jueves, 18 de agosto de 2022

"Síndrome Praga" - Juan Pablo Bertazza



La cifra del destino

Rodrigo deja Buenos Aires para irse a Praga a trabajar como improvisado guía de turismo en una ciudad que no conoce y donde se habla un idioma que no entiende. Ha decidido llevar un diario personal donde registrar sus periplos cotidianos.

Rodrigo atraviesa las calles y hace preguntas a las personas con las que se cruza porque siempre está algo desorientado, algo perdido. Praga se despliega con toda su belleza y se convierte en el principal personaje de la primera novela de Juan Pablo Bertazza.

Decir Praga en un contexto literario es pensar inmediatamente en Kafka. Y hay mucho de él en esta historia. Para empezar, un aire asfixiante, enrarecido. La fragilidad vulnerable de quien desconoce el escenario y participa de rituales ajenos que lo involucran pero no llega a comprender. La convivencia de algo siniestro, ominoso y agobiante, con una risa que brota de lo absurdo, del sinsentido que a veces ofrece lo grotesco. Y aquí es bueno recordar que cuando Kafka les leyó los primeros capítulos de El proceso a sus amigos tuvieron que interrumpir la lectura varias veces porque no podían dejar de reírse a carcajadas.

Incluido en un equipo de guías que tiene por principal objetivo “la invención de nuevas leyendas”, Rodrigo escribe en su diario: “Tuve la sensación de que estaba adentro de un sueño: en medio de una discusión que no entendía, con desconocidos, en el corazón de un país al que acababa de llegar y donde sucedía algo tan extraordinario como inexplicable”. Lo inexplicable es lo que llaman el “Síndrome de Praga”, un extraño fenómeno que involucra números que aparecen grabados en la frente de ciertas personas. Números que son, en realidad, la fecha de la muerte de quienes los portan. Una revelación que nunca es visible para los involucrados.

El desconcierto, la extrañeza, los sueños, la repetición, los ecos, el desdoblamiento, la inminencia de la muerte, los recorridos en Praga y en lugares cercanos a la ciudad, el campo de concentración de Terezín, una iglesia construida con huesos, un partido de fútbol, las visitas a museos y sitios históricos, la leyenda de El Golem, una mujer checa que el protagonista conoció en Buenos Aires, un guía egipcio que dice ser descendiente de Ramses II, una vendedora de helados. Todo se cruza en esta novela que deja, como un eco, algunas preguntas. ¿Somos capaces de leer nuestro propio destino? Y si lográramos hacerlo, ¿cómo influiría esa lectura en nuestra vida? “A Praga sabemos cuándo venimos pero no sabemos cuándo nos vamos”, dice uno de los tantos personajes con los que se cruza Rodrigo. Pequeñas revelaciones que va dejando asentadas en su diario,  que va del 3 de julio al 10 de agosto.

Juan Pablo Bertazza -poeta y periodista- nació en Buenos Aires en el año 1983.  Síndrome Praga fue escrita en la capital checa, gracias a la beca "Praga, ciudad de literatura".


Eugenia Almeida

Publicado oriinalmente en "La voz del interior"

https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/cifra-del-destino-resena-de-sindrome-praga/



lunes, 15 de agosto de 2022

"La hija" - Anna Giurickovic



El teatro de la memoria

¿Cómo comprender lo que sucede? ¿Cómo rasgar los hábitos cotidianos para abrir los ojos y ver realmente lo que pasa a nuestro alrededor? ¿Cómo asimilar lo que implicaría el derrumbe del mundo tal como lo conocemos?

Silvia recuerda. Y todo parece cifrarse ahí.

Recuerda cuando ella, su hija y su marido vivían en Rabat. Su ejercicio de memoria es complejo, no permite separar lo bello y lo terrible. Lo mismo los paseos compartidos que la muerte y el silencio. Un suicidio, un accidente, las posibilidades que baraja la mente frente al desconcierto. La viudez. La decisión de dejar Marruecos para volver a Roma. El empezar de nuevo.

