La isla de la memoria
Un hombre camina por un sendero. Es “un fantasma que persigue su pasado”. Sime Mackenzie, sargento de la División de Homicidios de la policía de Montreal, forma parte del equipo que investiga un asesinato ocurrido en Entry island; una de las islas de La Magdalena, en el Golfo de San Lorenzo, Canadá. Si bien están en una región francófona, los isleños sólo hablan inglés. Es por eso que Sime ha sido incluido en el equipo: sus antepasados escoceses le han dejado como herencia el perfecto manejo de esa lengua.
Entre los ocho policías que llegan a la isla está Marie-Ange, la especialista en escenarios del crimen que acaba de divorciarse de Sime. La tensión se siente: la furia contenida suena como una tormenta.
En una isla con menos de cien habitantes, donde nadie cierra las puertas con llave, un hombre ha sido acuchillado. Su esposa declara que un intruso los atacó pero la policía local la considera la principal sospechosa. Desde que la ve, Sime siente que ya la conoce aunque ella insiste en que no es así. En ese encuentro comienza una intriga que avanza en paralelo a la investigación sobre el asesinato.
La novela se asoma a la realidad sociolingüística de Canadá y a los intricados factores culturales enlazados a una lengua. Entry Island trabaja en dos tiempos: la trama policial que se desarrolla en la actualidad y una intriga de otro tipo –histórica, social– que busca profundizar en algunos aspectos del origen de las naciones no siempre visitados por la literatura. La historia de lo que hoy conocemos como “Canadá” está hecha de dolor, de destierro, de enfermedad, de muerte. No sólo las comunidades originarias fueron arrasadas. Otros pueblos también fueron desposeídos de su tierra y su idioma, obligándolos a radicarse en un lugar que no era el suyo. Los historiadores llaman a ese evento “La expulsión de los gaélicos”. Miles de escoceses forzados a abandonar sus casas a mediados del siglo 18. Miles de personas asesinadas o subidas violentamente a un barco con destino a América. Un lugar al que llegaban unos pocos, los que habían logrado resistir, solo para descubrir que debían esperar todavía más en una isla donde eran puestos en cuarentena.
Sime Mackenzie va hilando la historia de sus ancestros a partir de los recuerdos de su infancia: los relatos de su abuela vuelven como una forma de protegerse del insomnio. Quizás es justamente ese estado intermedio –despierto pero entredormido– lo que le permite dejar que el pasado y el presente se crucen para construir un mapa que explique algo de lo que sucede.
Peter May nació en Escocia en 1951. Antes de ser novelista trabajó como periodista y guionista. Según cuenta la leyenda, escribe una novela cada mes y medio.
Eugenia Almeida
Publicado originalmente en Número Cero
No hay comentarios:
Publicar un comentario