculo, los corta. Hay que aprender a relacionarse con ellos. 


¿Cuál es la sección que más te gusta? 

Son muchas las secciones que me gustan, por no decir todas. Pero puesta a elegir, el Cómo empecé me encanta, sobre todo cuando nos revela aspectos de un autor consagrado que uno desconocía, o la de El autor como lector, por lo mismo. También me gusta la Nociones de oficio, pero esta por la repercusión que tiene en cada número, cuando me escriben lectores para decirme que alguna cosa les allanó el camino, que la disfrutan, cuando veo que algunos colegas utilizan esas notas en sus clases de la Universidad, o en sus talleres, eso me entusiasma. 


¿Cuál es la más difícil de hacer?

La más difícil, en un principio, era la Narradores Extranjeros, pero ahora que La balandra ya tiene prestigio ganado se ha vuelto más fácil porque nos llegan propuestas muy serias, la última experiencia fue por ejemplo, desde la Embajada de Panamá, con la que trabajamos codo a codo, en especial con su Agregado Cultural, Carlos Marré, que nos facilitó mucho la tarea. 
Podría decirte que la sección más difícil a esta altura del partido es la Nuevos Narradores, hay que leer muchísimos textos, aunque tenemos un comité de lectura y selección que trabaja fenomenalmente, pero cuando Azucena Galettini (la Secretaria de Redacción) y yo finalmente debemos enfrentar esa cantidad de cuentos o fragmentos de novela que nos pasa el comité, y elegir entre todos ellos los tres que nos parecen harán el dossier de ese número, y vemos cuántos quedan fuera, algunos incluso muy buenos, llega el momento más difícil, porque además, de esos tres narradores hay que mandar a hacer fotos, y todo es un proceso largo, hay que generar las biografías para el Quién es Quién, etc. Esta sección también se complica: Fernanda García Curten, que es quien la lleva adelante, hace una tarea de pesquisa y equilibrio muy grande para que cada uno de los que participan en un número tengan su biografía en armonía con la de los demás, un trabajo delicado en un mundo de puro ego (risas). También se complica la sección Libros Recibidos, hay tantos buenos libros que recibimos, cada vez más, y hay leerlos todos y elegir cuáles podemos hacer entrar en una cantidad acotada de páginas. En fin, son muchas las decisiones que hay que tomar, todo lleva tiempo y siempre me quedo con la sensación de que algo quedó afuera.


Me interesa mucho el proceso de producción. Quisiera saber cómo eligen el tema de la sección DEBATES y cómo eligen los autores para las secciones AZIMUT, NUEVOS NARRADORES, CÓMO EMPECÉ y EL ESCRITOR COMO LECTOR. En el caso de los NARRADORES EXTRANJEROS ¿se parte de algún autor o se empieza eligiendo el país?

Para la sección Debates, como dije, me basta pensar en las preguntas que escucho a diario, aunque a veces también me llegan ideas de la gente, no necesariamente gente que hace la revista, sino algo que leo por allí, también algunas fueron sugerencias de los colaboradores, o de situaciones que se presentan o notas que vemos por allí. Por ejemplo, la de ¿existe una literatura femenina o masculina? la sugirió el hecho de que haya salido mi último libro y que en cada entrevista que yo daba ¡tenía que contestar si me adscribía a la literatura femenina! (risas). Entonces pensé: podemos poner el tema en el tapete, para que un puñado de escritores dé su opinión, a ver si podemos sacar algo en limpio sobre este asunto. Y así, las decisiones sobre lo que va en el próximo número van surgiendo siempre amparadas en la necesidad de abrir el juego sobre lo que sucede en el ambiente literario, tal como si uno se juntara con colegas a comentar los últimos meses de actividad, o los que están por venir. Uno también comenta libros que ha leído, autores que quedaron en el olvido o fueron desconocidos en el país –acá recuerdo que el primer Azimut fue sobre un libro que yo había leído con devoción, pero que parecía no ser conocido por nadie, cada vez que peguntaba: ¿Leíste Palinuro de México, de Fernando del Paso?, la respuesta era: No, ¿de quién? ¡Y sin embargo era un libro super premiado internacionalmente!-. También en esas supuestas reuniones de colegas uno habla de los problemas técnicos que le está dando la escritura de una novela, o un libro de cuentos, o las relaciones con algún editor, recomienda lecturas, se entera de los ganadores de algún concurso o recomienda una institución que está dando oportunidades a los autores, o a los lectores, y así, todo ese mundo en el que vivimos a diario los que escribimos, está ampliado o registrado en las páginas del futuro número de La balandra, abierto a la consideración de los lectores o escritores y editores que nos leen. Da mucho gusto mostrar lo que están haciendo los nuevos talentos que escriben sin tener oportunidad aún de aparecer en los suplementos literarios, o incluso en alguna editorial. Muchos de ellos ahora ya han editado, comienzan a circular en el mercado. Y en el caso de los narradores extranjeros, como te dije, ahora nos llegan propuestas de dossiers, y elegimos la que nos parece más interesante, pero hay muchas en proyecto. 


