domingo, 31 de agosto de 2014

A este lado de la luz - Colum McCann






1916. Un grupo de obreros trabaja en un túnel bajo el río. Se cava febrilmente, siempre con el riesgo de que la presión de la tierra y el agua succionen el cuerpo y lo obliguen a atravesar un territorio de infierno. Hay un accidente. Cuatro trabajadores son absorbidos. A los tres sobrevivientes se los conocerá como “Los Resucitados”.

1991. Un hombre vive en las vigas de un túnel ferroviario. Tiene una pequeña colección de mapas a la que va agregando nuevos tramos. Ha dejado su historia atrás, el secreto terrible que lo expulsó de su familia. Los días se pasan en este mundo subterráneo, en este “lazareto de desesperanza” donde se ve obligado a repetir compulsivamente ciertos gestos que equilibran el mundo, una suerte de ejercicio restaurador del que se ha vuelto prisionero.

Cuatro generaciones de una familia estadounidense habitando Nueva York desde los bordes, desde las zonas de las clases periféricas. Obreros de la construcción, negros en época de segregación, zafreros, empleadas domésticas, mendigos.

Un matrimonio entre un negro y una blanca y las presiones sociales de las que serán víctimas: las piedras rompiendo los vidrios, las palabras ofensivas, las amenazas, la sensación de que “te destrozan con la mirada”. Un accidente de auto, una venganza, un padre obligado a reconocer el cuerpo de su hijo en la morgue, el alcohol, un niño que comienza a hacer acrobacias, una mujer que arranca las teclas del piano para canjearlas por droga. Un viejo de 89 años que le pregunta a su nieto: “¿Qué hacemos ahora que somos felices?”

En esta historia todo se trata de la luz y la oscuridad; de dejarse caer o resucitar. De cómo los lazos nos han marcado y de qué estamos dispuestos a hacer con eso; cómo podríamos convertirnos en alguien que rompa la oscuridad.

Colum McCann nació en Irlanda en 1965. Sus libros han sido traducidos a más de 30 lenguas. Fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras por el gobierno francés, un honor poco usual para un extranjero. 


Eugenia Almeida


Publicado originalmente en Ciudad X




martes, 26 de agosto de 2014

El incomprendido




Osvaldo Bayer lo llamó “el bondadoso”. “Nuestro hermano mayor”, dijo Juan Rulfo. Muchos lo reconocían como un hombre diferente, justo, increíblemente humano. Pero también hubo quien le dijo “contrera”, “traidor”, “reaccionario”, “desertor”, “esnob”, “enemigo encubierto”. Desde la derecha se lo estigmatizó por su apoyo a la Revolución Cubana. Desde la izquierda se lo acusó de “burgués”. Cuando obtuvo la nacionalidad francesa hubo quienes hablaron de “traición a la patria”. Atrapado en esa construcción dicotómica que persigue a los realistas por poco imaginativos y a los que buscan lo fantástico por evadirse de la realidad, Julio Cortázar fue criticado por casi todo. Por lo que hizo y por lo que no hizo.
Ninguno de nosotros puede ser reducido a una foto. Pero sacude ver la vida de Cortázar jalonada de momentos en los que fue incomprendido, juzgado, castigado y cuestionado por ser quien era. 


Días enteros en las ramas
Julio es asmático. Eso limita sus juegos. Además es tímido, introvertido. Sólo quiere leer. Le gusta treparse al sauce que está en el patio: tiene 8 años y está escribiendo su primera novela. Su madre teme que esa fascinación por las letras lo aleje de las personas. ¿Por qué no sale a jugar? ¿Por qué no está con los otros chicos? Lo lleva al médico. La prescripción: suspender la lectura por unos meses. Julio se pone tan mal que deciden devolverle sus libros.
En quinto grado escribe algunos poemas de amor para sus compañeras. Una de ellas lo acusa con la maestra y hay un pequeño escándalo que lo deja en una posición humillante. 
Cortázar es el chico que escucha su primer disco de jazz bajo los gritos de su familia, horrorizada porque uno de los suyos oye “música de negros”.
Termina el profesorado. Durante cinco años trabaja en colegios secundarios de Bolívar y Chivilcoy. Da clases de Historia, Instrucción Cívica y Geografía. La vida de los pueblos lo asfixia. El clima político es tenso. En una visita oficial a la escuela, es el único de los 25 profesores que no besa el anillo del obispo de Mercedes. El rumor de que van a echarlo crece. Decide aceptar tres cátedras universitarias en Mendoza. También allí queda atrapado en las luchas políticas. Hay un cambio de rector y quienes han sido nombrados durante la gestión anterior son acusados de “nazis” y “fascistas”. Cortázar decide volver a Buenos Aires.
Quizás uno de los pocos momentos en los que esperaba una crítica y llegó un reconocimiento fue el día de 1946 en que visitó a Borges, secretario de redacción de una revista literaria, para llevarle un manuscrito y pedirle su opinión. Cuando Cortázar volvió unos días después, Borges le dijo que su cuento “Casa tomada” ya estaba en la imprenta. 


