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miércoles, 30 de abril de 2014

Diálogo de provincias / 40º Feria del Libro de Buenos Aires




Tres escritores, a fondo con la literatura, con o sin tonada

POR BARBARA ALVAREZ PLA

Los cordobeses Luciano Lamberti y Eugenia Almeida y el sanjuanino Rogelio Ramos Signes hablaron de la literatura, la vida y el color local en el  “Diálogo de provincias”.
               

¿Existe la tonada en la escritura? Seguramente sí: la tonada como valor afectivo, como expresión de lo que un escritor es en este mundo. En un tiempo y un espacio que irremediablemente marcan su literatura. La tonada sería entonces el ritmo con el que se escribe. Con esa pregunta, y algunas reflexiones sobre los mitos impresos en el imaginario colectivo, con los que necesariamente la literatura tiene que vérselas, se hizo, en la Feria del Libro, el segundo encuentro del ciclo “Diálogo de Provincias”, que por segundo año pone a charlar en una mesa a escritores llegados de diferentes puntos del país. En esta ocasión, y bajo el título “Nuevos imaginarios, viejas mitologías”, les tocó el turno a los cordobeses Luciano Lamberti y Eugenia Almeida y al sanjuanino Rogelio Ramos Signes, coordinados por la jujeña María Eduarda Mirande.

La coordinadora afinó la charla y se acercó a los posibles mitos que, en su opinión, han dado origen a la literatura argentina: desde la relación entre civilización y barbarie o las historias de migraciones –que hablan de pérdida de identidad y búsqueda de una nueva-- hasta los discursos cuasi mesiánicos del peronismo y claro, la dictadura como otra de las huellas imborrables.

“Mi generación llegó al tema de la dictadura cuando ya estaba agotado. Una novela más sobre la dictadura sería insoportable”, dijo Luciano Lamberti, que nació en 1978 y escribió los libros de cuentos “Sueños de siesta” o “El asesino de chanchos”. Y quiso añadir una reflexión más sobre la pregunta lanzada al inicio de la charla: “¿Tonada? Un escritor debe preocuparse de contar una historia, no de ponerle sabor local”.

Le tocó el turno entonces a Rogelio Ramos Signes (1950), autor del poemario “La casa del te” y “El décimo verso”, entre otras obras, quien señaló que “los mitos son como los libros de consulta de las bibliotecas, uno va a por ellos solo cuando los necesita. Si partimos de que todo texto es un palimpsesto, los mitos están incluidos sin remedio en todo lo que escribimos”. “En cuanto a la tonada”, señaló, “trato siempre de que no aparezca”.

Llegó después el turno de ponerse filosóficos y la coordinadora de la charla preguntó a los escritores de dónde pensaban ellos que venía la necesidad de ficción. ¿Por qué se lee ficción? ¿Por qué escriben ficción? “Todos necesitamos ficción, desde el momento que de chicos pedimos que nos lean un cuento,  y creo que terminamos escribiendo la historia que nos gustaría que nos hubieran contado”, reflexionó Ramos Signes. Y la charla volvió a la orilla de los imaginarios, los viejos, los nuevos, ¿Hay diferencia? Mirande opinó que los imaginarios actuales se caracterizan por no tener de fondo las utopías, sino las distopías, con otros espacios y otro tipo de apuesta a los lectores, que ya no confían en los finales bien cerrados, que ya no necesitan que una historia termine bien o dé esperanza. Que cambió el concepto de lo que es normal. Y Almeida –nacida en 1972 y autora de las novelas “El colectivo” y “La pieza del fondo”--, completó: “En mi forma de ver el mundo no existe la llamada 'vida normal', solo hay una estadística de la mayoría que se toma como normal”.

Literatura y vida, fue la consigna planteada a modo de cierre la charla. ¿Se relacionan? ¿Se cuentan? ¿Se combinan?  Sin esperar un minuto tomó el micrófono Luciano Lamberti: “Literatura y vida son términos antagónicos”, sentenció. Y lo contradijo Almeida: “Para mí no es así. Pienso que la literatura es una de las cosas más hermosas de la vida”.






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