Alguien se refirió a esta novela diciendo que está protagonizada por los
“jóvenes viejos”. La denominación es exacta. Aquí se presentan vidas que
transcurren entre la abulia y la opresión.
Hay un tren que va y vuelve de Banfield, la inminencia de un desalojo, una
mujer que nunca es nombrada, un hijo abandonado, el paso de un trabajo a otro,
la fatalidad, la omnipresencia de la ciudad, la alienación de los que corren
todo el día para alimentar la maquinaria absurda del capitalismo.
El protagonista trabaja como escribiente en un Juzgado. El relato de la
vida interna de Tribunales es extraordinario y puede ayudar a entender mejor
los conflictos gremiales que hay actualmente en el Poder Judicial de nuestra
provincia.
Emilio lucha por no acostumbrarse (algo que sólo parece requerir resignación
y tiempo) y en esa lucha monta escenas que le permiten conservar su
indignación. Harto del ambiente de Tribunales, comienza a trabajar como
profesor particular y luego como remisero.
Toda la historia trae ecos de “El Proceso” de Kafka: espacios agobiantes
donde los personajes se mueven como si estuvieran perdidos, como si no hubiera
salida o como si todo fuera lo mismo; escenas en las que los transeúntes se
convierten en un público que sigue con interés lo que sucede. También están aquí
lo grotesco, lo absurdo, lo ridículo y la espantosa contundencia de lo
tragicómico.
Los horrores cotidianos son naturalizados por la repetición. Y todo el tiempo,
la novela se perfila como una radiografía brumosa y dolida de una época.
Alberto Vanasco nació en Buenos Aires en 1925. Publicó su primera novela a
los 17 años, ayudado económicamente por su tía. Novelista, cuentista, poeta y
dramaturgo, dirigió junto a Paco Urondo la revista Zona.
Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Octubre 2013
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