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martes, 2 de diciembre de 2014

La palabra como arma - Emma Goldman






Nació en Lituania, en 1869. Huyendo de la persecución que sufrían los judíos en Rusia, emigró a los Estados Unidos. Profundamente impactada por lo ocurrido con los “mártires de Chicago” descubre el anarquismo y encuentra allí una filosofía que resume sus convicciones. Trabaja como operaria en una fábrica de corsés. Estudia de noche. Comienza a militar.   

La llamaban Emma la Roja. Recorría los Estados Unidos dando conferencias. Se dice que cada vez que debía hablar en público llevaba un libro, previendo que podían arrestarla y que necesitaría algo para leer en prisión. Era tan odiada que un tribunal condenó a un soldado a 5 años de trabajos forzados en Alcatraz por el enorme crimen de darle la mano a “una peligrosa mujer anarquista”. 

Siempre se la presentó como una persona violenta aunque hubo un solo episodio que podría asociarse con la lucha directa: apoyó a su pareja, Alexander Berkman, cuando éste decidió atentar contra la vida de un importante empresario. 

Emma Goldman fue detenida en muchísimas oportunidades. Fue condenada y encarcelada tres veces. Se la acusó de antipatriota por promover una campaña de control de la natalidad y por trabajar en la “Liga contra el reclutamiento de hombres para la guerra”. Era una mujer extraña, apasionada, capaz de oponerse a los propios para garantizarle a sus adversarios el acceso a la palabra.

Por esos años, Estados Unidos tenía la política de expulsar cualquier extranjero que fuera anarquista. En la audiencia para tratar su caso, Hoover (el oscuro personaje que luego sería director del FBI) dijo que Goldman era una de las mujeres “más peligrosas de América”. En diciembre de 1919 fue deportada junto a otras 248 personas. Regresó a Rusia. Aunque era partidaria de la Revolución descubrió muy pronto que la realidad estaba lejos del ideal. Comenzó a hacer críticas que la pusieron en peligro. También de allí tuvo que irse. Vivió en Suecia, Alemania, Francia, Inglaterra y Canadá. En mayo de 1940 sufrió una hemorragia cerebral. Perdió la capacidad de hablar: la más efectiva herramienta de su lucha política. Murió unas horas después. 

La palabra como arma reúne artículos y conferencias escritos entre 1906 y 1940. La autora pone en cuestión dos de los prejuicios más extendidos sobre el anarquismo: que se trata de un ideal impracticable y que siempre implica violencia. El eje de los textos está en denunciar de qué manera la religión, la propiedad y el Estado hacen vivir a las personas sometidas a condiciones inhumanas. Línea a línea, la pensadora se ocupa de las prisiones, el patriotismo, la guerra, la emancipación de la mujer, el puritanismo, la prostitución, el control de la natalidad, el matrimonio y la nueva pedagogía.

Se puede coincidir o disentir con Goldman. Como sea, conocer la historia de las ideas es indispensable para comprender que siempre existen otras opciones. Se sale así de la fatalidad de lo naturalizado a la responsabilidad de colaborar o combatir una cierta forma de organizar el mundo.


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X


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