Ernesto Sábato dicta una conferencia en Mendoza. Antonio Di Benedetto está
entre el público, escuchando. El orador afirma que no existe arte sin drama
humano. Di Benedetto sale de la charla decidido a refutar ese axioma, esa tesis
casi religiosa. Escribe el relato “El abandono y la pasividad” y se lo envía
por correo a Sábato. Desde Buenos Aires llega una respuesta breve: “La
excepción confirma la regla”.
Esta anécdota es contada por Martín Kohan en el prólogo de Declinación
y Ángel, un libro que incluye el cuento que le da título y aquel relato que Di
Benedetto envió a su colega.
En El abandono y la pasividad las cosas son las únicas protagonistas de
un relato que sacude y ayuda a abrir los ojos para ver esos ínfimos movimientos
en el mundo. La luz del sol, la puerta, la ropa, un vaso de agua, flores
artificiales, el despertador, una mosca, un mosquito, las larvas, una piedra,
un vidrio, la tinta, el viento Zonda, un papel.
Declinación y Ángel es una pequeña maravilla. El inicio del relato hace
pensar en un guión cinematográfico, un grupo de indicaciones de qué es lo que
se ve, una descripción del escenario. Hay algo allí que dialoga –quizás en la
construcción, quizás en los climas– con las novelas de Marguerite Duras. Ese
uso escueto pero increíblemente potente del lenguaje: cuando lo poco se
concentra y se vuelve preciso, certero. Si no hay palabras de más, cada una
cobra su peso exacto.
Una mujer, su pareja, un matrimonio, un plomero, un niño y un adolescente
construyen, con gestos cotidianos, una tragedia.
Antonio Di Benedetto nació en Mendoza en 1922. El 25 de marzo de 1976 fue
detenido por la dictadura militar. En 1977 pudo exiliarse en Francia, de dónde
regresó en 1983. Murió en Buenos Aires en 1986.
Declinación y Ángel fue
publicado originalmente en 1958.
Eugenia Almeida
Publicado originalmente en Ciudad X
Noviembre 2013