Tabajara Ruas estaba exiliado en Buenos Aires cuando comenzó a escribir
esta novela. La terminaría un año después, en Copenhague. En 1971 había logrado
escapar de Brasil, perseguido por la dictadura a la que combatía. Arquitecto,
escritor y cineasta, Ruas es considerado uno de los mejores narradores de la
literatura brasilera contemporánea.
Cid Espigao es un detective privado. Cada noche su pequeña oficina se
convierte en dormitorio después de correr el escritorio y abrir el sofá cama. Un
día recibe la visita de la Señora Gunter, esposa de un coronel, pidiéndole que busque
a su hijo. El caso parece sencillo: Espigao encuentra a Sergio en el bar de la
Facultad de Medicina, cuarenta minutos después. A partir de allí, las cosas se
van a ir complicando y el clima va a volverse cada vez más turbio para desnudar
la corrupción, la violencia política y la miseria del Brasil de los 70.
Habrá una fiesta, una chica descompuesta, un grupo de hombres con uniformes
nazis, tres disparos, un avión que cae en medio de la selva. Un militar que
enloquece al ser testigo de algo inexplicable, un “niño bien” que escapa
dejando una carta ambigua, un empresario, un hospital psiquiátrico. Un hombre
que se llama a sí mismo “el maldito”, “el escondido”, “el apestado”. Una
confesión grabada en un cassette, un cuerpo decapitado, un yacaré. Una ansiedad
generalizada que busca saciarse en la velocidad y el exceso. Un relato que
anticipa, por tramos, lo que llegará después. La pregunta inevitable ante los
desconciertos, los malentendidos y las traiciones: ¿quiénes son realmente
aquellos a quienes creemos conocer? Un detective agobiado por el insoportable peso
de las tardes de domingo. Una historia que finalmente desemboca en los sótanos horrendos
e indescriptibles de la dictadura brasilera.
Eugenia Almeida
Publicado originalmente en Ciudad X
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