Fotografías
¿Quién era? 
El que durante un año tradujo cartas de prostitutas que trabajaban en el puerto. El que tuvo un accidente en su Vespa por esquivar a una señora que cruzó la calle sin mirar; el que clavó los frenos, chocó contra el suelo, trató de pararse y descubrió que su pierna izquierda estaba doblada de un modo imposible, el que se desmayó y horas después se despertó en la cama de un hospital, el que pasó un mes ahí y luego transformó esas noches en el cuento “La noche boca arriba”.
El que trabajó como empaquetador. El que recibió la noticia de la muerte del Che y dejó su oficina de la Unesco para encerrarse en el baño a llorar. El que era capaz de cambiar de opinión y reconocer sin vergüenzas esos movimientos. El que escribía durante horas, pluma y cuaderno, en un café de París. 
Un grandote que amaba los viajes, el jazz y el boxeo. Alguien fascinado por las herramientas. Un comprador compulsivo que no había que dejar solo en las ferreterías porque se llevaba todo lo que veía. El que coleccionaba juguetes a cuerda. El que se arrodillaba en el suelo para disfrutar de esas pequeñas posesiones y mostrárselas a sus amigos.
El que, siendo un escritor reconocido, recibió una carta demoledora. Su padre, a quien no veía desde los seis años, le escribía para pedirle que no usara su nombre real.  
El que en mayo de 1982 se trepó a una camioneta con su pareja y viajó de París a Marsella sin salir nunca de la autopista. El que, durante ese viaje, siguió por radio las noticias de la guerra de Malvinas. 
El que elegía el recorrido de sus paseos señalando un punto en el mapa con los ojos cerrados. El que creía firmemente que el azar no existe. 
Poco antes de morir, Cortázar le contó a Luisa Valenzuela que había soñado con un libro en el que había logrado unir sus convicciones políticas y sus propuestas artísticas. Las páginas estaban llenas de figuras geométricas, no había palabras. 


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X






domingo, 24 de agosto de 2014

Le blog de Yv... Comentario sobre la versión francesa de "El colectivo"

L'autobus, Eugenia Almeida, Métailié, 2012 

(réédition : paru en 2007. Traduit par René Solis)






Un petit village d'Amérique du sud. Tout est paisible, trop même ; il ne s'y passe jamais rien. Un vague voyageur de commerce de temps en temps avec une femme qui n'est pas la sienne pour attiser les discussions. Mais depuis deux ou trois jours, l'autobus qui relie ce village aux villes passe mais ne s'arrête plus, au grand dam de Ponce, l'avocat qui veut y faire monter sa jeune soeur Victoria pour qu'elle retourne chez elle, à la ville. De même, la barrière du passage à niveau a été descendue et n'est pas remontée, isolant ainsi totalment le village. Les habitants se posent des questions.

Tout petit roman de 127 pages qui ne paie pas de mine et qui est loin d'être anodin. grâce à son écriture sèche, directe et sans fioriture, Eugenia Almeida va droit au but et raconte la vie dans un pays au gouvernement autoritaire et surtout dans les petits villages reculés, ceux dans lesquels les gens ne sont à la pointe ni de l'information ni de la contestation. Ils subissent les différents régimes, les lois strictes parce que leur premier souci est de manger à leur faim et de nourrir leur famille.

L'isolement du village permet à l'auteure de revenir en arrière et de raconter la vie des ses principaux personnages : notamment celle de Ponce, l'avocat ; de dire comment il se retrouve là, dans le village le plus reculé du pays alors qu'il était promis à un avenir brillant. "Ils arrivèrent au village par une matinée terreuse. Les maisons semblaient incrustées dans un puits. Pourtant, quand on regardait tout autour, il n'y avait que la plaine, pas une ondulation, pas une colline, le plat à perte de vue. Ponce se sentit réconforté par l'aridité du lieu." (p.51)

Les rapports entre les différents personnages sont bien étudiés : les riches d'un côté du village et les pauvres de l'autre. Le seul qui fasse différemment, Ponce, est assis entre deux chaises et s'il peut se prévaloir d'un certain respect des petites gens, il peut se perdre d'un rien. Un mauvais geste, une attitude hautaine ou ridicule et voilà que le respect disparaît. Les intervenants sont assez typiques mais pas caricaturaux, entre le cafetier et les commerçants qui papotent et colportent les ragots, les rumeurs, le flic qui obéit aux ordres prudemment, sans demander d'explication et les "touristes" profitant des bienfaits du soleil et de l'hôtel en attendant l'autobus.

Le village également est très présent, le climat aussi, que l'auteure décrit avec peu de mots : "La journée s'écoule, écrasante et désolée, la chaleur et la poussière se déposent sur les os. Les rares qui sortent dans la rue cherchent l'ombre." (p.106)

On se laisse facilement prendre à ce petit livre qui, par sa forme et par l'histoire qu'il raconte m'a rappelé des romans sud-américains traitant des mêmes thèmes. Il doit y avoir une sorte de marque de fabrique de très bonne qualité, sans doute les années de dictatures notamment en Argentine, pays dans lequel Eugenia Almeida enseigne la littérature et la communication et écrit.

Par Yves Mabon


jueves, 21 de agosto de 2014

El verano de la traición - Hong Ying







Junio de 1989, Pekín. La gente corre tratando de alejarse de la plaza de Tiananmen. Entre los que huyen para salvar la vida está Lin Ying, una poeta de 27 años que observa el campo de batalla con desolación. Balas, fuego, explosiones, tanques, soldados. Todo está manchado de sangre, polvo y ceniza.

A partir de allí la novela hablará de China y de las luchas sociales pero también de cómo construimos política con nuestros gestos privados. De qué modo damos forma al mundo cada vez que hacemos un movimiento.

Habrá persecuciones, toque de queda, detenciones, delaciones: el clima turbio en el que nadie sabe quién es confiable y quién querrá congraciarse con el gobierno entregando a un disidente. El paisaje de una China convulsionada: el Partido, los campos de trabajo, las purgas, la corrupción estatal. Una época y un territorio en los que la gente caminaba “con el rostro inexpresivo, pues tanto la alegría como la tristeza podían provocar sospechas”. Una presión tal que incluso la moral sexual –hipócrita y represiva– se convertía en un ámbito más dónde los límites eran marcados por el gobierno.

La protagonista reflexionará sobre la relación entre arte y política y descubrirá que “la Historia recoge los accidentes de la sociedad y la Poesía los de la lengua, pero las catástrofes destruyen la normalidad del idioma”.

Es interesante ver la reconstrucción del ambiente literario chino: un grupo de personas que teje y sufre una red de recomendaciones, apoyos y reconocimientos que ocultan o visibilizan al otro; un mundo dividido entre los poetas reconocidos y los “clandestinos”.

Hong Ying es una de las escritoras chinas más difundidas en occidente. Después de publicar El verano de la traición –novela que fue censurada por el gobierno– decidió exiliarse en Londres. Poco después se le informó que no podría regresar a su país.  



Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X



lunes, 18 de agosto de 2014

El soldado del diablo - Caleb Carr





Los chinos lo llamaban “Hua”. Su nombre era Frederick Townsend Ward, había nacido en Estados Unidos y  en 1859, cuando llegó a Shanghai, tenía 28 años. Era un mercenario. Había estado en México bajo las órdenes de un norteamericano que quería invadir Sonora y convertirla en república; había participado en la Guerra de Crimea como teniente del ejército francés; había vuelto a México al servicio de Benito Juárez, antes de radicarse en Tejas donde trabajó como ranger.

De mercenario contratado por comerciantes de Shanghai fue convirtiéndose en un líder  reconocido por el gobierno chino. Su tarea consistió en crear un cuerpo militar especial para combatir la rebelión Taiping y resguardar la Dinastía Manchú en el último período de la China Imperial. La rebelión era conducida por T´ien Wang (el Rey Celestial), quien se consideraba hijo de Shang-ti (el Señor Supremo) y hermano menor de Jesucristo. Durante diez años los rebeldes y el gobierno lucharon una guerra en la que murieron alrededor de 20 millones de personas.  

Caleb Carr –novelista y especialista en Historia militar y política– escribe una detallada biografía de Ward. Si bien el hilo conductor es la vida del mercenario, el libro ofrece mucho más ya que permite asomarse a una época tumultuosa en la que China y las potencias occidentales marcaban el terreno que cada uno ocuparía en el siglo XX. 

Una sola advertencia: el autor suele caer en la tentación de medir a los hombres según su nacionalidad; ciertas acciones son calificadas como “honorables” si las protagoniza un occidental y como “absurdas” si las lleva a cabo un chino.


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X




domingo, 10 de agosto de 2014

El guardián de la calle Ámsterdam - Sergio Schmucler






Galo crece en la calle Ámsterdam, atrapado en mandatos que lo han llevado a no salir de su casa. Desde allí observará el mundo con una mirada etnográfica, ingenua, inocente. Hasta su puerta llegarán exiliados, extranjeros, desterrados: hombres y mujeres expulsados de su tierra que buscan un territorio desde el cual resistir. Galo le otorgará a ciertos elementos la capacidad de conservar la memoria y se volverá su protector y guardián.