En estos dos años ¿qué fue lo que más te sorprendió en relación a La Balandra?

La repercusión increíble que tuvo en los lectores, en los colegas, en las universidades y talleres, que la han puesto en muchos casos como material bibliográfico. Que sea tan elogiada, tan respetada, tan valorada. Eso no me lo esperaba, pensé que como mucho, al año de salir, podríamos a ser conocidos en un grupo minúsculo de talleres literarios. Pero parece que destapó una caja que muchos querían abrir, no sólo en el contenido, sino en lo formal: veo que ahora las nuevas publicaciones literarias que están saliendo cuidan mucho la estética, se preocupan por ser un objeto bello, coleccionable. Eso fue algo importante en nuestro caso, no queríamos ser una revista desechable, sino que diera gusto guardarla en la biblioteca junto a los libros que uno quiere.


¿Hubo algún momento en que La Balandra enfrentara una tempestad? 

Varios, y cada tanto surge una ola que amenaza, pero hasta ahora tratamos de timonear lo mejor que podemos. No me gusta difundir las miserias o mezquindades a las que a veces nos enfrentamos, hay tanto bueno para mencionar, que mejor dejar que lo otro se vaya hundiendo lentamente en el fondo del océano.


Cuando empezaron ¿cuáles eran las expectativas mínimas y máximas que tenían con respecto a la revista?

Las expectativas fueron esas que antes mencioné, creer que podríamos llegar a un grupo reducido de talleres literarios. No había más que ese pequeño sueño y a mí me alcanzaba.


¿Cuál fue el mejor día en estos dos años? 

Uno de los mejores días que recuerdo fue cuando llegué un día a un evento literario del MALBA, al poco tiempo de sacar el primer número de la revista, y un montón de colegas se me acercaron a felicitarme por La balandra, no podía creer semejante situación, no sólo tenían conocimiento de la revista, no sólo la habían leído, la elogiaban de verdad, con palabras sinceras. Otro buen momento ocurrió cerca del primer aniversario, cuando le escribí a Guillermo Schavelzon para preguntarle si había recibido las revistas que le habíamos enviado a su pedido, y en caso de que así fuera, me permitiera publicar una carta que yo guardaba de mis años de principiante, escrita por él, como modelo a seguir para dirigirse a los editores, y él no sólo me contestó que la revista le parecía una de las mejores que había leído en los últimos cuarenta años, sino que me dijo ¡que en ese mismo momento estaba escribiendo una nota que pensaba enviarme para que yo evaluara su publicación en La balandra! Era de no creer! Les envié a todos un mail, lean esto, lean esto!  O el día que en una librería de La Rioja, la profesora Marisa Piehl, me dijo que usaba la revista en su cátedra universitaria, o cuando Guillermo Martínez me comunicó que las Nociones de oficio de La balandra eran parte de la bibliografía que él había elegido para la 1° Maestría de Escritura Creativa que se hizo en el país, en la UNTEF, o cuando Mempo me presentó a Eduardo Galeano, en El Chaco, diciéndole: ella dirige una de las mejores revistas de los últimos años, qué se yo, podría seguir y seguir con tantos momentos de asombro, las cartas de muchos lectores que nos conmueven, momentos inolvidables.


En el subtítulo de la revista está la palabra “otra”, la intención de mostrar algo diferente, alternativo. ¿Cómo surgió esa necesidad?

Eso está explicado en el primer editorial: la revista iba a mostrar la narrativa que los demás no mostraban. 
Esperá que lo busco y te leo. Acá: "La nave que muchas veces surca las aguas (ese inmenso mar de la literatura que se ofrece a los lectores) a la sombra de embarcaciones mayores, majestuosas y soberbias, en las que viajan tantas obras y narradores reconocidos, y que desde cualquier orilla solemos ver pasar.
La balandra, esa otra narrativa, la escrita por talentosos autores noveles, la de los ya consagrados narradores de otras latitudes que por distintas razones no se han publicado aún aquí, la de los escritores que dan sus primeros pasos en la ardua labor de darse a conocer, la que construyen con su aporte y desde sus tareas específicas los editores, los libreros, los traductores, los lectores y las instituciones. Esa es la nave que nos proponemos seguir. Su realidad es la que nos interesa mostrar.La balandra será entonces, la revista donde esa otra narrativa tenga sitio, se difunda y se disfrute. Esta invitación se abre no sólo a los autores nacientes o poco divulgados y a los olvidados o desconocidos por estas orillas, que tendrán acá un lugar destacado, sino a los que con su trabajo diario ayudan a que el viento sople a favor, y muy especialmente a todos los lectores que, sin intención de ejercer el oficio de narrar, quieran conocer las bambalinas de la creación literaria, ese espacio apenas difundido de la literatura que nos proponemos revelar: el día a día del escritor, los primeros intentos, sus interrogantes, los asuntos cotidianos que enfrentan o han enfrentado alguna vez, antes, durante y después de inclinarse frente a la página en blanco. Zarpamos, amigos. Bienvenidos a este viaje."


