Un bar en la ruta. Un grupo de mujeres extranjeras, sombras sin papeles que han quedado atrapadas en el negocio de la prostitución. Un territorio custodiado por un hombre silencioso que, sin embargo, comienza a contarle su historia a una de esas mujeres. Mientras Herbal despliega su relato su mano va dibujando las servilletas con un lápiz de carpintero; un objeto precioso en el que se concentra el pasado. Quien habla ha sido fuerza de choque de los falangistas, guardia de prisión, torturador, asesino.
Herbal trae a su voz toda la oscuridad que provocó el Franquismo. Las listas negras. Las persecuciones. Los fusilamientos. Los eventuales sobrevivientes que vuelven a la cárcel perdidos para siempre en una bruma indescriptible. La iglesia católica como cómplice indispensable; el Papa Pio XII celebrando el triunfo de “la católica España”. La temible cárcel de Santiago.
Pero en la historia también aparece la resistencia, la lenta construcción de gestos que impide el objetivo de los verdugos: hacer que sus víctimas pierdan su condición de humanos. Un grupo de prisioneros desata una tormenta de toses como protesta ante una misa. Las lavanderas transmiten mensajes con el color de la ropa que cuelgan de las sogas. Un hombre defiende su alegría y su esperanza.
Un barco naufraga y los mil acordeones que lleva en su bodega llegan a la orilla. Durante toda la noche el viento y el agua hacen sonar esa orquesta fantasma. Quizás esta sea la imagen que mejor resume el espíritu de El lápiz del carpintero. De todo lo que ha sido perdura un sonido: una voz que habla y nos recuerda que el pasado siempre está presente.
Manuel Rivas es uno de los escritores gallegos más importantes de su generación. Nacido en 1957, hijo de un albañil y una lechera, siguiendo el consejo de su madre –conseguir un trabajo en el que no se mojara–, a los quince años comenzó a colaborar en un diario de su región. Periodista, poeta, dramaturgo, narrador y ensayista, el autor siempre se ha ocupado de luchar por el reconocimiento y la permanencia de la lengua gallega.
El trabajo de Rivas se ancla en la memoria para decir que es necesario poner en palabras aquello que fue silenciado. En una entrevista que le hiciera Silvia Hopenhayn, el escritor dijo que la memoria “tiene un movimiento que se desplaza hacia adelante. Es el movimiento del barquero y el buen barquero sabe que para remar tiene que ponerse de espaldas al destino. Es la mejor forma de impulsarse y la mejor forma de ver, porque si quiere ir hacia una isla en medio de la niebla, tiene que tener la referencia en el pasado, en lo que deja atrás. Tiene que trazar coordenadas a partir de un faro o un cabo. Eso le permite seguir un rumbo. La forma de andar de la literatura se parece mucho a la de ese barquero.”
El lápiz del carpintero –ganador de los premios Crítica de Narrativa y Amnistía Internacional– fue publicado originalmente en 1998.
Eugenia Almeida
Publicado originalmente en Ciudad X
Bellísimo libro de ese gran escritor que es Manuel Rivas, Euge. Gracias por haberlo recordado. Abrazo grande. Isabel
ResponderEliminarGracias a vos, Isabel.
ResponderEliminar