miércoles, 30 de octubre de 2013

Relatos de misterio





El mundo de los fantasmas destroza, con su sola aparición, la aparente solidez de nuestras coordenadas de tiempo y espacio, exponiendo que eso que suele darle estructura a nuestras vidas es una de las tantas ficciones que nos rodean. Las experiencias con lo misterioso parecen relacionarse con las fronteras. Y quizás la frontera más cotidiana que tiene el ser humano es la línea que divide el sueño de la vigilia. No es casual que en muchos de los cuentos de este libro esa frontera se desdibuje (a través del insomnio, las pesadillas o los sueños premonitorios).

Los escritores incluidos en esta antología son clásicos del género. Y si bien sabemos que una vida nunca se resume a un sólo hecho podríamos jugar y decir que estas historias fueron escritas por el hijo de una prostituta (Akinari); un conde polaco que se suicidó con una bala de plata limada por él mismo (Potocki); un hombre al que llamaban “El príncipe invisible”, admirado por Henry James y Dickens (Le Fanu); un ruso que alentó a Tolstoi a que escribiera pero luego se enemistó con él y le retiró la palabra por 17 años (Turguéniev); un protegido de Flaubert que murió en un  manicomio (Maupassant); el hijo de un sacerdote convertido en anticuario y medievalista (Rhodes James); una estadounidense que durante la Primera Guerra Mundial viajó en motocicleta por las líneas del frente  (Wharton); un galés que catalogaba libros raros en el Museo Británico y que luego trabajó como actor (Arthur Machen) y un inglés que fue granjero en Canadá, minero en Alaska y periodista en Nueva York (Blackwood).


Estos relatos parecen recordarnos que, a veces, lo que uno ha esperado con ansia, con zozobra, con miedo o con impaciencia, solo puede llegar bajo la forma del fantasma.



Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Septiembre 2013


lunes, 28 de octubre de 2013

Comentario de Emanuel Rodríguez sobre "La pieza del fondo"


La verdad está en los otros

Emanuel Rodríguez      La Voz del Interior     



En ningún momento de esta novela la narradora se detiene a meditar, por ejemplo, ni se demora en alguna clase de ensayo, ni recurre a los modos contemporáneos de combinación entre ficción y opinión o ficción y compromiso social: en La pieza del fondo la acción avanza a una velocidad acelerada por la cantidad de diálogos y por el uso constante de oraciones cortas y descripciones brevísimas, y por el despliegue de una serie de intensas historias entrelazadas. Y sin embargo la novela no deja de ser mucho más que un libro de ficción, y provoca la sensación de estar frente a un ejercicio meditado, una reflexión humanista sobre los vínculos, la empatía, la solidaridad y la crueldad. Un libro amable acerca de lo abominable, como si para hablar del abandono, Eugenia Almeida se hubiera propuesto construir un refugio, o como si para hablar de la soledad se hubiera puesto en mente la invención de la compañía.


La desaparición de un mendigo es el punto de partida de la novela. Una moza que solía regalarle comida comienza a buscarlo, mientras un policía habla con él en la comisaría, antes de que sea trasladado a una clínica psiquiátrica. A esa clínica llega Elena, quien completa el grupo de personajes principales, un triángulo cuyos lados parecen estar dibujados por la capacidad de entrega, la empatía y la posibilidad de hacer algo por los otros. Esa parece ser la cuestión principal en la literatura de Almeida: la ocasión de ayuda, el riesgo de romper el hábito egoísta.

En La pieza del fondo todo ocurre “del otro lado” de las cosas: “del otro lado del vidrio, del otro lado de la calle”, “del otro lado del mundo”. Los protagonistas sufren la tragedia de no conocer al otro y aprenden a acercarse. “Lo que me desvela es no reconocer”, dice Elena. Y más adelante, dos capítulos consecutivos terminan con estas afirmaciones: “El peor dolor es el que siente el otro” y “La verdad está en los otros”. Sobre esos pronunciamientos la novela precipita su sentido humanista y construye el punto de encuentro de las anécdotas, un punto de choque que marca al mismo tiempo la máxima proximidad entre las personas y el inicio de su distanciamiento, uno de esos relámpagos que iluminan un árbol y simultáneamente lo queman, como si pusieran a prueba la madera a la que alumbran.

domingo, 27 de octubre de 2013

Lo que dicen cuando callan / Alejandra Laurencich


El dolor de ya no ser


El último libro de Alejandra Laurencich ofrece una mirada descarnada sobre la irrupción de lo inquietante en la vida cotidiana.


