Tres escritores, a
fondo con la literatura, con o sin tonada
POR BARBARA ALVAREZ
PLA
Los cordobeses
Luciano Lamberti y Eugenia Almeida y el sanjuanino Rogelio Ramos Signes
hablaron de la literatura, la vida y el color local en el “Diálogo de provincias”.
¿Existe la tonada en
la escritura? Seguramente sí: la tonada como valor afectivo, como expresión de
lo que un escritor es en este mundo. En un tiempo y un espacio que
irremediablemente marcan su literatura. La tonada sería entonces el ritmo con
el que se escribe. Con esa pregunta, y algunas reflexiones sobre los mitos
impresos en el imaginario colectivo, con los que necesariamente la literatura
tiene que vérselas, se hizo, en la Feria del Libro, el segundo encuentro del
ciclo “Diálogo de Provincias”, que por segundo año pone a charlar en una mesa a
escritores llegados de diferentes puntos del país. En esta ocasión, y bajo el
título “Nuevos imaginarios, viejas mitologías”, les tocó el turno a los
cordobeses Luciano Lamberti y Eugenia Almeida y al sanjuanino Rogelio Ramos
Signes, coordinados por la jujeña María Eduarda Mirande.
La coordinadora afinó
la charla y se acercó a los posibles mitos que, en su opinión, han dado origen
a la literatura argentina: desde la relación entre civilización y barbarie o
las historias de migraciones –que hablan de pérdida de identidad y búsqueda de
una nueva-- hasta los discursos cuasi mesiánicos del peronismo y claro, la
dictadura como otra de las huellas imborrables.
“Mi generación llegó
al tema de la dictadura cuando ya estaba agotado. Una novela más sobre la
dictadura sería insoportable”, dijo Luciano Lamberti, que nació en 1978 y
escribió los libros de cuentos “Sueños de siesta” o “El asesino de chanchos”. Y
quiso añadir una reflexión más sobre la pregunta lanzada al inicio de la
charla: “¿Tonada? Un escritor debe preocuparse de contar una historia, no de
ponerle sabor local”.
Le tocó el turno
entonces a Rogelio Ramos Signes (1950), autor del poemario “La casa del te” y
“El décimo verso”, entre otras obras, quien señaló que “los mitos son como los
libros de consulta de las bibliotecas, uno va a por ellos solo cuando los
necesita. Si partimos de que todo texto es un palimpsesto, los mitos están
incluidos sin remedio en todo lo que escribimos”. “En cuanto a la tonada”,
señaló, “trato siempre de que no aparezca”.
Llegó después el
turno de ponerse filosóficos y la coordinadora de la charla preguntó a los escritores
de dónde pensaban ellos que venía la necesidad de ficción. ¿Por qué se lee
ficción? ¿Por qué escriben ficción? “Todos necesitamos ficción, desde el
momento que de chicos pedimos que nos lean un cuento, y creo que terminamos escribiendo la historia
que nos gustaría que nos hubieran contado”, reflexionó Ramos Signes. Y la
charla volvió a la orilla de los imaginarios, los viejos, los nuevos, ¿Hay
diferencia? Mirande opinó que los imaginarios actuales se caracterizan por no
tener de fondo las utopías, sino las distopías, con otros espacios y otro tipo
de apuesta a los lectores, que ya no confían en los finales bien cerrados, que
ya no necesitan que una historia termine bien o dé esperanza. Que cambió el
concepto de lo que es normal. Y Almeida –nacida en 1972 y autora de las novelas
“El colectivo” y “La pieza del fondo”--, completó: “En mi forma de ver el mundo
no existe la llamada 'vida normal', solo hay una estadística de la mayoría que
se toma como normal”.
Literatura y vida,
fue la consigna planteada a modo de cierre la charla. ¿Se relacionan? ¿Se
cuentan? ¿Se combinan? Sin esperar un
minuto tomó el micrófono Luciano Lamberti: “Literatura y vida son términos
antagónicos”, sentenció. Y lo contradijo Almeida: “Para mí no es así. Pienso
que la literatura es una de las cosas más hermosas de la vida”.
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