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jueves, 21 de julio de 2016

La risa de las bandurrias - Ariel Magnus




La risa del misántropo

Fernando es un arquitecto porteño especializado en hacer casa-quintas que, después de haber sido abandonado por su mujer, decide dejar todo e irse a vivir al sur. Como si ese nuevo paisaje (desolado, ventoso, frío) pudiera hacer menos visible la propia desolación. En El Bolsón va a conocer a personajes de lo más diversos: un chofer de colectivo terco y malhumorado, una rara familia dedicada al turismo, una vaca, un chico que roba libros, un bibliotecario que se autodenomina corresponsal de policiales, un mecánico que engorda tres kilos por año, un ermitaño que juega al ajedrez, un gendarme que se prepara para un supuesta invasión chilena, la hija de un millonario y un grupo de hippies reafirmando lo más reaccionario del sistema.

El narrador es un bicho de ciudad que traduce lo que ve a los términos de lo que conoce. Un poco como hacemos todos. Pero aquí, eso se vuelve risa y esa risa, revelación, descubrimiento de lo que estaba escondido bajo el disfraz de lo naturalizado. Claramente no es la risa alegre que celebra sino el gesto burlón del que ha perdido toda ingenuidad, el rugido del que ha visto el revés ridículo de las cosas: la risa del misántropo. Como muestra, basta un botón: Fernando viaja y va leyendo los nombres de las chacras. Harto de ver cosas como “Un Sueño Realizado” o “Mi Esperanza”, fantasea con que si tuviera una la llamaría “La pesadilla” o “Leucemia”.

Este libro se ríe de todo y de todos: de los hippies, de los profesionales, de las fuerzas de seguridad, de los paranoicos, de los ecologistas, de los porteños, de los provincianos, de la clase alta, de la psicología, de las teorías conspirativas, de la política, del mundo académico, del Peronismo, del etnocentrismo, de la literatura, de los servicios de inteligencia, de los nazis vernáculos, de la izquierda que opera para la derecha, de los suicidas, de la iglesia, de las nuevas tecnologías, de la xenofobia, de la globalización, de los medios de comunicación, de la escuela, del capitalismo y del anticapitalismo. En definitiva: este libro se ríe de nosotros.

Aquí lo que manda es el humor negro, la ironía, el sarcasmo. Como si Magnus fuera jugando con estas formas discursivas, probando unas y luego otras, logrando que cada una funcione en su esplendor. La risa de las bandurrias es una novela pero también podría servir como manual de ejemplos para estudiosos del humor. Sobre el final del libro, el narrador se preguntará si “la carcajada no será el lenguaje perfecto, el que lo dice todo con un solo sonido.”

Ariel Magnus es uno de los escritores más singulares de la literatura argentina. 

El humor no es un territorio sencillo: son pocos los que saben jugar ese juego. Magnus es uno de ellos.



Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Número Cero

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