jueves, 15 de agosto de 2019

Mentiras y moretones - Pablo Bernasconi




Un cocodrilo con dolor de muelas, un cocinero de paladar exquisito, cuatro hermanos equilibristas, un elefante que viaja en subte, un señor que se pasa la vida pensando en lo que todavía no ha sucedido, una niña que sabe dónde empieza el universo, una nieta y su abuela unidas por las estrellas, un monstruo que les tiene miedo a “las nenas valientes”, una bailarina, un ladrón insólito y mucho más. 

Este libro es el ejemplo perfecto de por qué la fórmula “literatura para niños” es demasiado restrictiva. Bernasconi nos habla a todos, no sólo a los niños. Veinticuatro relatos escritos e ilustrados por un artista inclasificable.


Eugenia Almeida









miércoles, 14 de agosto de 2019

El arte de la ficción - Willa Cather.




La belleza de una voz

Lecturas y escritura. Sobre esos dos ejes pivotean los dieciséis textos de El arte de la ficción. “El novelista debe aprender a escribir, y después debe desaprender”, dice WillaCather. Y luego: “Todo lo que se siente sin estar nombrado en las páginas es, creo yo, la creación más genuina.”

Publicados originalmente entre 1920 y 1949, lo primero que sorprende en estos textos es que no han perdido actualidad ni frescura. Además de recorrer la obra de Balzac, Tolstoi, Shakespeare, Turgueniev y otros, la autora permite recuperar escritores algo olvidados hoy, como Sarah Orne Jewett. 

Cather dice que es fácil describir las “cualidades de un escritor de segunda línea”; por el contrario,  “un escritor de primera solo puede experimentarse”, no hay modo de definir en qué consiste “la belleza de una voz”. 

No hay academicismo ni aires didácticos en este libro. Lo que uno encuentra el entusiasmo de alguien que lee y escribe. Alguien que nos cuenta cómo conoció a la sobrina de Flaubert en un viaje; alguien que se anima a llamar “calcetero avaro” a Daniel Defoe, cruzando en esa definición un trabajo (Defoe tenía un negocio de medias en Londres) y un estilo literario. Para referirse a la obra de Katherine Mansfield, Catherrelata un viaje en barco en el que conoció un pasajero (El Señor J.) que le contó cómo había conocido a Mansfield cuando era una niña. 

La autora insiste en el “efecto emocional” del arte. Y es allí donde encuentra el valor de una obra. Si logra tocar al lector, hay talento. Quizás sea un modo aproximado de definir la belleza de ciertas voces. 



Eugenia Almeida


Publicado originalmente en La Voz del Interior






martes, 13 de agosto de 2019

Si tuviera que escribirte – Alejandra Correa y Cecilia Alfonso Esteves





Cartas, pequeños gestos que buscan al otro sobre el papel. Rituales de encuentro en un tiempo desplazado.

Veintiocho poemas de la uruguaya Alejandra Correa acompañados por las fotografías de Cecilia Alfonso Esteves: miniaturas que construyen, con objetos cotidianos, un mapa de intercambios afectivos.

Como un detalle que relumbra la delicadeza de este libro, en la solapa hay un sobre listo para ser usado, con un poema impreso en una hoja que deja espacio a nuestras propias palabras.

Si tuviera que escribirte recibió el Premio Destacado de Alija en las categorías Ilustración y Labor editorial en libros para niños y jóvenes.




Eugenia Almeida






lunes, 12 de agosto de 2019

Lost in translation again – Ella Frances Sanders





Bajo el subtítulo “Un compendio ilustrado de expresiones curiosas de todas partes del mundo”, Ella Frances Sanders vuelve a desplegar las maravillas que habitan en cada lengua.

Cada idioma es una forma única de abordar el universo. Por eso hay franjas intraducibles;aquello que -como dice la expresión inglesa que da título al libro-, se pierde en la traducción. Por suerte, siempre tenemos aliados que, con espíritu de juego, viajan por caminos nuevos para “pescar” lo que otros pueblos dicen y cómo lo dicen. Expresiones de los cinco continentes, ilustradas por esta artista que se define como “escritora por necesidad e ilustradora por casualidad”.