Lo que dicen cuando callan es, en realidad, un libro que son tres. A la colección de cuentos que da título al volumen se agregan otras dos –Coronadas de gloria e Historias de mujeres oscuras– publicadas hace años y felizmente recuperadas en esta edición.

Es en uno de esos libros donde encontramos una cita que ilumina todos los cuentos. Dice Carl Sagan: “En nuestra oscuridad, en toda esa vastedad, no hay un indicio de que la ayuda llegará desde algún lugar para salvarnos de nosotros mismos.” Allí podría resumirse el espíritu de este trabajo: hay oscuridad, hay una vastedad imposible de nombrar, hay zozobra y aquello de lo que debemos salvarnos somos, paradójicamente, nosotros mismos.

En los cuentos aparece el miedo, la pobreza, la desprotección, las persecuciones, los reencuentros, las diferencias de clase, las adicciones, la desesperación y las frases hechas y prejuicios que sirven para mantenerse a salvo de un contacto verdadero con los otros. La infancia y sus preguntas inquietantes, la vejez como un territorio en el que uno empieza a ser olvidado, los escenarios de la cocina, los cafés, los hospitales, los viajes en colectivo. Y la música, desde Mozart a Molotov pasando por Sandro, Los Beatles, Schubert, Sui Generis y Discépolo.

Los sentimientos se abren en un abanico desbocado: el amor pero también la desesperación, la rabia, la crueldad, el egoísmo, lo que somos capaces de hacer al llegar al límite, la desconfianza, la sospecha. La visión no es amable ni tranquilizadora. Es real. Con todo lo que cabe en esa palabra. 

Hay una niña a punto de cumplir once años, alguien que espera una carta, una madre que imagina catástrofes, dos amigas que vuelven a encontrarse, una tormenta de viento que parece nacer en una sala velatoria, una mujer que trabaja sellando cajones, alguien que espera a su hijo en la terminal. Muchos de estos personajes son mujeres que toman decisiones no delineadas por lo esperado. Lo cotidiano detona recuerdos que irrumpen y redistribuyen los elementos convirtiendo el presente en una materia definida por el pasado. Un espejo donde mirar lo que uno fue, lo que deseaba ser y aquello en lo que cree haberse convertido. En muchos casos se asiste a los laberintos, vericuetos y asociaciones extrañas que suceden en las mentes de los personajes. Un monólogo interior infinito que puede ser una manía, una costumbre o una estrategia de supervivencia.

La autora maneja con pulso preciso los tiempos de cada relato. Elogiada por Alberto Manguel, Andrés Neuman y Elsa Drucaroff, entre otros, es evidente que Laurencich sabe contar. Y mientras cuenta va describiendo los pequeños gestos de los que están poblados nuestros diálogos. Posiblemente también sean esas descripciones las que permiten que la lectura se vuelva un estar en presencia, asistiendo a lo que se relata.


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Junio 2013

viernes, 25 de octubre de 2013

Librelibro. Comentario sobre "La pieza del fondo"



La pieza del fondo, es la segunda novela que publica esta escritora y docente cordobesa, nacida a principios de la década del 70, que sorprendió a propios y extraños con el primero de sus trabajos, la premiada El colectivo, una de mis preferidas a la hora de atender el pedido de “alguna novela sobre la dictadura” que anualmente renuevan las docentes de literatura. En esta oportunidad, la autora redobla la apuesta bajo el mismo recurso de interrumpir, sorpresiva y enigmáticamente una rutina, detonando de esta manera sencilla y efectiva, la trama de una novela distinguida.

Un hombre mayor que no puede valerse totalmente por sus propios medios, se halla “abandonado” en el banco de una plaza, en el que pasa abstraído, la mayor parte del día. Solo ha reparado en él, Sofía, la joven y explotada moza de un bar aledaño, que suele llevarle comida a escondidas y sentarse a su lado a charlar después del trabajo, aunque solo sea ella la que hable. El rito se perturba cuando el viejito desaparece, dando lugar a la presentación de una galería de disímiles personajes, quienes a su turno se van pasando el protagonismo unos a otros, como en una carrera de postas; Frías, un isleño viudo devenido en policía; el Director de una colonia Psiquiátrica; la Dra. recién llegada a la colonia, dueña a su pesar de una infancia convertida en triste leyenda; la hermana amputada de Sofía y algún empleado de sanidad con futuro de tragedia filiar. Todos ellos van urdiendo a partir de sus diálogos una historia única y radial, nacida a partir de aquella ausencia, como si después de haber trazado el círculo retiramos el compás, y solo queda la marca en el centro como evocación de una presencia que resultó determinante y sobre la que pivotean los personajes del libro, girando siempre alrededor de ese viejo ausente y anónimo, que también es el prójimo, el otro. Y es esta la temática que atraviesa todo el libro: de que manera nos relacionamos y que somos capaces de hacer por el otro, el desconocido, ese que espera al lado nuestro en una cola, el empleado que nos atiende en un organismo público o el que esta en la calle estirando la mano.

