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jueves, 25 de febrero de 2016

Nos vemos allá arriba - Pierre Lemaitre



La gran estafa  


Dos de noviembre de 1918. La Primera Guerra Mundial está a punto de terminar y los combatientes saben, cada uno en su bando, que todo va a cambiar. Los hombres se dividen entre quienes sienten el alivio y preferirían no moverse hasta que se firme el armisticio y aquellos otros que desean su último trago de sangre, desesperados ante la idea de que el escenario de la batalla desaparezca. El teniente d´Aulnay–Pradelle quiere aprovechar hasta el minuto final su posibilidad de volver con honores. Está dispuesto a sacrificar a sus hombres y a provocar él mismo un tiroteo que justifique la ofensiva. 

Dos soldados salen de las trincheras y caen muertos. Albert Maillard va detrás de ellos y descubre que las balas han venido del lado francés. Entiende, en un destello, que el teniente les ha disparado. Todo se vuelve un momento confuso, una guerra privada dentro de la Gran Guerra. Albert queda enterrado vivo, tapado por la tierra, enfrentado a la cabeza de un caballo muerto. Édouard Péricourt, uno de sus compañeros, logra sacarlo del pozo y revivirlo. Justo en ese momento, una metralla alcanza la cara de Édouard, le arranca la mandíbula inferior, lo deja marcado de por vida. 

Quien fue salvado se convertirá en el cuidador de quien ha perdido el rostro. ¿Cuál es el lazo que los une? No se trata de agradecimiento. Es más bien la necesidad de sostener al otro como único testigo de lo que han sufrido. También juegan su papel la culpa, el rencor y el remordimiento.

Mediante documentos falsos, Albert logra que su compañero herido sea evacuado. Tiempo después lo busca y lo lleva a vivir con él. La relación entre los dos se construye en los límites de lo posible. Hay algo en el personaje de Édouard que recuerda a los mutilados del cuento “Los sin cara” de Marcel Schwob. Algo terrible y tierno a la vez. 

Así comienza esta historia en la que se cruzan miles de muertos anónimos, la alta burguesía francesa, un adicto a la morfina, una niña que decora máscaras de pasta de papel, una fotografía inesperada, un perro huyendo con un hueso,  un hombre anuncio que se pasea por las calles de París, un cuaderno como herramienta de conversación, un aristócrata sin fortuna que está dispuesto a hacer cualquier cosa para recuperar su status social, un grupo de senegaleses corriendo bajo la lluvia y dos enormes estafas.

Una vez terminada la guerra, los buitres llegan a alimentarse con lo que queda. Buitres de uniforme; antiguos mandos dedicados a la recuperación y venta de stocks militares; empresarios que buscan generar negocios a gran escala. La rapiña, el robo, el soborno, la corrupción, la especulación, la codicia. Desde la esfera estatal surge el proyecto de exhumar y reagrupar en nuevos y enormes cementerios los cadáveres de los soldados caídos. La maquinaria económica que implica ese operativo es escalofriante: exhumaciones, traslados, ataúdes, nuevos enterramientos. Una macabra cadena productiva que pone en evidencia los negociados que puede ofrecer la guerra y la conversión de los cadáveres en mercancía. 

Nos vemos allá arriba se ocupa de mostrar ciertos aspectos de la posguerra. El regreso de los soldados y el lugar que encuentran en la sociedad. Un lugar de desplazados, de marginales a los que se ha estafado  pidiéndoles todo a cambio de nada. Los muertos son rápidamente convertidos en héroes; los sobrevivientes son vistos con recelo, con desconfianza, con incomodidad. Su presencia recuerda constantemente la otra cara de la guerra, lo que nunca podría ser disfrazado de gloria o heroísmo. Al mismo tiempo, la novela parece decir a cada momento que nada ni nadie puede mantenerse oculto para siempre.

Pierre Lemaitre nació en Francia en 1951. Psicólogo de formación, durante muchos años se dedicó a enseñar literatura a bibliotecarios. Una de sus alumnas –que luego se convertiría en su esposa– le preguntó por qué no escribía y Lemaitre le dio un viejo manuscrito para que lo leyera. En cuanto terminó la lectura, ella lo convenció de que debía publicarlo. Esa primera novela fue enviada a veinte editores y tuvo como respuesta veinte rechazos y un arrepentimiento: uno de los que inicialmente había dicho que no llamó por teléfono a Lemaitre para decirle que se había equivocado y que estaba dispuesto a publicar el libro. Era 2006 y el autor tenía 56 años. Un comienzo de carrera que muchos describieron como “tardío”. Siete años después, Lemaitre dejaría los policiales que lo hicieron famoso en Francia para jugar más allá de los géneros y escribir Nos vemos allá arriba. La novela ganó el prestigioso premio Goncourt en 2013 y fue elegida como  la mejor novela francesa del año por la revista Lire.  


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X





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