Eugenia Almeida



domingo, 11 de agosto de 2019

Entrevista a Alejandro Grimson




“Para comprender un fenómeno político 
hay que comprender al otro”


“El peronismo jamás será atrapado en una frase”, advierte Alejandro Grimson en las primeras páginas de su libro. Un libro que elige como título una pregunta porque de eso se trata, de evitar los lugares comunes, las imágenes cristalizadas, los mitos y leyendas de propios y ajenos. Desmontar tramos de nuestra historia revisándolos bajo una mirada antropológica que incorpora un abordaje de múltiples dimensiones. 

El 17 de octubre, el golpe de 1955, Perón y su relación con Montoneros, López Rega y la Triple A, el menemismo, el kirchnerismo: momentos claves para comprender lo que el autor llama “los peronismos”, haciendo ingresar al lenguaje una multiplicidad y una heterogeneidad que a veces parece posible de abarcar.

Grimson insiste en que no puede entenderse el peronismo sin el antiperonismo y viceversa. Que, justamente, se trata de observar dinámicas que ponen en relación proyectos diferentes. 

¿Qué es el peronismo? es apasionante por muchas razones. Por su rigurosidad, por su compromiso, por sus posibles efectos. El lector se encontrará con la historia del peronismo pero también con mucho más: el modo en que se construyen categorías de análisis de fenómenos complejos y heterogéneos. El libro funciona como un ejercicio de pensamiento que puede ayudarnos a comprender mejor la realidad porque “el hecho de que no comprendamos el peronismo revela un problema más profundo: necesitamos aprender a mirar de otro modo.”


-¿Cuáles son las posibilidades que ofrece una perspectiva antropológica de procesos políticos como el peronismo?

-Para comprender un fenómeno político hay que comprender al otro. Hay que comprender otras formas de pensar. En el caso del peronismo, no puede comprenderse el peronismo sin comprenderlo en su relación constitutiva con el antiperonismo. De la misma manera en que no se podría comprender al segundo sin entender al primero. Ambos son fenómenos políticos atravesados por racionalidades muy distintas, por intereses muy distintos y por sentimientos también distintos. Pero son parte de una relación. No existen solo como opciones en el vacío sino que son un vínculo de espejos invertidos que pueden ser mirados a lo largo del proceso histórico desde 1945 hasta la actualidad.

-Usted menciona el papel constitutivo que ha tenido el racismo en la conformación de la  política argentina. ¿Cómo puede observarse ese rol central hoy en la disputa política?

-Al igual que sucede en otros países, en el caso argentino se trata de lo que se llama –antropológicamente– un “racismo sin racistas”. Porque en vez de tener organizaciones como el Ku Klux Klan lo que tenemos acá es una sociedad que dice “¿Racista, yo? Yo no soy racista, de ninguna manera”.  Ahora, es una sociedad que dice que no es racista y que sin embargo piensa que todos los hinchas de Boca, todos los que cortan calles, todos los que están afiliados al sindicato, todos los peronistas, son todos negros. Es muy fácil, si alguien quiere hacer el test antropológico, se pone a hablar con una persona que odie a Cristina Kirchner y va a escuchar que en un momento esa persona va a decir “yo no quiero que los negros vuelvan a gobernar”. O cosas por el estilo. Yo les he planteado muchas veces a esas personas: “Pero no entiendo si vos lo que decís es que Cristina es negra”. Y la respuesta que he encontrado siempre fue la misma. Fue: “Cristina es negra de alma”. O sea que, si en 1945 se hablaba de los cabecitas negras, hoy se sigue hablando de “la negrada”, “los choriplaneros” o cualquier cosa por estilo. Y eso quiere decir que la sociedad argentina es una sociedad racista en buena parte y que su política está estructurada a partir de ese eje.

-Usted señala que, en el 45, la postura antiperonista surgió de la combinación de tres perspectivas: la tradición antifascista, el enfoque patronal y la vieja concepción de “civilización y barbarie”. ¿Qué perspectivas  están jugando hoy en el antiperonismo?

