lunes, 31 de octubre de 2016

"Siluetas" - Natalia Aguerre




Feliz de ver la maravilla que hizo Natalia Aguerre, 
estudiante de Diseño Gráfico en FADU (UBA)
con mi cuento "Siluetas".

Aquí, un link para ver su trabajo para la materia Ilustración, Cátedra Roldánun libro-álbum ilustrado.





Mi agradecimiento a Natalia, a la Cátedra Roldán y a la gente de Fundación Filba, que siempre está propiciando encuentros conmovedores.

Aquí pueden ver otros trabajos de Natalia y ponerse en contacto con ella





martes, 25 de octubre de 2016

Violencia de género: triste realidad, buena ficción - Daniel Gigena (Ñ)




Violencia de género: triste realidad, buena ficción

Narrativa. Escritoras locales como Nora Domínguez, Alicia Plante y Eugenia Almeida, entre otras, abordan en su obra una cuestión tan difícil como actual.


DANIEL GIGENA

Una certeza recorre las ficciones, no sólo policiales o del género noir, publicadas por escritoras argentinas. En la mayoría, los personajes femeninos son víctimas, muchas veces fatales, de una sociedad regulada por la ideología machista, si no psicopática. ¿Qué resonancias se encuentran entre los hechos consignados de forma diaria y la literatura de varias narradoras? En 2015, la investigadora Nora Domínguez había indicado que los movimientos ficcionales y no ficcionales de la violencia no reducen el horror sino que imponen una atención diferente dirigida hacia distintos flancos: la literatura y la vida no son universos separados. “La literatura ha ido a la par de esos datos y escenas desplegando las ficciones necesarias para trazar el mapa de la política proponiéndose como un campo de fuerzas donde la violencia y el terror desmenuzan aquello que de político contiene esta práctica verbal”, escribía Domínguez. Si bien las mujeres fueron víctimas sacrificiales de la ficción desde Ifigenia en adelante, en la Argentina de hoy las novelas en las que las mujeres mueren de manera violenta afectan de modo diferente el imaginario social.

“En 2011, tres mujeres murieron quemadas por sus parejas: las tres en la misma semana, en distintas ciudades –dice Laura Rossi, que reside desde 2009 en Rosario–. Hubo algo en eso que me llevó a pensar qué pasaría si esos actos fueran legales. Esa inquietud horrorosa fue el origen de mi primera novela, Suturas. Pero no me alcanzó: de ahí surgió Baldías. Creo que necesitaba un abordaje más realista, si se quiere, para descubrir qué era, en el fondo, lo que seguía interpelándome tan profundamente”. Rossi eligió contar la historia por medio de la conciencia de uno de los asesinos. Eso le permitió revelar, indica, “el después: cómo continúa la vida de esos hombres después de haber prendido fuego a sus parejas. Fui siguiendo esas voces, que terminaron en el centro de la novela”.

La nueva novela de Alicia Plante, La sombra del otro, comienza con un descubrimiento macabro que Laura, la protagonista, hace en su edificio cuando saca a pasear a su mascota. “La novela provino de la angustia, ese sentimiento hecho de indignación, dolor e impotencia que nos inunda ante la violencia contra las mujeres –señala la autora–. Trabajé mi historia desde ahí, desde esa angustia que tan bien conocemos. Y mi personaje principal, Laura Requena, que se hace cargo de entender qué pasó y cómo fue que la sangre de Ana brotó, corrió, volvió a manchar la memoria, es, primero, una mujer, y segundo, alguien con agallas”. La formación como psicoanalista de Laura la acerca a los pliegues más oscuros y enfermos del alma del hombre resentido que los diarios íntimos de la víctima revelan. En La sombra del otro la narradora deja intuir que el suicidio es, en verdad, un asesinato a distancia.

Para Melina Knoll, autora de Un perro solo, la violencia de género es sólo una forma de la violencia estructural de la vida social. “El recorte que a mí me interesa es el de la violencia, la que proviene de la desigualdad no sólo de género sino también la desigualdad socioeconómica, que con su escalada se vuelve un flagelo que diezma las relaciones humanas”, dice. Según Knoll, la violencia de género es un enfoque válido para leer las ficciones, pero parcial. En Un perro solo se narra el modo en que procede el círculo de la violencia en las relaciones personales. “No deja de ser también la historia de un hombre, Basquet, violentado por una mujer que, a su vez, fue violentada antes por otros hombres”, señala. En este punto, Rossi disiente con Knoll: “Es un recorte necesario. Eso no quiere decir que otros actos de violencia no tengan la misma importancia ni exijan el mismo repudio. Pero Chiara no mató a palos a su novio, Ángeles no tiró el cadáver de un tipo a la basura, Rosana no le pegó dos tiros a Arce, Wanda no prendió fuego a Vázquez”.

