domingo, 11 de marzo de 2018

La dama misteriosa




Elena Ferrante es la autora de una tetralogía de novelas que causa furor en Europa y América. Muy pocas personas conocen su verdadera identidad.

En 1991, hace 25 años, Elena Ferrante envió un manuscrito a quienes luego serían sus editores. Se los advirtió desde el primer momento: si lo importante es la obra, el autor debe desaparecer. No estaba dispuesta a dar entrevistas ni a trabajar en la promoción de los libros. Lo que ofrecía era lo que realmente sabía hacer: escribir. Nada más y nada menos. 

Pasaron los años. Ferrante ya había publicado nueve libros cuando le llegó el reconocimiento mundial por la saga “Dos amigas”. Cuatro novelas que recorren la amistad de dos mujeres nacidas en Nápoles en 1944. Lila Cerullo, la hija del zapatero, y Lenù Greco, la hija del conserje, creciendo en un entramado social que las agobia, forzándolas a cumplir los roles que les han  asignado. Familias que se cruzan en todas las relaciones posibles. Hay muertes, engaños, amores, desplantes, guerras, venganzas, perdones y olvidos. De las cuatro novelas que forman la saga (La amiga estupenda, Un mal nombre, Las deudas del cuerpo y La niña perdida) sólo las dos primeras han sido publicadas en Argentina. 

La amiga estupenda comienza de un modo perfecto: una mujer recibe el llamado  del hijo de su amiga, asustado porque su madre ha desaparecido. Lenù no se sorprende, sabe que eso, tarde o temprano, iba a pasar. Da por descontado que Lila “ha encontrado el modo de no dejar en este mundo ni siquiera una migaja de sí misma”. En la casa no ha quedado nada relacionado con ella. Incluso ha recortado su imagen de las fotos. Tiene 66 años y se ha ido. Lenù siente esa fuga como una afrenta y decide combatir la rabia haciendo lo contrario de lo que ha hecho su amiga: hacer huella, dejar marcas, contar la historia que han vivido juntas. La historia de una amistad pero también muchas cosas más: una fotografía de época; un muestrario de las crueldades públicas y privadas; una puesta en escena de las diferencias de clase y las violencias de género; un cuadro de cómo el lenguaje encarna y reproduce las configuraciones del poder. 

Ese relato es el que ha logrado capturar a millones de lectores en todo el mundo. Y detonar, al mismo tiempo, una búsqueda incansable: ejércitos de curiosos preguntándose quién es Elena Ferrante, como si esa pregunta pudiera responderse, como si fuera importante. 

La escritura de Ferrante combina a la perfección sencillez y profundidad; literatura popular y un uso del lenguaje preciso, seco, conmovedor. Algo luminoso se mueve entre líneas. Sus libros provocan esa lectura febril de la infancia, cuando uno no puede dejar de leer, cuando lamenta que la historia termine. 

Elena Ferrante. Dos palabras que hoy son leídas como misterio, como  provocación o como deseo a respetar por todos aquellos que amamos sus libros. **




Deslumbrados

Cuando la saga “Dos amigas” llegó a Estados Unidos, el New York Times calificó a Elena Ferrante como una autora “deslumbrante”. El diario inglés The Guardian la ha señalado como posible candidata al Nobel. Las escritoras Alice Munro, Jhumpa Lahiri y Zadie Smith; el director de cine Ken Follet y la actriz Gwyneth Paltrow son algunos de sus admiradores.
El actor y escritor norteamericano James Franco llamó la atención de sus seguidores cuando, para explicar por qué llegaba tarde a una fiesta, subió a la red Instagram una foto en la que mostraba la tapa de La amiga estupenda.















Objeto de amor, objeto de estudio

Es tanta la fascinación que ha creado la ausencia de Ferrante (esa es la palabra que ella elige; no “anonimato” sino “ausencia”) que incluso la ciencia ha querido intervenir. Un catedrático de la Universidad romana La Sapienza llevó a cabo una investigación con la intención de descubrir si el estilo de la autora podía relacionarse con el de algún escritor ya conocido. ¿El resultado? La escritura de Ferrante tendría muchos puntos de contacto con la del escritor italiano Doménico Starnone. Eso dice la ciencia. Starnone repite en varias entrevsitas: “No soy Ferrante”.
El diario “Corriere della Sera” también participó de la polémica al publicar un artículo en el que el académico Marco Santagata informaba los resultados de su  investigación sobre el tema. Según Santagata, Elena Ferrante es Marcella Marmo, una profesora universitaria napolitana que respondió al acoso mediático con buen humor pero negando una y otra vez ser la autora de la saga “Dos amigas”.
















