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martes, 15 de septiembre de 2015

Comentario de Milena Heinrich sobre "La tensión del umbral"




Una trama negra que desnuda las redes policiales

En La tensión del umbral, la escritora cordobesa Eugenia Almeida desmonta una trama policial pero también polí­tica sobre las redes del crimen y del poder en una ciudad cualquiera del paí­s, lejos de protagonistas heroicos, pistas misteriosas o investigaciones épicas y cerca de una preocupación que trasciende a la realidad, sin por eso resignar la tensión disparada por la pesquisa ficcional.


  
El suicidio de una mujer a plena luz del dí­a y en pleno centro urbano, frente a la mirada desprevenida de unos cuantos testigos, desata la conmoción de un periodista, Guyot, que a pesar de las sugerencias de las fuerzas policiales de desatender el caso decide investigar esa muerte incomprensible -un disparo en el pecho,- sin el aval del diario en el que trabaja ni el de sus informantes.

Con esa primera escena, Almeida despliega una narración policial y negra partiendo "de un lugar pantanoso: comprender un suicidio. Uno puede decirse un montón de letaní­as para soportar el dolor pero son muertes que nunca cierran en una explicación. Y más acá, que es un suicidio muy particular porque es del orden de lo público, de esos que irrumpen en el mundo de los otros y por eso deben leerse de otra forma", dice su autora a Télam.

Ocurre que en La tensión del umbral (Edhasa), el suicidio desnuda una trama de relaciones y mecanismos vinculados a las fuerzas de seguridad, el ejercicio de la ley y el rol de los medios de comunicación, o en otras palabras, "construcciones de poderes ocultos que funcionan como redes -memorias muy nuestras, ¿no?, se interrumpe- y cuando muere el malo, un segundo después hay otro en su lugar".

De alguna forma, "en el libro hay una linealidad con la realidad, con cosas que vivimos cotidianamente y que en la vorágine perdemos de vista", sostiene esta escritora de Unquillo, (Córdoba), licenciada en Comunicación social, autora de las novelas El colectivo, editada con creces en España, Grecia, Francia, Portugal, Italia y Austria; y de La pieza del fondo, además del libro de poesí­a La boca de la tormenta.

Con su tono pausado de canto cordobés, Almeida, de visita en Buenos Aires para presentar su última publicación, reflexiona acerca de su propia tarea, del modo en que realidad y ficción se encuentran: "Si tuviese que reflexionar sobre cuál es la mirada que me interesa abordar en mis libros dirí­a que es una mirada etnográfica, que se pare con una distancia de extrañamiento para ver lo cotidiano desde otro lugar".

Se refiere, por ejemplo, a que en Córdoba la policí­a "está siendo cuestionada y criticada, sobre todo después del acuartelamiento de 2014". Y a ella eso la interpela: "cómo funciona la cabeza de alguien que trabaja con ficción es un misterio pero sí­ sé que estoy muy atenta a la realidad cotidiana, leo diarios y aunque muchas veces son realidades que no me tocan, pasan a mi alrededor y un día me levanto diciendo `listo, hoy tiene que parar todo', pero nunca para".

Si bien su novela no se centra ni en la policí­a de Córdoba ni tampoco en las trampas de "un sistema que arrincona, en el que algunos tenemos privilegios mientras a otros se les violan permanentemente sus garantí­as individuales", Almeida propone una historia tan atrapante como despojada en la que desvela la cocina de las redes del crimen y del poder.

Para levantar esa trama de complicidades Almeida no eligió un personaje a lo Sherlock Holmes lúcido y audaz: "Me gustan los protagonistas que no son súper brillantes, sino gente común. Guyot no sabe todo, no es vivo, muchas veces es ingenuo y no logra ver que está desatando un dominó en el que las balas no le pegan a él pero le dan cerca".

En esta línea, la escritora cordobesa distinguida por El colectivo con el premio "Dos Orillas" que otorga el Salón del Libro Iberoamericano de Guijón, explica -acaso sea esa la razón que mantiene en vilo su lectura- que "la novela no ofrece resquicios ni proceso heroico, los personajes van descubriendo que tienen menos espacio vital para moverse, están arrinconados y deben elegir qué hacer".

Es que "la dominación se vuelve completa cuando el miedo está sobre el otro y el otro sabe que no debe moverse. Las redes organizadas se construyen no solo con gratificaciones, sino con presiones, advertencias, secuestros", dice la autora, de ahí que como narradora le "interesan mucho los gestos pequeños de las personas, en esta novela dentro de esas redes".

Y como narradora de ficción la convoca también "pasarla bien, estar metida en la historia y poder circular dentro de ese mundo" pero sobre todo "permitirme lo que sea porque siempre hay tiempo de tachar y corregir. Para mí escribir literatura es un espacio de libertad y lo cuido como tal".

¿Y qué no te permitís? "Cuando algo me complace demasiado. Para mí lo primero es la historia, el resto no importa. Y tampoco me permito intervenir demasiado en el relato, las cosas no son como yo quiero. Está bien, es claro que yo tengo opinión sobre todo pero en la novela no me permito que aparezca porque creo que el narrador despliega un escenario, no baja línea". "Y tampoco me permito - reflexiona y resume Almeida- dar cosas por sentado. El día que te dejás de maravillar se acabo la magia. Me gusta desnaturalizar las cosas, generar un efecto de extrañamiento y pensar que desde la ficción puedo traer algo de la cotidianidad desde otro lugar y con otra historia, y que de alguna manera haga un eco en la realidad".


Milena Heinrich
http://www.telam.com.ar/notas/201507/114300-una-trama-negra-que-desnuda-las-redes-policiales.html



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