Han pasado años desde esa partida. Ahora Silvia no encuentra el camino con María, la hija ya adolescente que todo lo cuestiona, una ermitaña que ha dejado la escuela, alguien hundido en una furia que apenas se puede nombrar.

De eso se trata La hija, primera novela de la italiana Anna Giurickovic. De lo no dicho, de lo silenciado, de lo que vuelve con violencia, irrumpiendo, en su necesidad de ser reconocido. De la responsabilidad ante los otros, de los secretos, de la complicidad con la violencia.

Silvia camina por Roma y piensa “hasta lo feo puede parecerme bonito si lo miro con buenos ojos”. Una frase que puede sugerir optimismo pero esconde una verdad insoportable. La de quien no quiere ver y cree que sólo con la bondad de su mirada puede hacer desaparecer la brutalidad de las cosas.

No todo ha sido ceguera en la historia. La suegra de Silvia insistió en que debía indagar cómo estaba realmente María. Que debía buscar la razón por la que una niña miraba “como un viejo” y tenía “los ojos velados, demasiado grises, apagados.”

El vínculo entre madre e hija está atravesado por ese silencio y esas cuentas pendientes. Y todo va a detonarse con la llegada de Antonio, la nueva pareja de Silvia.

La hija incomoda al exponer las cárceles que puede dejar una herida como el abuso. Gran parte de esta novela –inquietante al punto de lo insoportable– se sostiene en la voz de una madre que ha tardado demasiado en ver lo que pasaba en su casa. Aún hoy, años después de aquello, todo parece remitir a lo que no se vio, a lo que quizás debe ser puesto en escena –de un modo invertido, con la marca que suelen tener las pesadillas– para esta vez, finalmente, hacer algo.

Muy lejos de los relatos estereotipados que suelen hacerse del abuso infantil intrafamiliar, La hija muestra su crudeza y acerca algo de ese espanto al lector, mostrando daños irreparables que irán desplegándose de modos impensados.

Anna Giurickovic nació en Catania en 1989. La hija fue nominada al premio Strega (uno de los más importante de Italia) en 2017.


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en "La voz del interior"

https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/teatro-de-memoria-resena-de-hija/





jueves, 11 de agosto de 2022

"La tierra empezaba a arder" - Cynthia Edul



Todo pasa y todo queda

"La Siria que vos conociste ya no existe más", dice la primera frase. Y esa idea va a ir repitiéndose a lo largo de la historia, a través de las imágenes de un territorio que sucumbe bajo la guerra, la violencia, la destrucción de lo cotidiano.

Hay una descripción conmovedora de esa desolación. Quien la hace es una nieta de inmigrantes sirios que llegaron a la Argentina y dejaron que esas dos culturas se mezclaran. El relato se inicia en un viaje a Siria, acompañando a su madre que regresa a Damasco después de 40 años de ausencia.

Quizás la palabra clave sea desconcierto. Algo que nos suspende porque no encaja en la melodía que esperábamos. ¿Qué decir? ¿Cómo nombrar esos sentimientos que no encuentran lenguaje? Cynthia Edul acompaña a su madre y se embarca en el misterio que encierra el lugar que uno ha dejado atrás, el que carga de otros ecos palabras como "regreso" o "patria".

Es octubre de 2010. La madre, cuando pisa suelo sirio, refuerza ciertos temores propios de haber vivido “bajo un sistema paranoico”, la sensación de que “el servicio secreto tiene agentes en todos lados”.

Lo que Edul ve es un escenario con una “paleta cromática” donde es “todo un poco gris y un poco negro”. Un aeropuerto con la foto gigante del presidente. Una casilla de Migración en la que nadie sabe dónde está Argentina.

Se corre un velo y la narradora descubre que detrás de lo que parecía “el regreso a la tierra de origen” empieza “a desplegarse la mecánica de una dictadura despiadada”.

En Damasco las espera un primo que ha hecho suyas las costumbres más conservadoras de la ley islámica. El paisaje social impacta: lo masculino ceñido a la visibilidad, al poderío sobre el territorio, a lo público. Las mujeres recluidas a lo doméstico y obligadas a ocultarse. Los minaretes, el rezo, los cantos. Los lazos de familia como un entramado de batallas en torno a las tradiciones, a lo que se considera justo, a lo que cada uno reclama para sí.

