Visita de sombras
Sí. Como dice Guillermo Cabrera Infante, “todos los muertos están
ahí, vivos”.
Luis Gusmán convierte esa cita en 157 páginas. Allí van a aparecer
los muertos, sus voces y sus mensajes. Esos muertos que golpean las cosas, los
cuerpos, los ojos de aquellos que se dejan atravesar.
Cuando la madre de Gusmán muere, él recibe sus libros de
espiritismo. No es un material ajeno, ese mundo lo ha rodeado desde niño. Pero
ahora es una herencia que quema.
Lee. Y después suelta su propia voz.
Surge un libro extraño. Una cruza hereje entre el ensayo, la
autobiografía y el relato. Un espacio en el que se mueven, naturalmente, el
espiritismo, la literatura, las historias familiares y las coincidencias.
En este pequeño, maravilloso tratado se habla de los muertos, los
médiums, la escritura y la lectura. De la enfermedad y el duelo. Se habla de la
identidad, del doble, de la fragilidad. De la filosa desnudez que muestra el
que agoniza. De las herencias, el enigma y las profecías. De la
construcción de un lenguaje posible.
Los muertos no mienten no sólo es un libro atravesado de belleza.
Es, además, certero e inquietante. Liberador. Necesario.
Publicado en La voz del interior. 11/12/2009
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