“Los otros, los que están siempre, ésos presentan batallas feroces. Después están las otras, las invisibles. Si ese hombre que pasa por la calle podría quererte. Si esa vieja que cruza la esquina podría arroparte como a una hija…En esas batallas viene todo el agobio de lo vivido, de lo tragado, las piedras que uno debió cargar. Batallas nuevas que no toleran estar ya definidas. Esas son las que valen. Las que permiten saber si alguien puede ser capaz de amarte. Los padres, los hijos, los hermanos, ésos ya aman u odian desde siempre. La verdad está en los otros.”

Respaldada en largos diálogos, estos parecen ser quienes soporten el peso de la novela, a partir del uso que cada personaje hace del lenguaje, dejando al narrador la palabra exacta y pulida, que se desgrana en frases cortas y despojadas, difuminando a veces los bordes entre prosa y poesía.

Un libro exquisito, de esos que empiezan, cuando uno los termina.



jueves, 24 de octubre de 2013

La fiebre del heno / Stanislaw Lem








Suicidios, desapariciones. Hombres que, sin razón aparente, enloquecen y mueren. Una investigación intenta explicar qué es lo que hace de esas muertes una serie. Un astronauta retirado, superado por las preguntas, consulta a un experto matemático. Una historia que detona una profunda reflexión sobre la casualidad.

Conocido mundialmente por sus trabajos de ciencia ficción, Stanislaw Lem propone en este libro, uno de los últimos que escribió, una vuelta de tuerca que lo acerca al policial.



Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X

Mayo 2013


lunes, 21 de octubre de 2013

Ojos azules / Toni Morrison






Toni Morrison fue la primera mujer negra en recibir el Premio Nobel. Era 1993. 25 años antes de que la Academia sueca reconociera su valor como escritora, ella publicaba su primera novela: Ojos azules. Según sus propias palabras “un relato terrible sobre cosas de las que una preferiría no saber nada”. Terrible y necesario.

La autora demuestra aquí la estrategia que profundizaría en cada uno de sus libros: destrozar eso que hoy llamamos “lo políticamente correcto”. Destruirlo, exponerlo, desnaturalizar los horrores aceptados. Y hacerlo a través del lenguaje, como una herramienta para reconocer el cuerpo y el choque del cuerpo sobre el mundo. No es un lenguaje amable. Pero está vivo. Y es verdadero.

La historia de Pecola, una niña negra en los Estados Unidos de la década del 40. Una historia que Morrison relata al ritmo de un músico de jazz improvisando. Como se dice casi al inicio del libro: “En realidad nada más habría que decir, salvo por qué. Pero, dado que el porqué es difícil de manejar, será mejor refugiarse en el cómo”. 



Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X

Mayo 2013




viernes, 18 de octubre de 2013

La Biblia según veinticinco escritores argentinos






Son muchos los que han leído la Biblia como una magnífica colección de relatos. Hay furia, crímenes, venganzas, violencia, crueldad extrema, envidia, robos, tortura, violaciones, incesto, suicidios, guerras, genocidios, racismo, ejecuciones públicas, filicidios y mucho más. En esta línea, Ángela Pradelli y Esther Cross invitaron a un grupo de escritores a releer y reescribir historias del Antiguo Testamento.

En los relatos (y en los poemas) aparecen personajes y escenarios de la Biblia pero la relectura va más allá y se anima, en algunos casos, a mostrar o mencionar a Fú Manchú, Conrad, Heidegger, Hitler, los nazis, la triple A, el peronismo, Guantánamo, el Chaco y Las Malvinas. 


El libro abre con una cita de Galeano que clava su espina en el eje que sostiene toda religión: cómo se interpreta lo que –en teoría– dijo Dios. Quizás allí esté lo más interesante de este libro: en el gesto de recorrer estas historias por fuera de la lectura institucionalizada (y fosilizada) que se ha hecho durante más de veinte siglos.  Releer, leer en otra dirección, siempre es un acto de libertad, más allá de los resultados.



Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Agosto 2013





miércoles, 16 de octubre de 2013

El último mundo burgués - Nadine Gordimer





Liz recibe un telegrama: Max, su ex marido y el padre de su hijo, se ha suicidado. Un niño en un internado, una abuela en un hospicio, la visita de un hombre que ha logrado escapar de la persecución, una mujer que se pregunta por la verdad y la belleza.