Se dice de mí

Muchos de los que quieren saber quién es Elena Ferrante han leído la saga “Dos amigas” en clave autobiográfica. Para ellos, Ferrante es Lenù, la narradora. Por eso mismo, la imaginan napolitana, con estudios en la Universidad de Pisa, licenciada en Letras, escritora.
Hay quien asegura que Ferrante habría vivido un tiempo en Grecia. Y que tiene hijos. Y que está separada. Y que vive sola. La mayoría coincide en que tiene más de 60 años. 
Es interesante reflexionar por qué para algunas personas es tan importante conocer esta información. Y preguntarnos de qué hablamos cuando hablamos de un autor. 
Quizás el mejor regalo que nos ha hecho Ferrante es ayudarnos a reconocer que la identidad también es una cuestión de acción. Somos lo que hacemos. Elena Ferrante es su obra. ¿Para qué buscar más allá? 



Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Número Cero - La Voz del Interior


lunes, 5 de marzo de 2018

La respiración cavernaria - Samanta Schweblin

Caja de resonancia



En la tapa: un cuarto, dos camas separadas por dos mesas de luz, una ventana, un ambiente azul que se posa sobre las cosas. En la cama de la derecha, tres cajas de cartón. En la cama de la izquierda, una mujer mayor, de espaldas, en camisón, en una de las posiciones que toman los cuerpos al dormir.

Lola quiere morir. No se trata de la tentación del suicidio. Quiere que la muerte llegue con paso propio. Es cansador estar de pie. La columna agobia. La respiración se descompasa y se vuelve un animal turbio. Cada mañana, la decepción de descubrir que ha vuelto a despertarse. 

Lola se enfoca en “aminorar su propia vida, reducir su espacio hasta eliminarlo por completo”. Sus acciones giran en torno a una lista. En ese papel ha escrito cinco frases: “Clasificarlo todo. Donar lo prescindible. Embalar lo importante. Concentrarse en la muerte. Si él se entromete, ignorarlo.”

Aquel a quien hay que ignorar es su esposo desde hace 57 años. El hombre con el que perdió un hijo, el desconocido con el que vive y al que mira con un fastidio insoportable. Un matrimonio desgastado, perforado por lo que cada uno espera del otro y por lo que no pueden darse.

Lola ya no sale a la calle. Ha pasado algo, en el supermercado, que la ha retirado para siempre de todo territorio que no sea el interior de la casa. Lo que sabe del mundo lo obtiene en la televisión o mirando por la ventana. Todo se vuelve amenazante, ominoso.

No es posible decir más sobre este libro extraordinario sin develar el callejón sin salida al que Schweblin nos lleva con maestría. Una vez más, la escritora argentina demuestra por qué su nombre representa lo mejor de nuestra literatura. Un estilo único, un dominio absoluto del lenguaje, la capacidad de crear imágenes, la destreza para construir paisajes opresivos.

La respiración cavernaria nació como un cuento largo incluido en el libro Siete casas vacías. Ahora, la editorial Páginas de Espuma publicó aquel cuento en un nuevo formato: el relato de Schweblin acompañado por las ilustraciones de la artista argentina Duna Rolando. 

Texto e imágenes dialogan de un modo perfecto. Hay un eco de objetos y voces que enriquece la historia. Las ilustraciones ofrecen fragmentos del cuerpo de Lola, postales de la cocina, del comedor, de los objetos cotidianos que cobran otro valor, otro peso, como parte de ese artefacto preciso que es La respiración cavernaria.

Los dibujos, las palabras, la casa y el cuerpo de Lola se convierten en una enorme caja de resonancia en la que aúllan la vejez, la soledad, el rencor, el miedo, la enfermedad, la demencia, el abandono, el estupor, las pérdidas y una inquietante zozobra.
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Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Número Cero (La Voz del interior) el 04/03/2018