domingo, 19 de enero de 2020

Los testamentos - Margaret Atwood



Diarios de resistencia

En 1984 Margaret Atwood escribía El cuento de la criada, posiblemente su obra cumbre. El libro se publicó en 1985 y, si bien en su momento tuvo mucha repercusión, en los últimos años se convirtió en una referencia literaria imprescindible de la lucha por los derechos de las mujeres en diferentes partes del mundo. 

Treinta y cinco años después llega Los testamentos, una novela que se promociona como la continuación de El cuento de la criada. La pregunta es inevitable: ¿es necesario haber leído aquella obra para disfrutar este nuevo libro? En lo absoluto. Los testamentos se sostiene por sí misma y vuelve a poner en evidencia la singularidad de Atwood: desmenuzar los nudos oscuros de nuestras sociedades sin renunciar a la destreza de atraparnos con una historia.

El escenario es el mismo: Gilead, lo que antiguamente era Estados Unidos ahora convertido en un régimen teocrático totalitario cuyas principales víctimas son las mujeres. Allí están los Comandantes, los Ángeles, los Ojos, las Tías, las Suplicantes, las Perlas, las Esposas, las Marthas y las Criadas. La sumisión, la censura, la esclavitud, la delación, las purgas y los linchamientos.

La escritora canadiense despliega un relato coral en el que se van intercalando tres voces. La de la hija de un Comandante; la de una adolescente que vive del otro lado de la frontera, en Canadá; y la de Tía Lydia, una de las temibles guardianas del orden que impone y sufre a la vez. Quizás esta última voz sea la más perturbadora porque pone en escena de qué modo las víctimas pueden convertirse en verdugos y cómo los procesos de sublevación no son lineales ni inmediatos. Lo que cuenta Tía Lydia permite ver cómo era la vida antes de Gilead, desnaturaliza lo establecido y nos recuerda que siempre hay en ciernes la posibilidad de otro mundo. Y que en esa idea puede esconderse el horror o la esperanza. “Se supone que toda mujer tiene los mismos motivos o, si no, es un monstruo”, dice George Eliot en una de las citas que abren el libro. La pregunta en cada historia será ¿un monstruo para quién?

Los testamentos es, también, un dispositivo de reflexión. ¿Qué es la libertad? ¿Cómo se ejerce? ¿Cómo liberarse uno y, a la vez, destruir la condición de esclavitud para todos? ¿De qué modos nuestros gestos combaten o colaboran con la opresión?

Contar más detalladamente los puntos de enlace entre El cuento de la criada y Los testamentos implicaría quitarles a los lectores parte de la potencia del libro. Hay que descubrirlo en la lectura.

Los testamentos obtuvo el Premio Booker, uno de los más importantes en lengua inglesa. Atwood ya lo había ganado en 2000 por su novela El asesino ciego y estuvo entre los finalistas con Alias Grace en 1996 y Oryx y Crake en 2003.

Eugenia Almeida

Publicando originalmente en La Voz del Interior




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