Esta breve novela, prohibida en Sudáfrica durante 10 años, fue publicada por primera vez en 1966.

Nadine Gordimer obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1991. Fuertemente comprometida con los derechos humanos en diferentes países del mundo, alguna vez dijo: “Creo que lo que hace un escritor es tratar de darle sentido a la vida. Es buscar una hebra de orden y de lógica en el desorden, y en el increíble desperdicio y el carácter maravillosamente disipado de la vida.”  

Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
2013


martes, 15 de octubre de 2013

Le nouvel observateur: comentario sobre la versión francesa de "La pieza del fondo"



«La Pièce du fond», d'Eugenia Almeida

 

L'auteur de «L'Autobus», roman étourdissant, un peu étouffant, qui mettait en scène des personnages fantasmagoriques au temps de la dictature argentine, revient avec un second ouvrage, «La Pièce du fond».



Les personnages d'Eugenia Almeida sont banals, noyés dans leurs petits et gros problèmes du quotidien : les altercations avec un chef autoritaire et rustre, la survie pendant le deuil... Ces destins n'ont qu'un point commun, mais symbolique : le maté. Il ravive le sourire, révèle des souvenirs, aide à la réflexion ; l'esprit des personnages s'évade grâce à son odeur, son goût, le bruit de l'eau qui coule sur les feuilles.
Mais bientôt, un élément va permettre à ces destins de se croiser. Un homme silencieux, mystérieux et apparemment sans le sou élit domicile sur la place du village. Son étrangeté attirera une petite serveuse qui lui apportera, dans le dos de son patron, des plats cuisinés. Mais son côté plus ténébreux intriguera aussi deux policiers.
Et c'est à l'intérieur d'un hôpital psychiatrique qu'il les conduira. Là, les personnages semblent sortir d'eux-mêmes et on ne sait plus vraiment qui doit être enfermé et qui doit être libéré. L'ambiance est lourde, épaisse ; le récit lent. Peu de rebondissements dans ce texte mais un dynamisme apporté par les caractères singuliers des personnages.


Jennifer Richaud
Septiembre de 2010

 

http://bibliobs.nouvelobs.com/romans/20100910.BIB5212/la-piece-du-fond-d-039-eugenia-almeida.html 

 

 

sábado, 12 de octubre de 2013

II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (1937). Ponencias, documentos, testimonios







En 1937, cientos de escritores se reunían en diversas ciudades –Barcelona, Valencia, Madrid y París– para dejar constancia de su firme oposición a todo régimen fascista. Eran de la partida, entre otros, André Malraux, Louis Aragon, Thomas Mann, Hemingway, Antonio Machado, Selma Lagerloff, Rafael Alberti, Virginia Woolf, Nasim Ikmet, Pablo Neruda, César Vallejo, Tristán Tzara y Raúl González Tuñón.

Un testimonio exhaustivo de uno de los momentos históricos ineludibles a la hora de debatir la relación entre arte y compromiso político. Entre las ponencias y documentos, es especialmente valioso el artículo de Bertolt Brecht y su lúcido análisis del nazismo. Entre los testimonios, el relato de Neruda sobre la visita a la que había sido su casa en París, acompañado por Miguel Hernández. Ante el gesto del amigo –conseguir una camioneta para buscar los libros que habían quedado allí–, la negativa rotunda del poeta chileno, decidido a no llevarse nada al comprender que una etapa de su vida se cerraba. 


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Marzo 2013




miércoles, 9 de octubre de 2013

Romulus, mi padre / Raimond Gaita







Tiene 13 años. Ha nacido en Yugoslavia pero su idioma es el rumano. Su padre ha muerto, su madre está ausente, vive con sus abuelos y soporta la violencia física de su tío. Un día decide escapar. Consigue trabajo como aprendiz de herrero. Durante tres años trabaja desde la una de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Como no recibe salario, en su tiempo libre teje canastas para conseguir algo de dinero.

A los 17 viaja a Alemania. Acaba de comenzar la Segunda Guerra Mundial. Es reclutado en un batallón de extranjeros. A los 22 conoce a Christine, con quien vive un noviazgo clandestino. Un año después de terminada la guerra nace su hijo. Debe caminar más de 80 kilómetros para conseguir leche. Decide llevar su familia a Australia. Justo antes de partir, una adivina le tira las cartas. Le dice que hará un viaje largo, que perderá a su mujer y que vendrán muchos sufrimientos. Todo eso será cierto.