La paradoja de escribir un libro sobre el exilio abordando un personaje que no se mueve de su casa es uno de los hallazgos de esta novela que se inscribe, desde una perspectiva diferente, en la tradición de la memoria.

Una historia luminosa, conmovedora, que muestra cómo el tiempo y la distancia trabajan sobre nosotros.


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X



http://www.lavoz.com.ar/ciudad-equis/libros-recomendados-de-fin-de-ano




martes, 5 de agosto de 2014

Absoluta felicidad






“Guido, acá está tu abuela Estela, creo que lo presentías. Con todo el amor acumulado y guardado pero con un respeto absoluto. Te estoy esperando. Te estaba buscando. Te encontré y ahora te espero.” 









lunes, 4 de agosto de 2014

Su hermano Caín - Anne Perry







Londres, 1859. Una mujer llega al despacho de William Monk para denunciar la desaparición de su esposo con la firme certeza de que éste ha sido asesinado. El último dato que tiene de su marido es que fue a visitar a su hermano gemelo, un hombre que llena de temor y de rechazo a la señora Stonefield. 

Monk es un policía retirado que trabaja como investigador privado. Sufre amnesia como consecuencia de un golpe y sólo es capaz de recordar los últimos dos años. Todos sus movimientos están poblados de sospecha. Cada persona que encuentra despierta preguntas. ¿Ya se conocen? ¿Tiene una historia juntos? ¿Esa historia arrastra algún sentimiento intenso? Monk se pasea por las calles de Londres como si fuera una recién llegado pero no lo es. Su enfermedad sólo es conocida por gente muy cercana. Como bien dice uno de los personajes, el investigador sufre “el horror de vivir dentro de un desconocido”. 

Con una cita de Chesterton como apertura (“Nos vemos los unos a los otros como Caín a su hermano”) Anne Perry propone una historia que habla de la identidad y las decisiones que van formando lo que somos. Su hermano Caín fue publicado originalmente en 1995.

El verdadero nombre de Anne Perry es Juliet Hulme. Nació en Londres en 1938. Siempre tuvo una salud frágil. Cuando era niña le diagnosticaron tuberculosis y sus padres la enviaron al Caribe y luego a Sudáfrica, con la intención de que el clima cálido la ayudara. A los 13 años se reencontró con su familia en Nueva Zelanda.

Le era difícil hacer amistades. Quizás por su fragilidad, quizás por su vida nómade. Cuando hizo una amiga, el lazo fue tan intenso que el mundo pareció cerrarse en torno a ellas. La elegida fue Pauline Parker.

Cuando Juliet tenía 15 años sus padres decidieron separarse. Se empezó a hablar de dónde debería vivir la niña. Una de las opciones era enviarla a Sudáfrica. Las adolescentes temieron que las separaran y decidieron pedirle a la madre de Pauline que permitiera que su hija se fuera a vivir con Juliet.

Era el 22 de junio de 1954. Las chicas salieron con la señora Parker a caminar por el bosque. La mujer recibió 45 golpes de ladrillo en la cabeza. 

Juliet y Pauline fueron condenadas a permanecer detenidas por tiempo indeterminado. Si hubieran sido adultas les habría correspondido la pena de muerte. De los peritos psiquiatras, dos declararon que las acusadas eran dementes; tres, que eran plenamente conscientes de sus actos. 

Cinco años después fueron liberadas, con el compromiso explícito de no volver a verse. 
Juliet regresó a Inglaterra y durante un tiempo trabajó como azafata. Luego se radicó en Estados Unidos.  Cuando tenía 21 años cambió de nombre, recurriendo al apellido de su padrastro. Ahora era Anne Perry. 

Siempre había querido ser escritora. Publicó su primer libro en 1979 y el éxito fue inmediato.  

En 1994, Peter Jackson filmó “Criaturas celestiales”, una película basada en aquel crimen. El caso fue reflotado por la prensa. Alguien ató cabos y descubrió la nueva identidad de Juliet Hulme. A partir de ese momento, las entrevistas a la escritora incluyen, indefectiblemente, preguntas sobre el asesinato. Preguntas que Perry contesta a medias o no contesta, pidiendo dejar eso en el pasado. Es interesante leer esas entrevistas. Son extremadamente valiosas si uno está interesado en reflexionar sobre el perdón, la justicia, el poder, el remordimiento, la responsabilidad y la culpa. No hay que perder de vista que Perry fue juzgada y que ya cumplió con su condena. 

Actualmente la escritora vive en un pequeño pueblo de pescadores en Escocia. Publica dos novelas por año.


Eugenia Almeida


Publicado originalmente en Ciudad X