-El antiperonismo actual es heredero del proyecto civilizatorio europeísta sólo que ese proyecto que en su época fue agroexportador, que en algunos momentos tuvo algunas intenciones muy tenues de ambivalencia con la industrialización, hace muchos años es claramente el proyecto neoliberal de desindustrialización y de destrucción de toda la trama productiva argentina. El famoso país para diez, doce millones de personas. Por supuesto que eso está vinculado a una perspectiva que no sería sólo patronal sino una perspectivajerárquica mayor en el sentido de que hay una vocación o un goce jerárquico del antiperonismo respecto de mirar hacia abajo ¿no? Y eso estuvo  presente en el 45 y sigue presente hoy. Y por otro lado hay algunas continuidades de otro tipo, que pueden situarse más en un plano específico como por ejemplo el odio brutal que hubo hacia la figura de Eva. Es un odio misógino que tiene una continuidad obviamente en la expresión que se usa sobre Cristina cuando se dice “yegua, puta y montonera”. ¿Qué implica esto? Implica que una mujer feminista que disienta políticamente con Cristina a mi juicio sería importante que pudiera salir a repudiar la misoginia contra Cristina. Así como si hubiera misoginia contra cualquier otra dirigente política. Cualquierreferente feminista es importante que, más allá  de sus adhesiones o no a esa figura en particular, luche contra todas las formas de la misoginia estén destinadas a quien estén destinadas.”



PERFIL: Alejandro Grimson es doctor en Antropología por  la Universidad de Brasilia. Es autor de "Mitomanías argentinas", "Mitomanías de la educación argentina" y "Mitomanías de los sexos". Es investigador principal del Conicet y profesor del Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en La Voz del Interior






sábado, 10 de agosto de 2019

La babirusa atómica – Joaquín Areta y Magui Ledesma





Los medios, la mentira y la construcción del enemigo en una historia que, sin “bajar línea”, descubre cómo podemos ser manipulados por mensajes que buscan potenciar el odio. Una muestra de cómo todo discurso es político en tanto transmite una cierta ideología, un cierto modo de estar en el mundo.Uno de los libros más bellos que se han publicado en el último tiempo en nuestro país.

Joaquín Areta –psicólogo neuquino que trabaja en contextos de encierro- pone palabras para desenmascarar las estrategias del miedo como herramienta del poder. Magui Ledesma, con lápiz negro sobre acrílico, collages y color digital, dibuja un paisaje para esas palabras.


Eugenia Almeida




viernes, 9 de agosto de 2019

El árbol rojo - Shaun Tan (Bárbara Fiore Editora)





Un clásico en la historia de los libros álbum. Una obra de arte imprescindible. Un autor incomparable. Todo parece exagerado para quien no conoce este libro. Todo parece poco para quien lo ha leído.

Shaun Tan propone escenas infinitas que siempre revelan algo más.

El árbol rojo pone imágenes a la soledad, la angustia, la tristeza y la desesperación de una niña que atraviesa los paisajes de la desolación. Paisajes que parecen eternos y que, sin embargo, sólo son parte de un ciclo.Como dice la canción, “si todo empieza y todo tiene un final / hay que pensar / que la tristeza también se va”.




Eugenia Almeida



jueves, 8 de agosto de 2019

Este libro está lleno de monstruos - Guido Van Genechten




Ya desde la tapa, este libro les habla directamente a los lectores, avisándoles que están a punto de adentrarse en una galería de monstruos que puede aterrorizarlos.

A través de carteles de advertencia y permanentes invitaciones a dejar de leer, el autor juega con esa tensión que nos obliga a seguir mirando aquello que nos asusta. 

Con muchos colores y mucho humor, Van Genechten hace desfilar sus monstruos (muchos de ellos estigmatizados por la ternura), haciendo entrar la vertiente de lo escatológico, invitando al territorio de lo “asqueroso”. 

Con una sorpresa en las últimas páginas, el libro incluye un “diploma de valentía” a quien haya sobrevivido.



Eugenia Almeida



miércoles, 7 de agosto de 2019

Sorpresa. Divertimento en el más allá - Achille Mauri




Almas entusiastas

Sorpresa. Divertimento en el más allá es un libro extraño. La contratapa habla de una novela pero lo que encontramos en la lectura es una larga sucesión de diálogos. Casi una obra de teatro que carece de toda indicación más allá del parlamento. Achille Mauri –editor y maestro de libreros–transgrede los mandatos de los géneros literarios y propone un libro de memorias con un formato nada tradicional.

Achille, personaje y autor a la vez, despierta y comprende que ha muerto. El mundo que se le presenta es desconocido. Todo lo que descubra vendrá de los diálogos que establezca con otras almas que pueblan ese espacio.

Esos encuentros están atravesados por el humor y el espíritu de juego. A cada paso aparece alguien nuevo: una adolescente, un pastorcito, un marinero, un indeciso, un sudamericano, un funcionario, el consumidor de otros, agentes turísticos, un vendedor de aventuras eróticas, Umberto Eco, Roland Barthes y muchos más. 

La posibilidad que ofrece el “más allá” es la comunión de almas. El “fundirse” con otro para experimentar las vivencias que ha tenido. Una suerte de biblioteca infinita de experiencias humanas.Estas almas tienen en muy alta estima la vida y siguen “disfrutado”, como pueden, de lo que ellos y otros han vivido. Viajan, cantan, juegan y conversan sobre los temas más disímiles. La escritura de Mauri convoca todo el tiempo al disparate, a la proliferación, a la deriva de entusiasmarse  con una cosa y luego otra y luego otra.

Sorpresa es, también,un raro tratado filosófico de espíritu zumbón. Diálogos que van exponiendo, en fragmentos, un cierto modo de ver el mundo.


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en La Voz del Interior






martes, 6 de agosto de 2019

Por qué los elefantes prefieren jugar a la mancha – Silvina Rocha y mEy!




Un libro álbum en el que cuatro animales juegan a las escondidas. 
Una abeja, un ratón, un gato y un elefante van rotando para contar en voz alta y para esconderse. Pero cada uno tiene su singularidad. Tres de ellos encuentran  -con más o menos obstáculos- un buen escondite. El elefante, consternado, se la pasa mirado con dudas todos los rincones, tratando de descubrir un lugar que pueda cobijarlo. 

Una historia sencilla, lúdica, ideal para los más chicos. La tucumana Silvina Rocha pone las palabras. Los dibujos, de la mano de mEy!, rompen las perspectivas  tradicionales para mostrarnos las cosas desde ángulos inesperados.



Eugenia Almeida



lunes, 5 de agosto de 2019

Hay días - María Wernicke



Wernicke siempre deslumbra en sus libros. 
Hay que decirlo. 
La delicadeza y la potencia de su trabajo es única. 

En Hay días, una hija quiere contarle algo a su madre. La sobremesa, una mirada, un tiempo detenido y una confidencia: en el jardín a veces aparece un pasadizo que lleva a otro lugar. El lugar del reencuentro, donde no hace frío y no hay peligro.

Una pequeña obra maestra que habla de las ausencias, aludiendo con sutileza a todo lo que trae eso que nos falta. 

Un libro que nombra (y muestra) cosas difíciles de mensurar: aquello que hemos perdido y, sin embargo, sigue estando presente.





Eugenia Almeida



domingo, 4 de agosto de 2019

Correo basura, estafas, Facebook y la máquina del tiempo





Hace más de un mes, en este mismo espacio, escribí sobre los mails que encontré en la carpeta de correo no deseado. Automotrices que ofrecen créditos para un cero kilómetro, casas de electrodomésticos y sus grandes televisores, promociones de posgrados y clases de inglés, chips gratuitos de una nueva compañía telefónica, ofertas varias.

Luego, una serie de correos que repiten casi a la perfección la misma historia. Una mujer, en un lejano país, ha recibido una herencia, no puede cobrarla y me ofrece compartirla. Los mails hacen referencia a países como Dubái, Kuwait o Costa de Marfil. Están escritos en francés, inglés o en un español muy precario. Todas quieren enviarme su dinero.

Al ver ese patrón, investigo un poco en la web y descubro que, en el rubro de las estafas, hay algo conocido como “El timo nigeriano” o el “timo 419”, haciendo alusión al artículo 419 del Código Penal de Nigeria. Lo que más me llama la atención es que haya personas que caen en trampas como esta.

Sigo leyendo.

En general, las estafas se basan en dos grandes pilares: la credulidad y la malevolencia. Vamos a dejar de lado aquí las que buscan que el estafado se involucre en base a su mala fe. Prefiero centrarme en aquellas que se hacen fuertes en la ingenuidad y la falta de análisis en las que todos caemos.

No es algo que sólo pase aquí. Las estafas a través de internet son una constante en todos los países. En julio de este año, la policía española debió hacer un comunicado especial para alertar a los cibernautas. La estafa en cuestión consistía en hacerles creer a las personas que mediante un hackeo a su computadora se habían obtenido imágenes comprometedoras (relacionadas con el acceso a páginas pornográficas). Quien llevaba a cabo la estafa exigía un pago para no reenviar esas imágenes a todos los contactos de la víctima.

