“Me gustaría creer que esto no es más que un cuento que estoy contando.
Necesito creerlo. Debo creerlo. Los que pueden creer que estas historias son
sólo cuentos tienen mejores posibilidades.”
Esa es la voz de la criada, la mujer que irá relatando una vida cotidiana
atravesada –perforada– por la violencia de una dictadura teocrática.
Lo que
alguna vez fue parte del territorio de los Estados Unidos lleva ahora el nombre
de Gilead. La mayoría de las mujeres ha sido desprovista de todo derecho. Existen
diferentes categorías que implican un cierto tipo de trabajo: están las
“Marthas”, las econoesposas, las esposas de los comandantes, las criadas, las
viudas y las no mujeres. Muchas jóvenes son “educadas” en campos con guardianas
que llevan en su mano aguijones eléctricos. Se las entrena para un rol muy particular:
reproductoras sexuales para matrimonios que no pueden tener hijos. Encerradas
en cuartos en los que no hay cristales ni nada donde pueda “atarse una cuerda”,
esperan el momento en que son llamadas para una extraña ceremonia de
reproducción que incluye a la esposa, al Comandante (cargo que implica el
derecho a tener una criada) y a estas mujeres consideradas sólo como portadoras
de un útero. El ritual está planeado para anular el placer e invisibilizar la
presencia de la criada. Una persona a la que se le niega, incluso, su propio
nombre.
Las criadas tienen prohibido leer y escribir. Cualquier gesto que pueda suponer
un cuestionamiento al régimen implica la persecución y la desaparición. Con una
jerarquía tenebrosa que reproduce la iconografía cristiana (los Ángeles, los
Guardianes de la Fe), Gilead es una de las formas posibles del horror.
Lo increíble de esta novela de Margaret Atwood es cómo logra mostrar que
para construir ese infierno sólo basta con poner en relación ciertos elementos ya
presentes en nuestro mundo. Se trata sólo de una nueva configuración.
El cuento de la criada dialoga con
otras obras que también denuncian el peligro del fanatismo. La primera relación
que se establece es, claramente, con 1984,
de Orwell. En este caso se trata de un 1984
religiosamente ensañado con lo femenino. Un libro imprescindible para recordar
que cada vez que una ideología intenta ser impuesta por la fuerza, el resultado
es una tragedia.
Eugenia
Almeida
Publicado
en Ciudad X
Agosto
2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario