viernes, 26 de abril de 2019

Comentario sobre L’échange (La tensión del umbral) - Blog Librairie au temps retrouvé





L’échange, de Eugenia Almeida, 
trad. De l’espagnol (Argentine) par Françoise Gaudry, 
éd. Métailié


Nous voilà, nous, lecteurs, plongés dès la première scène dans une situation dont nous avons du mal à démêler la teneur. Dans une ville argentine, une jeune-femme est visiblement sortie d’un bar en menaçant de son revolver un homme, puis elle a retourné l’arme contre elle et s’est suicidée. Nous comprenons que Guyot, à travers qui nous suivons l’affaire, est journaliste, qu’il va rendre compte (ou pas) de tout cela dans ses articles, nous devinons au fil des pages et des scènes en gros plans (toujours), que la police, les journaux, les différents acteurs de l’histoire sont à la fois soutenus et menacés par une organistation « secrète », et que la délation est une institution. Nous redoutons jusqu’au bout ce qui va arriver.

La force de ce livre est de ne jamais nous permettre de nous repérer et de nous faire éprouver, de l’intérieur, cette menace permanente mais non identifiable qui pèse, incarcère, se ramifie de façon irrationnelle. Une construction parfaitement contrôlée, des dialogues omni-présents et très réalistes, ce livre en dit beaucoup sur l’empreinte que laisse une dictature.





domingo, 21 de abril de 2019

Visitas a La Perla - Gabriela Halac




Astillas de un archivo siempre abierto 

“Visitas a La Perla”, el nuevo libro de Gabriela Halac, pone en común la experiencia de diez “visitas no guiadas” al Espacio para la Memoria La Perla.


En 2011 se llevó a cabo una residencia de artistas en el Espacio para la Memoria La Perla, el ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio. Enmarcados en el Proyecto Phronesis Criolla, los residentes fueron invitados a trabajar en un proyecto personal “usando imágenes, acciones, video, texto y música.” 
En ese entorno, la poeta, editora y gestora cultural Gabriela Halac comenzó a preguntarse “qué sobrevive de La Perla en nosotros”. 
En una propuesta en la que la palabra más previsible era “yo”, Halac eligió decir “nosotros”. E hizo lo que viene haciendo hace años: dar espacio a lo nuevo, caminar por la frontera, ver el otro lado de las cosas y ayudarnos a mirar. Invitó a un grupo de personas y propició una serie de “visitas no guiadas”. Durante dos meses, la escritora pasó cuatro horas diarias en La Perla. En ese período recibió 10 visitas. Escuchó, sostuvo y compartió encuentros en un lugar donde alguna vez se buscó destruir el significado de esas palabras. Mientras los tiranos sigan la premisa “divide y reinarás”, decir “nosotros” será siempre un  gesto revolucionario.
¿Quiénes fueron los invitados? Integrantes de “una red de amigos, conocidos e interlocutores” a los que Halac convocó “con la convicción de que otras personas podían colaborar a restituir la humanidad perdida” y ayudarla a “asumir la magnitud del suceso.” Su intención era correrse del eje de quiénes eran los que tenían una voz “autorizada” para hablar o quiénes podían dar un testimonio “válido” sobre La Perla. La decisión fue buscar, en su entorno, personas con quienes pudiera pensar ese espacio y permitirse  entrar en otro nivel de intimidad en la conversación. 
Han pasado cinco años de esas visitas. Halac siente que ha llegado el momento de la “devolución”. Aunque parte de este trabajo fue mostrado en México y en Buenos Aires, nunca se ha visto en Córdoba. Convertirlo en un libro es una apuesta que se agradece y que, de algún modo, amplifica los efectos de aquellas visitas. Los lectores pueden recorrer las conversaciones y fotografías registradas en esos encuentros, junto a textos de Ileana Diéguez, Lucas Di Pascuale, Daniel Samoilovich y la misma Halac. 