El envío de correos electrónicos para robar datos personales se llama “phishing”, haciendo referencia al verbo inglés “to fish” (“pescar”). Y se llama así porque es necesario enviar miles de esos mensajes para que alguien “pique”. Ofertas especiales, mails que parecen venir del banco con el que operamos, mensajes que hacen alusión a un posible riesgo si no actualizamos inmediatamente un programa informático, hacemos clic sobre algún link o rellenamos un formulario. Los estafadores tienen una enorme variedad de anzuelos.
En algunos casos las estafas están claramente dirigidas. Por ejemplo, aquellos correos que reciben personas que trabajan dirigiendo empresas y en los que se exige una transferencia urgente, simulando ser un jefe o un asociado. Increíblemente, son tan efectivas que ya tienen un nombre: “el fraude del CEO”. Mies de empresas en el mundo son blanco de estas estafas. Según el informe de una empresa dedicada a la seguridad en la red, los ataques aumentaron más de un 100% el año pasado. Según el FBI, en 2017, el fraude del CEO provocó pérdidas de 676 millones de dólares.

En otros casos, como el de la estafa nigeriana, se envían al azar y se espera que la víctima haga una señal desde el otro lado.



El último billete y el juicio de los otros

Hace unos meses me subí a un taxi. Apenas me senté el taxista empezó a hablar sin parar. Política, tráfico, espectáculos; hablaba de todos los temas posibles aún si yo sólo respondía con monosílabos o silencio. Cuando llegamos a destino, le di un billete de 100 pesos. No pongo en duda eso porque era todo el dinero que tenía.

Él busca en su billetera, hace una pausa y me dice: “son cincuenta y cinco”. Mientras levanta un billete de cinco pesos, agrega “le faltan cincuenta”. Le digo que le di un billete de cien. Me dice que no, me pregunta si estoy segura. Le digo que sí, que estoy completamente segura porque era el único billete que tenía. Murmura algo, resopla, se queja y dice “bueno, está bien, le cobro eso nomás”.  Y es en ese momento cuando  me doy cuenta de que no es un error, es una estafa. Le digo que no, que me va a cobrar cincuenta y cinco pesos y que como yo le entregué cien, me va a dar los cuarenta y cinco pesos de vuelto. La corroboración de que estaba tratando de estafarme es que, sin protestar, me da el vuelto sin decir una palabra. ¿A cuántas  personas por día les hará lo mismo? ¿Cuántas tendrán la certeza de que no han cometido un error al entregar el billete?
¿Por qué creemos en cosas como los mails de la estafa nigeriana? ¿Qué hace que suspendamos nuestra capacidad de juicio para analizar una situación y descubrir las fallas que demuestran que lo que nos dicen no es cierto?

Es fácil hacerlo cuando la evidencia es tan innegable que no hay forma de desconocerla. Por ejemplo, esos papeles pegados en los postes de luz del centro de la ciudad que ofrecen la oportunidad de ganar 20 mil pesos trabajando dos horas por día. Si dijeran la verdad, la persona que imprime esos papeles y la persona que los pega en los postes estarían haciendo ese trabajo tan bien pago.

La cosa se complica si la evidencia no es tan palpable. Un ejemplo de esas cegueras de la credulidad circula por estos días en Facebook. Desde los muros de personas que respetamos, queremos y cuyo juicio valoramos, se repite una y otra vez un mensaje con mínimas variantes. Aquel que dice que sólo vemos a veinticinco de nuestros contactos y que podemos cambiar eso posteando un mensaje que lo explica y pidiéndoles a nuestros contactos que comenten algo en ese post, para así poder ver lo que publican cada día. He visto replicar ese mensaje tantas veces que entiendo que, en algún momento, uno empiece a dudar y a dar por cierto algo que hace agua por varios lados. Para empezar: el texto dice algo así como “Yo no creía que era cierto pero cuando lo hice, descubrí que había mucha gente cuyas publicaciones no veía”. El problema es que el texto dice que la persona ya hizo (y ya vio los resultados) de algo que está haciendo en ese momento. ¿Ha conseguido burlar el tiempo, ha visto el futuro y ha vuelto para hacer las cosas bien? ¿Cómo puede garantizar que ha sido testigo de un resultado de algo que todavía no ha hecho? Por otra parte, si solo un grupo reducido de personas puede ver sus posteos, ese texto que acaba de subir a su muro solo puede ser visto por ese grupo reducido de personas que, permítanme la insistencia, ya lo está viendo.

