martes, 21 de enero de 2020

Texto de presentación de "Inundación" - Camila Sosa Villada




Aquella noche de agosto de 2019 en que presentamos "Inundación", la querida Camila Sosa Villada dijo estas palabras. Las dijo, las actuó, las cantó, les puso el cuerpo. Le estoy infinitamente agradecida.



"Antes que nada, quiero pedir disculpas porque aquí no están los escritores o las escritoras que deberían, a mi entender, bautizar un libro como este. En primera porque están muertos. Pensé inmediatamente en Borges, porque una piensa en libros y piensa inmediatamente en Borges. Porque era un tipo sabio el Jorge Luis y la sabiduría es un bien de la humanidad. También pensé en Marguerite Yourcenar, en que posiblemente ella podría decir las palabras que acaricien un bautismo como este. Me invade cierta impotencia, ante las cosas bellas como este libro, que además me figuro, es el arte de la belleza, verdad, recordarnos cuán pequeñas, impotentes y vanas, somos a veces.

Pero una escritora se sienta y escribe. Una escritora dedica un tiempo a eso, siempre incómoda, no hay manera de hacer de este oficio, un oficio cómodo, siempre mal sentada, porque además nadie puede sentarse bien para escribir, porque como dice Eugenia Almeida: se escribe con todo el cuerpo. Nuestro cuerpo es la escritura más que cualquier otra cosa, porque nuestro cuerpo es un relato. Y la escritora, lo sabe, puede escribirlo, que además es otro cantar, porque hay mucha gente que lo sabe, pero muy poca puede escribirlo, nos dice que se escribe con el cuerpo. Y una entiende la forma del lenguaje, porque es nuestro relato este cuerpo, este cuerpo que es capaz de soñar, de sentir envidia, de sentir placer. Es el cuerpo capaz de un pensamiento, de interpretar un pensamiento, de entenderlo.

Una escritora es humilde, en su forma de vestir, en el tono de su voz, se escucha el vuelo de la humildad, que le permite hablar así sobre las palabras.

Inundación es un diccionario. El diccionario de Eugenia Almeida.

Pero es también la forma en que vemos el cuerpo de Eugenia Almeida, los trazos que hay en ese cuerpo, como los círculos de un árbol, como la forma de una espalda que es moldeada por la vida. En este momento, escribir sobre este libro, Inundación, me hace sentir miedo. Es complejo acercarse a libros que se leen con fiebre, porque el cuerpo está como un cernidor, todo puede pasarnos. Tengo un fallido al escribir esto y cambio Inundación por Invasión, porque estoy invadida por reflexiones que no había hecho hasta ahora. Y es porque he leído el libro estando enferma y con fiebre. Me ha tomado por completo y me ha reconocido, como una enfermedad, se ha puesto dentro de mí. Ha reconocido de lo que estoy enferma. Entonces una encuentra que se habla sobre el suicidio. Y una sabe que la vida no es soportable sin esa última posibilidad de decidir cuándo terminarlo todo. Poder hablar con ternura de esa posibilidad, es quizás el logro más transgresor de sus páginas. Hablar de las cartas de los suicidas.

Por eso me da miedo.

Este libro es, además, un deseo. Entonces hay que andarse con cuidado porque es el deseo de una escritora lo que está en juego. El cuerpo de una escritora. Y es una responsabilidad hermosa, no meterse con el deseo de una escritora.

Sin embargo, me pregunto de dónde proviene el deseo de esta escritora en particular. De dónde abreva una mujer como ella cuando se sienta a escribir, que es como mirar el mundo. Es del baño de la sabiduría, de ese arroyo que muy pocos se cruzan en el camino de la vida. Y encontrarse con personas sabias, es una fiesta. Porque el lenguaje, que es una forma de saber, es una fiesta. Y estamos constituidos de él, manos, bocas, pelo, axilas, pies, uñas, todo es lenguaje. Todo es el infinito poder del lenguaje, porque es silencioso y lento, porque invade todo el cuerpo.

Pienso que el tesoro más grande del lenguaje, son sus diccionarios. Tan sólo con eso basta. Basta para hacer vivir al lenguaje.

Este diccionario es un tesoro del lenguaje. No porque defina nada, si no porque nos siembra la curiosidad de pensar en palabras como las que Eugenia eligió como puntos de partida.

Por ejemplo: “(…) Mi vida. La vivida. No parece parece mía (…). “

O: “(…) Pero escribir es un acto de fe. De fe en el lenguaje (una fe mil veces destruida y vuelta a levantar), fe en que existe una posibilidad de encuentro (…).”

O: “(…) Como en todo paisaje de supervivencia, el que se queda quieto es el que muere primero (…).”

O: “(…) De todas las palabras que podrían ser dichas, las que finalmente llegan a la boca son las que -por su inoperancia- saben sortear los caminos de la prohibición (…).”

Es decir que deseo con todo el cuerpo que este libro tenga una vida larga y alegre, que se agote una y otra vez, que las personas lleguen a él y lo tengan entre sus manos, que lo lleven consigo para leerlo en los ascensores y las colas de los bancos o las guardias en los hospitales, que nos llegue el trabajo de esta escritora que un día se sentó a escribir cosas como éstas.

Y más allá, celebremos tener un libro bello y posible, entre las manos. Es posible la belleza de los libros, todavía, a pesar de Mauricio Macri. A pesar de nuestra traición a los libros, es posible que una editorial del culo del mundo, haga un libro como éste. Una colección como ésta en la que celebro la bienvenida de una mujer como Eugenia Almeida, que sólo puede enriquecer a sus compañeros y a su compañera. Darle vuelo, profundidad, hondura, análisis, una desnudez, una desnudez tan femenina.

Celebro una editorial dirigida por una mujer porque cuando se tiene un libro de su sello, una sabe que se encontrará con literatura. A veces, cuesta diferenciar los libros debido a cierto mal gusto de sus editores, no se sabe si una tiene en sus manos una novela, una autoconfesión o un libro sobre derecho penal. Entonces, permítaseme la vanidad, yo agradezco este papel, esta dedicación, la mirada de Demian Orosz, ¡otro!, otro inexplicable entre nosotros.

Y es una pena ser una tan bruta y no encontrar palabras más acertadas respecto al sentido de un libro como este, que habla de una pausa. Que habla de un silencio donde sea posible escuchar el murmullo de nuestro sistema nervioso. O el eco del primer estallido del universo.

Más allá del lenguaje, hay una sanación. Es posible, atravesando el lenguaje, encontrar un lugar donde reposar alguna vez, que es tan necesario como esta pausa en la vida de una escritora. Porque una vez el libro está escrito, la vida sigue y hay que presentarlo, decirlo, explicarlo, hay que vivir la vida y seguir comiendo, encontrarse con que una no está sola en el mundo como le hizo creer el espíritu diabólico del libro. Pero antes, una escritora, se sentó a escribirlo, atravesó el lenguaje, con humildad y hasta me atrevería a decir, despojada, hasta el final, despojada de ella misma, aunque no sea menor que se atreviera a usar la primera persona.

Trabajemos con elegancia, dijo Rita Cortese mientras filmábamos La viuda de Rafael. Nunca más bello un deseo. Así, como trabaja Eugenia Almeida."


Camila Sosa Villada






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