Que lo que no desaparece nos movilice
En una charla con Número Cero, Halac reflexionó sobre la memoria y sobre experiencias relacionadas con “dejar de escuchar la historia como te la cuentan y empezar a construirla desde un lugar personal, que a la vez es de todos.”
Visitas a la Perla ofrece la posibilidad de preguntarnos “qué es lo que sobrevive de esa historia en nosotros hoy”. El libro, insiste su autora, “no tiene respuestas; tiene preguntas.”
No es la primera vez que Halac trabaja sobre la memoria; es uno de los nudos de toda su obra. La escritora no comulga con la idea de una memoria fosilizada. Su interés siempre ha girado en torno a la pregunta de cómo abordar algo sin fijarlo, sin condenarlo al monumento; cómo acceder a lo fragmentario y lo móvil. “Me interesa aquello que para existir está condenado a romperse, a mutar”, dice en las primeras páginas del libro.
En un momento de la charla, surge la palabra “Astillas”. A eso se refiere Halac cuando define a la memoria como un archivo que uno va abriendo todo el tiempo y al que va modificando en función de lo que es capaz de ver de ese pasado, desde la posición del presente. Para la artista, allí radica lo más interesante de los trabajos que abordan un contexto real desde lo subjetivo. 
Como lo señala el subtítulo, Visitas a La Perla puede leerse como “Ensayos sobre lo que no desaparece”. Ensayos múltiples, colectivos, corales. Ileana Diéguez lo resume perfectamente: “Si la dictadura había creado archivos contra otros, Visitas a La Perla buscaba generar archivos con el otro. Sobre el trabajo de la muerte y la desaparición se desplegaba el trabajo de hacer aparecer personas que tomaban e interpelaban las memorias del espacio.”
Halac demarca un territorio cuando dice: “Creo que hemos estado siempre con la mirada puesta en aquello que ha desaparecido, algo que es fundamental. Para mí, hoy, la pregunta es: ¿qué es lo que no desaparece? Yo, al menos hoy, decido ponerme en ese lugar de pensar qué puedo hacer con eso para que no se convierta en algo oscuro, relacionado con el miedo o la imposibilidad o el silencio. Qué puedo hacer para que se convierta en algo que actúe, que  permita cosas, que te mueva. Eso: que lo que no desaparece nos movilice”. 
Con la precisión, delicadeza y profundidad que caracteriza al catálogo de DocumentA/Escénicas, Visitas a La Perla es uno de esos libros que apenas aparecen se vuelven indispensables. 


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Número Cero




domingo, 7 de abril de 2019

Aquí viven leones - Fernando Savater y Sara Torres





Mapa de dos amantes lectores

El último tiempo de su vida Sara Torres lo pasó viajando y tomando notas. Su compañero de viajes -su compañero de vida-, era el filósofo Fernando Savater. Juntos, se estaban dando un gusto personal que era también trabajo: visitar los lugares significativos en la vida de un puñado de grandes escritores. Ya habían hecho algo similar antes: la serie de documentales televisivos “Lugares con genio” que tuvo su correlato en un libro.

Con entusiasmo, con alegría, fueron dibujando el mapa. Cuando estaban en Galicia, escribiendo sobre Valle-Inclán, Sara descubrió que estaba enferma y que su situación era terminal. Desde ese día, los viajes, la lectura y la atención médica se irían mezclando en el cotidiano de una pareja que decidió disfrutar de lo posible, hasta el último minuto. 

Cuando Sara murió, unos meses después, el trabajo no estaba terminado. Savater sabía que seguir adelante era cumplir el deseo de su compañera y, al mismo tiempo, homenajearla en el amor y la admiración que ambos tenían por la literatura. Ese homenaje se llama Aquí viven leones, el relato de un periplo visitando los escenarios de vida de ocho escritores cuyos nombres propios se vuelven topografía, territorio y estación de un viaje literario.

Dividido en capítulos que juegan con la estructura de una guía de viajes, a cada autor se le dedica un apartado. Cada uno de ellos incluye una breve historieta, un texto en el que Savater y Torres recorren aspectos de la biografía, la época y la personalidad del autor y finalmente, un mapa donde se señalan los lugares más destacados y las distancias entre un punto y otro. 

El libro está pensado en una edición que resalte su belleza: papel grueso, ilustraciones a color, fotografías y un relato que nos lleva de Inglaterra a Gran Bretaña pasando por España, Italia, Argentina, Brasil, México, Estados Unidos, Francia y Austria. En esas páginas encontramos los detalles de las vidas cotidianas de ocho gigantes de la literatura: Shakespeare casándose con su novia embrazada; Ramón del Valle-Inclán perdiendo un brazo por una pelea de café; Edgar Allan Poe y su paso por la Academia militar de West Point; Giacomo Leopardi y sus desventuras; Agatha Christie y su misteriosa desaparición durante once días; Alfonso Reyes y las intrigas políticas de su padre y su hermano; Stefan Zweig y su decisión final; Flaubert y el juicio que sufrió su obra Madame Bovary  por “ultraje a las buenas costumbres y la religión” a manos del mismo fiscal que tiempo después logró condenar a Baudelaire por haber escrito Las flores del mal

Aquí viven leones es un homenaje múltiple: a los lectores, a los escritores, a los viajeros y a los amantes. 

Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Número Cero