Pero, ¿se exorciza la violencia con la narración de la violencia? “Me parece imposible no percibir la violencia de género que nos rodea –afirma Eugenia Almeida, autora de La tensión del umbral– . Me interesa pensar en los modos que tiene nuestra sociedad de naturalizar lo inaceptable. Cómo cotidianamente hay miles de gestos que de un modo perverso producen esa violencia. Después, una vez al año, la mayoría se cuelga el cartelito de ‘Ni una menos’. Un segundo después vuelven a ser parte de la maquinaria que engendra esa violencia”. Su libro, flamante ganador del premio Transfuge a la mejor novela hispánica en Francia, comienza con una imagen terrible: una mujer apunta a alguien en plena calle y luego se dispara a sí misma. No obstante, la escritora cordobesa es consciente de los estereotipos en que puede caer una ficción orientada a la denuncia: “La literatura es una expresión artística y no debería tener una programática. Cada uno narra la historia que quiera o que pueda. El desafío está no tanto en lo que decimos, escribimos o leemos sino en la enorme brecha que se abre entre lo que se dice y se hace. El problema es la ceguera deliberada y la hipocresía”.

Este año, Luciana de Mello publicó Mandinga de amor, una historia de abuso sexual que se transforma en un romance fronterizo. “El trabajo más difícil que hice con la historia fue contar sin juzgar ni victimizar a los personajes. Y fue difícil, porque estaba trabajando un vínculo de abuso que comienza en la infancia. Lo cierto es que la infancia es el momento de mayor desamparo para la mayoría de los niños: desde el pibe que está trabajando en el subte hasta la nena que se desnuda frente a una cámara web, esta sociedad no para de consumir infancia, de consumir esa inocencia que tanto le gusta resaltar”, dice De Mello. La historia de amor entre sobrina y tío se narra sin una toma de posición explícita. “El peligro de la bajada de línea es nocivo para la ficción. Creo que la violencia es siempre de género, se funda junto con el patriarcado. Así la aplique una mujer contra otra mujer: es la idea del más fuerte haciendo uso y abuso de sus privilegios”, agrega.

En la flamante Cornelia, de Florencia Etcheves, investigadores van tras la pista de la desaparición de dos mujeres jóvenes. “Trabajé más de diez años en la sección policiales de un diario y la violencia de género siempre fue una constante. Los análisis y soluciones para esta situación, que en la Argentina se lleva centenares de vidas de mujeres y niñas cada año, les corresponde a las autoridades. Los periodistas y los escritores estamos para contarlo, denunciarlo y visibilizarlo”, dice Etcheves. Para ella, es inevitable que las narradoras reflejen en sus obras aquello que las conmueve. “Una sociedad en la que se lastima, viola o mata a mujeres y niñas no le es indiferente a la literatura. Si desde la ficción se puede llegar, tal vez, a alguna mujer víctima de violencia machista y colaborar para que se anime a salir de ese círculo de horror, entonces los libros se convierten en algo más que en entretenimiento o cultura, pueden cumplir un rol social”, añade.

Como sostiene Alicia Plante, “la literatura se mete con la vida”. Ya sea para denunciar la injusticia, para cuestionar la realidad o describirla, la ficción permite que la conciencia tenga más poder que el miedo. A las mujeres y a los niños, a los pobres y a todos los abusados del mundo, la literatura acaso los compense con dones bien concretos: un coraje nuevo y una esperanza.






sábado, 22 de octubre de 2016

Comentario sobre L´Échange ("La tensión del umbral") - BRUNO MOULARY - LE COIN DE LA LIMULE / LE FANZINE






A la suite d'une altercation avec un inconnu, une jeune femme se suicide. Simple fait divers selon la police, mais qui plonge le journaliste Guyot dans une quête obsessionnelle afin de comprendre ce qui a sous tendu ce geste.

Avec L' échange, Eugenia Almeida nous offre un portrait de l'Argentine contemporaine marquée par l'obligation de ne pas convoquer son passé récent, celui d'une effroyable dictature. Chaque individu semble l'outil d'un ensemble, d'un système, qui le dépasse et qu'il ne faut surtout mettre en lumière . 

"C'est une partie d'échecs, quelqu'un qui observe et découvre que son adversaire est particulièrement maladroit, qu'il ne voit pas la totalité du plateau, qu'il n'a pas de stratégie et qu'il perd des pièces" . 

