“La verdad es algo que yo me inventé para poder vivir”. Quizás esa frase sea la que une a todos los personajes de esta novela. Una historia coral que se va abriendo en capas y permite ver algunos de los modos en los que se enlazan la memoria y la supervivencia.
Un anciano –cerrajero jubilado–, una adolescente de 14 años, un niño que comienza a preguntarse si no es uno de los 36 justos que sostienen el mundo gracias a su santidad, un escritor refugiado en Chile. Un libro publicado en español y comprado en una librería de usados de Buenos Aires, un manuscrito perdido y recobrado. Un hombre que aprende a volverse invisible para resistir y que ahora depende de la mirada de los otros como única prueba de su existencia. Una noticia espantosa leída por azar en el diario que sostiene alguien en la mesa de al lado en un bar. Las visitas furtivas a un antiguo amor que agoniza, inconsciente, en el hospital. La soledad como una condena omnipresente pero también la entrega absoluta que implica hacer preguntas y confiar plenamente en las respuestas. Personas que sucumben al deseo de escribir y luego se preguntan por el destino de esos escritos que boyarán, se alejarán, se perderán y se recuperarán trastornando sus vidas y las de otros.
Celebrada por el premio Nobel J. M. Coetzee, La historia del amor ha sido traducida a más de 35 idiomas. Su autora, Nicole Krauss, alguna vez dijo: “recordamos sólo aquello que decidimos recordar y apartamos cosas que nos han hecho sufrir. Nuestra memorias se tejen con un hilo narrativo que, en cierto modo, es puramente ficcional”.
Eugenia Almeida
Publicado originalmente en Ciudad X
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