Mi desconfianza hacia este mensaje apareció la primera vez que lo vi. Porque decía algo así como que todos sabemos que sólo podemos ver las publicaciones de veinticinco de nuestros contactos. Me pareció que no era cierto. Uso esa plataforma por razones laborales. Es casi una odisea hacer periodismo cultural sin estar en Facebook, dado que el flujo de información que circula allí es indispensable para estar al día. Como para mí es una vía de trabajo, tengo muchos contactos. Y puedo asegurarles que veo cotidianamente posteos de muchísimas más que veinticinco personas. Pero al ver que el mensaje se replicaba, me tomé el trabajo de contar. Paré cuando llegué a sesenta personas diferentes en un solo día. ¿Por qué dudé y tuve que contar? Porque no sé nada de informática, porque apenas recuerdo qué es un algoritmo y, fundamentalmente, porque vi a muchas personas a las que considero mis referentes insistir en este mensaje. Fue entonces cuando empecé a leer más detenidamente. Y me encontré con esa paradoja del tiempo: sorprenderse por comprobar el resultado de algo que todavía no se ha hecho.

¿Qué es lo que nos hace suspender nuestro juicio crítico y nuestra capacidad de análisis? Hay múltiples variables. Hoy sólo me detengo en esta: cuando oímos que todos repiten lo mismo, cuando oímos que personas en las que confiamos aseguran la veracidad de algo. Es un punto interesante sobre el cual reflexionar.




Eugenia Almeida

Publicado originalmente en La Voz del Interior
Ilustración: Juan Delfini





sábado, 3 de agosto de 2019

Escondites - Mateusz Wysocki y Ágata Królak




Todos sabemos lo preciados que son nuestros secretos y cuánto necesitamos, a veces, encontrar un refugio para ellos (o, incluso, para nosotros). Escondites juega en esa línea, presentando una recopilación de rincones donde podemos guardar aquello que no queremos dejar al alcance de los otros.
En épocas de híper exposición, es bueno recordar que “a menudo las personas quieren atesorar algunas cosas sólo para sí mismas”. 
Cuadrado, de tapa dura, de colores pastel y con ilustraciones marcadas por el minimalismo, este pequeño libro nos recuerda que todo tiene un lado oculto. Y que eso también forma parte de nuestra belleza y nuestra complejidad.




Eugenia Almeida


viernes, 2 de agosto de 2019

Árboles de pan - Julia Rossi y Nicolás Arispe




Poblado de detalles, con los dibujos extraordinarios de Nicolás Arispe, con las palabras de la cordobesa Julia Rossi, Árboles de pan pone en escena la historia de una abuela que alimenta con migas a una bandada de pájaros muy particular. Pájaros felices que la quieren tanto que un día deciden llevársela volando a un lugar que sólo ellos conocen. De esas migas esparcidas, de la tierra, brotarán nuevos árboles. Nada de lo que se va se pierde para siempre.

Arispe es uno de los ilustradores más destacados del país. En este libro trabaja íntegramente en blanco, gris y negro, para construir una historia que conmueve.


Eugenia Almeida






jueves, 1 de agosto de 2019

Animalísimo - Pablo Bernasconi




Pablo Bernasconi reúne en un solo volumen tres de sus trabajos: Hipo no nada; Cuero negro, vaca blanca y El Zoo de Joaquín
Un hipopótamo que le tiene miedo al agua y que, en su caminar, se cruzará con conejos, pájaros, monos y tejones que le recuerdan que, si es un hipopótamo, el poder nadar es parte de su esencia. 
Una vaca que borra de su cuero las  manchas negras para luego sumergirse en la pregunta de si lo que estaba manchado era lo blanco o lo negro. 
Un niño inventor que decide crear diez animales hechos de chatarra y convierte un rallador, un plumero, dos ramitas, un teléfono viejo, un despertador, una lámpara, una virulana, una corneta, una tapa de olla y otras cosas en pájaro, elefante, conejo, jirafa, hipopótamo, león, gallo y otros bichos maravillosos.

Lo que somos, lo que creemos ser, lo que quisiéramos, la mirada de los otros como un reflejo que nos hace pensar, la semejanza y la diferencia con los demás, ser y parecer, responder o no a lo que se espera de nosotros. 
De todo eso habla Bernasconi, en su cruce único e irrepetible de palabras e imágenes.