On cherche sans cesse à se construire son histoire, mais les zones d'ombres paraissent encore inexpugnables. L'équilibre tout entier d'un pays semble alors reposer sur cette volonté de faire silence. L'échange est un roman paranoïaque passionnant dans lequel la fiction devient documentaire, tant elle nous dévoile par des chemins de traverse la réalité la plus constitutive, et la plus enfouie, d'un pays.




lunes, 17 de octubre de 2016

"La tensión del umbral" - Finalista del Premio del Lector 2016





Enorme alegría de saber que "La tensión del umbral" 
está entre los finalistas del Premio del Lector 2016.

Como cada año, los lectores pueden elegir su libro favorito 
entre los finalistas y votar online.

Este es el link para poder votar



Estos son los finalistas:



    



     



    


   


 




jueves, 6 de octubre de 2016

Comentario sobre L’échange (La tensión del umbral) - Blog Coquecigrues et ima-nu-ages




L’échange


Roman d’Eugenia Almeida (traduit de l’espagnol argentin  par François Gaudry – le traducteur de qqs Sépulveda, Arriaga etc…) paru dans les Editions Métaillié – toujours bon dans leur choix dans la littérature hispanique.


Difficile de résumer le roman (249 pages aérées) – choisi pour sa 1ère de couv’ intrigante et sobrement belle et l’extrait d’une critique « Vertige narratif admirable et poésie à hautes doses. » – tant il vit de sa construction, de la tension crée par les chapitres courts, le changement de perspectives, de personnages qui apparaissent, parlent, disparaissent (souvent pour toujours, devenus muets parce que 6 feets under), les phrases courtes, très courtes mêmes, les staccatos de mots aussi….ainsi que des silences, des non-dits tapis derrière les ellipses, et les blancs…

Une jeune femme, Julia Montenegro, va menacer à la sortie d’un bar un homme, en plein jour, devant une multitude de témoins, et va – sorpresa –  finalement se suicider (d’une  balle dans sa poitrine).

Le journaliste Guyot (les autres protagonistes sont également désignés par leur patronymes seulement (et auront, comme on le verra au cours du roman, parfois deux de patronymes…) , au passé douloureux , sera envoyé pour un reportage (qui ne sera jamais publié)… mais qui déclenchera une quête obsessionnelle.


(il passera bcp de temps dans une hémérothèque)

Ce que Guyot va remuer la vase autour de cette femme « Guyot accumule des mots, ces gribouillis inutiles qui noircissent les pages immenses que les gens lisent en prenant un café. Tranquillité de savoir qu’on est celui qui lit et qu’on ne fait pas partie de ceux dont il est question dans ce qu’on lit.  » (p.36). et réveiller les fantômes du passé, qui, dans l’Argentine d’aujourd’hui continuent de régner et imprégner toute la société de leurs relents de la Dictature.

Toile de fond – qui ne surgira que vers les dernières pages mais aura imprégné  l’ensemble du roman : la junte militaire au pouvoir (1973 – 1983) avait mis en place un réseau d’adoption d’enfants d’opposants. Ainsi il y avait même une maternité spéciale dans l’Ecole de mécanique de la Marine qui accueillait les femmes (opposantes ou d’opposants) enceintes. Après leur accouchement, les mères étaient exécutées et leurs enfants (des milliers !!!) confiés à des familles stériles de militaires ou de proches du régime. (voir aussi l’article sur le poète Juan Gelman mort en 2004


ou tout sur les grandes-mères de la place de mai.

Mais ce fait n’est qu’un élément dans ce puzzle labyrinthique que constitue le roman et l’investigation du Guyot. …. pour freiner, faire capoter la quête de Guyot, qui recevra un temps un peu d’aide et soutien par une ancienne psychiatre Ostots, et qui verra disparaître des collègues et amis qui de proche ou de loin, directement ou indirectement participent à ses recherches, il y aura un homme dans l’ombre (qui ne se révélera sur les dernières pages seulement)  et qui n’hésite pas à faire taire les hommes, en tuant leurs fils – ou leur chien – si celui-ci est un ersatz filial…. dans la ligne de ce qui se pratiquait dans ces années sombres.

« Il essaie de découvrir quels noms cachent les initiales de chaque dossier. Impossible. Illusoire. Travailler avec ce qu’il a. Des dates. Chercher la plus récente. Mars 2008. 20 mars 2008. Un jeudi. Il a dû se passer quelque chose ce jour-là. (p. 125)

« Il sort en silence. Elle n’arrive même pas à se lever. pour le raccompagner. Elle restera assise dans ce coin de la pièce jusqu’à une heure avancée de la nuit, jusqu’à ce qu’elle puisse assumer qu’elle vient d’entrer en enfer. » (dernière phrase )

Un roman ou on perd les repères parfois mais qui se révèle être comme le chignon hitchcockien de Vertigo… en effet, vertigineux et métaphysique et une nouvelle perle parmi les livres de Métailié.


Publié le 18 septembre 2016 par lorenztradfin