Está la historia de un pueblo y la historia de una familia. A la par de un despliegue de lecturas y escritos que ayudan a entender el trasfondo histórico, hay una disputa legal en torno a una herencia, una ruptura, un retirarse de la palabra.

Luego vendrá la guerra, el Terrorismo de Estado, las noticias que llegan desgarrando a los que esperan. La necesidad de sacar de aquel territorio a los que todavía permanecen allí.

La tierra empezaba a arder es un libro extraño, plural, imprescindible. Cynthia Edul es una narradora exquisita. La escena de la noche en la que su abuela entró en la locura es perfecta en la economía de su sequedad. La autora habla por sí misma, pero también respondiendo a la necesidad del clan: contar la historia, ponerla en palabras, dejar testimonio.


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en "La voz del interior"

https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/todo-pasa-y-todo-queda-resena-de-tierra-empezaba-arder/

lunes, 8 de agosto de 2022

"El ojo y la flor" - Claudia Aboaf



Viaje y espejo

En El ojo y la flor todo es agua. Agua que irrumpe y agua que falta. Territorios anegados de sequía, recuerdos de un paisaje que fue líquido y ahora expresa su agotamiento.

La historia se ancla en Juana y Andrea, dos hermanas distanciadas que buscan cómo incorporarse, cómo llegar al reencuentro, cómo tender redes en un mundo que se deshace.

Cuando emerge la voz de Juana aparece un lenguaje salvaje, desatado, uno que ha sido domesticado y ahora se desboca para nombrar el abuso que sufrió en la infancia y el deseo de arrancarse la memoria.

Se trata de un relato imposible, que sólo puede formularse con astillas de un páramo sin lengua. Ahí está al acecho ese recuerdo que lastima. “A veces se topa con un charco reconocible que intenta no pisar, una mina de la vieja patria que pude explotar”.

Andrea ha huido de su territorio. De una noche de pesadilla en la que ella y su hermana fueron tratadas como blanco de cazadores. La herencia de una casa en una isla de El Tigre. Mariposas negras convertidas en almanaques naturales, orugas que han masticado las hojas de los sauces. Camalotales. Casas sobre pilotes, la “selva suave del Delta”, una lancha encallada. El intento de una conversación en código morse, con el sol reverberando sobre unas chapitas de metal. El encuentro con un compañero de travesía. Una bebé que se ha recluido en sí misma. Un padre que “se pregunta si alguien puede existir sin un ojo que lo confirme”

Aboaf es certera en su capacidad de crear imágenes. “Un cigarro de nubes que por ahora reposa en el horizonte, pronto comenzará a desenrollarse”, dice. Y uno puede ver el Pampero como una promesa o una amenaza. Algo en el modo de narrar recuerda y replica el río y su retirada. Ese vaivén, una cadencia específica que nos recuerda que también nosotros estamos hechos de agua.

El paisaje de la novela se mueve entre el Delta de El Tigre y Nueva Ensenada. Lo ya perdido y la promesa en un mundo de capitalismo extremo. Un futuro distópico de sequía. Perros abandonados que cruzan caminando un cauce casi seco. Una cadena alimentaria dominada por la Fuerza Naval Argentina y escalonada luego en los “civilacos” superiores e inferiores, los “utilitarios” y los “pies de barro”, migrantes llegados de otras zonas. Una nueva versión del odio clasista y la presencia del darwinismo como matriz justificativa de los modos de opresión.

La escritura de Aboaf se desvía de las coordenadas esperables, como los sueños se desvían de nuestra voluntad. Y ahí está, en parte, la potencia de su obra. Con un lenguaje enrarecido que provoca un clima de zozobra, la escritora pone en escena algo de la capacidad humana de destruir y, aun así, la existencia de gestos que buscan proteger lo salvable.



Eugenia Almeida

Publicado originalmente en "La Voz del Interior"

https://www.lavoz.com.ar/numero-cero/viaje-y-espejo-resena-de-ojo-y-flor/