Sabemos que La Balandra nació gracias al aporte de un Mecenas anónimo. ¿Cómo se financia ahora?

El mecenas anónimo ahora dejó de ser anónimo (risas). Es Carlos Costa, autor de la novela Marcapasos, que salió publicada luego ser finalista en el premio Letra Sur, y tiene también un libro de cuentos estupendo: El otro jardín. Él fue quien me escribió un día diciéndome: me gustaría financiar una revista literaria, mi participación sería la de un mecenas, invisible. Y me dio carta libre para formar un equipo, para decidir contenidos, todo. Me acuerdo que, al no ser yo periodista, me sentía en falta, así que llamé a un amigo, Diego Rojas, para preguntarle qué le parecía la idea de hacer una revista así y asá, con este tipo de notas, etc, y preguntarle quién podría dirigirla, si a él no le interesaba, y Diego, después de escuchar toda la propuesta me dijo: Pero si la tenés toda armada, y es muy coherente ¿por qué no la dirigís vos? ¡Qué frase! Después de eso volví a casa con la cabeza a mil, por qué no, me decía, por qué no. Y otra voz se le cruzaba: vos estás loca. Pero no tardé mucho en ver que tenía razón, ya la idea era tan clara, que me hubiera costado mucho dejarla en manos de otros. Tenía que aceptar el desafío y empezar a trabajar. Pocos días después fue cuando se me descompuso el auto y, para acortar el viaje en colectivo, decidí anotar en la libretita todas las secciones de la revista que estaba acá.


¿Qué implica no financiarse a través de publicidades?

Evitar problemas o presiones de cualquier tipo, y por otro lado, segur dependiendo de un esfuerzo enorme de divulgación y distribución. Todo a pulmón, como quien dice.


¿Se venden más revistas en papel o en formato digital?

Se venden muchas más en papel. La gente quiere la revista objeto también, con su diseño formidable, y acá tengo que destacar a Willy Weiss, su trabajo impecable, y también el papel precioso que lleva la revista, todo lo que hace que como producto sea impecable. 


¿Cuántos ejemplares tiene cada tirada?

Ni lo sé, yo me ocupo de los contenidos, de que la revista no pierda calidad ni compromiso, los números no los manejo. Todo eso está en manos de Carlos Costa.


¿Has pensado en publicar un libro que reúna las notas publicadas en la sección NOCIONES DE OFICIO?

El libro ya está escrito, y sale el año que viene, no sólo tiene esas notas, también toda una parte práctica de ejercicios sugeridos, de lecturas recomendadas. Me entusiasma mucho la idea de publicarlo, así, completo.


¿Cuántas personas hacen La Balandra?

Azucena Gattini es mi mano derecha, la que recibe mis ideas, con la que luego converso todas las decisiones, con la que leemos y discutimos los autores que salen o no salen, escribimos y revisamos los títulos, los copetes, cada palabra o coma que aparece en la revista. Ella además es la correctora. Willy Weiss hace el diseño, escucha mis requerimientos, a veces de obsesiva: a ver Willito, llevá el color a un punto más saturado, la letra de este nombre tiene que ser de la misma altura que la de este otro, él plasma la expresión plástica de todo, una maravilla. Mau González hace la difusión en FB y Tiwtter, nuestra RRPP, digamos, se encarga de ser el enlace entre el comité de lectura y nosotros, de recibir los correos y enviarlos a quien corresponde, Roni Bandini escribe la sección del Flaco Novatti, que es la nota de humor de la revista, con ese estilo tan particular de Roni, brillante, y también nos asesora en todo lo que tiene que ver con lo virtual, internet, etc. Elsa Drucaroff escribe su columna de opinión, siempre filosa, Fernanda García Curten hace el Quién es quién, que es como dije, una de las secciones más arduas, y a veces otra nota, como la de los Narradores mexicanos, que salió preciosa, ella hizo un trabajo increíble en ese dossier. Rocío Pedroza hace todas las fotos, tanto de narradores consagrados como las de los nuevos, la foto del editorial, en fin, ella y su cámara logran el registro de las caras de los Balandreros. Federico Bustos se encarga de las librerías, de contactarlas, de anunciarles las decisiones de comercialización, y también de todas las cuestiones legales, ya que además de escritor es abogado, y finalmente Carlos Costa es el que pone y diagrama la logística de todo, para que este producto se haga realidad y llegue a manos de los lectores más alejados. Ojo, también están los grandes periodistas a quienes les encargo notas específicas, como el Cómo empecé, o Instituciones: Ángel Berlanga, Silvina Friera, Mariana Enríquez, Ivana Romero, Irene Chikiar Bauer, entre muchos otros que fueron sucediéndose en los distintos números. Y la encargada de prensa actual: Nati Viñes, que trabaja incansablemente para que la revista tenga visibilidad.


¿Cuáles son los planes a futuro? 

En este mismo momento, la idea es descansar de un año de trabajo arduo e ir armando el número que viene, dedicado especialmente a concursos literarios.



Eugenia Almeida


* Parte de esta entrevista fue publicada en Ciudad X




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