Perla Suez presenta su nuevo libro, una novela inquietante que relata la historia de una tragedia familiar.
“Humo rojo” comienza con una aclaración:
“Cualquier parecido con personas y hechos reales es pura coincidencia”. Al dar
vuelta la hoja, se lee una cita de Carson McCullers: “Todo lo que sucede en mis
relatos me ha sucedido o me sucederá”.
Hay, en el encuentro de esas dos frases, una tensión que va a recorrer
toda la novela. El lector puede encontrarse suspendido, sin saber dónde establecer
sus lealtades, su simpatía, su punto de lectura. Porque Suez, con maestría, va
administrando esta historia de manera tal que uno cree que sabe, para luego
descubrir que no, que no sabía. Y que “creer saber” puede ser el nudo que
justifique lo terrible.
La expresión “lazos de sangre” contiene mucho más
de lo que estamos dispuestos a admitir.
Hay quien ve en la familia un modo particular del refugio. Y hay quien
lee allí la brutalidad de una condena.
“Humo rojo” camina sobre el
abismo que separa estas visiones. Dos hermanos, Oskar y Thomas Köhler,
construyen y deconstruyen, con cada gesto, una relación de amor, de odio, de
impotencia y de rencor. Saben que su vida está atada a la del otro, en la
mayoría de los casos, de un modo violento. Vienen de una historia familiar ya
atravesada por el desprecio, el odio, la mentira, el miedo y la sumisión. El escenario que los cobija (o los constriñe)
es una carbonera, en la zona del Chaco, siempre ardiendo, alumbrando,
quemando. Allí, lo que cuenta es lo que
uno puede parir, lo que es capaz de sacrificar, lo que está dispuesto a hacer
para conseguir otra cosa. Allí, siempre se trata de otra cosa.
El relato se presenta en forma de imágenes,
escenas teatrales que se montan y se desmontan. Algo, en este modo de escribir,
repica. Lo que podría ser leído como “seco” es la maquinaria que construye la
tensión. Las frases cortas, el exquisito
uso de los espacios en blanco, la casi absoluta ausencia de comas y el
particular modo de incluir el diálogo en la narración hacen que el libro avance
fluidamente. Las voces se mezclan. Es imposible pensar esta historia narrada
por una sola voz. Porque se trata, justamente, de cómo cada uno de nosotros
atraviesa la vida de los demás.
La historia deja en el aire preguntas inquietantes:
¿Qué buscamos al perseguir a otro? ¿Qué busca quien nos persigue? ¿Qué es lo
que hay en algunos lazos, terriblemente dolorosos, que hacen que los
protagonistas no puedan retirarse? ¿Cómo desarmar un malentendido? ¿Cómo se
remonta el odio, el propio, el ajeno? Afortunadamente, Suez no pretende
responder y es algo que se agradece. Simplemente nos deja allí, a solas, con
este relato y sus terribles preguntas.
Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Agosto 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario