La verdad está ahí
Dicen que cuando Nelson Mandela salió de prisión, después
de 27 años de confinamiento, una de las primeras personas a las que pidió ver
fue a Nadine Gordimer. Menuda, combativa, terca, esta mujer era de los que, perteneciendo
al grupo de los privilegiados, cruzó la línea y luchó del lado de los
oprimidos. Luchó con gestos cotidianos pero indispensables: abrir la puerta a
aquellos que la ley prohibía cobijar, ayudar a llegar a la frontera a los que
huían, escribir, traer a la luz la injusticia, nombrarla.
Alguien la
llamó, alguna vez, la “guerrillera de la conciencia”. Y eso es lo que siguió haciendo esta sudafricana: una guerra de guerrillas, sus palabras
agrupadas donde no las esperábamos, combatiendo los focos de la comodidad, de
la ceguera, del conformismo.
En este libro Gordimer presenta diez relatos que se unen
en una doble pregunta: ¿Qué es lo que nos han quitado? ¿De qué hemos despojado
a los otros? Todo habla aquí de esclavitud: la que imponemos, la que nos es
impuesta, la que nos obligamos a seguir como herederos de la miseria. Pero en
estos cuentos todo habla, también, de libertad. De la posibilidad de construir
una alternativa al sometimiento. Y de la responsabilidad de preguntarnos cómo construimos
las tradiciones que nos oprimen.
En los relatos aparecen diferentes escenarios y
situaciones: el terremoto más enorme que pueda imaginarse; un hombre obligado a
una caminata humillante; los organismos de ayuda internacional, las supuestas
buenas intenciones desde Nueva York o Ginebra; la presencia de minas
antipersonales; un amor que no se define por lo que duró o por cómo terminó
sino por lo que trajo; un campus universitario al que llega un grupo de
indigentes; un nadie al que se le da nombre, documentos y dinero para volverlo
un sicario; un asesino que deja flores en la tumba de su víctima; un hombre que
debe permanecer callado para siempre; la muerte que irrumpe a través de un
mensajero insignificante; una pareja de mestizos que recoge un bebe abandonado;
las listas negras, la cárcel, la persecución.
Pero las esclavitudes de las que habla la autora no son
solo históricas, son también personales: las reuniones familiares en las que
todos hablan del ausente (sus decisiones, sus errores, su “verdadera” forma de
ser) creyendo –o simulando creer– que esos debates tiene alguna relación con el
afecto. La empecinada convicción de juzgar los deseos ajenos. El abandono de
los valores para ajustarlos a las ventajas de la prosperidad; la espiral de
concesiones, deslices y justificaciones que lleva a la corrupción. Los buenos principios
defendidos en abstracto pero automáticamente olvidados si ponen en peligro la
rutina de la propia vida. El lenguaje como herramienta para perpetuar la
injusticia.
Convencida de
que "la literatura busca más explorar el mundo que explicarlo",
Gordimer sostenía que “la ficción brota de una necesidad extraña de encontrarle
sentido a la vida, lo cual viene tanto de la presión sociopolítica a tu
alrededor como de tu propia evolución mientras vas creciendo, de tus emociones,
de tus ideas, de tus relaciones. Entonces creo que la verdad está ahí.”
Saqueo
presenta un trabajo literario que expone, desmenuzándolas, la mentira, la
estupidez y la maldad que son el núcleo de todo racismo. La autora nos recuerda
que cada uno de nuestros gestos –aun los más íntimos– impactan sobre el mundo y
tienen consecuencias. Y que esa red de gestos es la materia prima con la que
está hecho el mundo.
Eugenia
Almeida
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