Romulus Gaita deberá enfrentar la traición, la tormentosa relación con su esposa, la precaria vida de un inmigrante, el suicidio de seres queridos, la extrema pobreza, la locura propia y ajena, las internaciones psiquiátricas, los niños que la burocracia impide adoptar, los accidentes en moto, los engaños, el descubrimiento de la maldad y el efecto letal de esa revelación.

Pero en esa vida también habrá amistades conmovedoras. Un grupo de amigos que, finalmente, funciona como una extrañísima familia.

Raimond Gaita cuenta la historia de su padre, un hombre único en esfuerzo, tozudez, honestidad y lealtad. Un viejo que reanima abejas acostándolas sobre la mesa y acercándoles la luz de una lámpara. Un hombre que lleva a sus dos perros al autocine y comparte con ellos la película.


A través de esa historia, Premio Nettie Palmer de no ficción, Gaita habla de la voluntad, el afecto y la increíble capacidad de rehacerse y seguir adelante. A lo largo del relato aparecen una y otra vez pequeñas reflexiones sobre la experiencia humana que evidencian la formación filosófica del autor.


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Junio de 2013

domingo, 6 de octubre de 2013

Crímenes y jardines / Pablo De Santis


Naturaleza sangre


En 2007 Pablo De Santis recibió el Premio Planeta-Casamérica por “El enigma de París”. Seis años después llega “Crímenes y jardines”, una novela que retoma algunos de aquellos personajes. 


Ya desde la cita inicial, De Santis nos convoca a un misterio: Cobham Brewer explica el origen de la rosa como símbolo del silencio. Y de eso se trata esta historia. De silencios, símbolos, secretos, venganzas y pasiones.
“La historia de nuestra vida es la historia de nuestros miedos” dice Sigmundo Salvatrio, el miembro más joven del Círculo de los Doce Detectives. Han pasado cinco años desde los episodios relatados en “El enigma de París”. Craig, el maestro de Salvatrio, acaba de morir. El detective oscila entre el deseo de recibir su primer caso y la zozobra de preguntarse si se verá obligado a volver a la zapatería de su padre.
Tres días después del entierro de Craig, Salvatrio es contratado por Jerónimo Seguí, un poeta que trabaja como periodista. Debe encontrar a un anticuario que ha desaparecido. El cadáver se descubrirá muy pronto. Será el primero de una serie de crímenes que tiene como eje a cinco hombres divididos por dos concepciones diferentes del jardín ideal (la “edénica”, que da primacía a lo salvaje y a la expresión absoluta de la naturaleza y la de los “jardines de la Atlántida” donde lo central es el diseño humano).

Si bien esta novela tiene absoluta autonomía con respecto a la anterior (no es necesario leer “El enigma de París” para comprender “Crímenes y jardines”), De Santis retoma no sólo algunos personajes y parte de la historia sino también ciertos temas y estructuras. Para empezar: las cofradías masculinas. Un grupo de hombres unidos por una pasión en común a la que cada uno se acerca con una mirada particular. Luego, los libros y las referencias literarias: Rousseau, Thoreau, Virgilio, Bacon, Goethe, Nerval, Poe y Platón. Por último, los ejes sobre los que pivotea la obra del autor: las miniaturas, los enigmas, los laberintos, los códigos, el suicidio, los crímenes y los símbolos, ese mar subterráneo que atraviesa el mundo cotidiano dotándolo de otro sentido.

También reencontramos la permanente y delicada atención que De Santis pone en el lenguaje, como un científico atento no tanto a lo que se dice sino al modo en que se elige hacerlo. Un investigador que sabe que cada elección lingüística revela un universo.


La historia fluye y el argumento cumple sobradamente con las reglas del género de enigma pero lo que sobresale es el talento del autor para, cada tres o cuatro páginas, insertar una frase que obliga a detener la lectura, a extender el tiempo de disfrute. Frases que luego quedarán por mucho tiempo en la memoria.


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Septiembre 2013



jueves, 3 de octubre de 2013

Leer juntos



Lectura y libertad (Francesco Chau)



El ritual de reunirse para relatar historias (reales o ficticias) ha sido constitutivo de nuestra especie. El relato se convierte en un modo de revivir o crear experiencias. Una forma de dejarse abordar por el mundo de los otros.

Olvidados de esta costumbre comunitaria,  actualmente solemos leer en silencio y en  soledad. Pero basta probar, una vez, qué pasa al leer en voz alta, qué pasa al oír una historia en la voz de otra persona, para recordar (o descubrir) que ahí hay algo más.Ante la propuesta de un taller, un grupo o un club de lectura, es inevitable recibir ciertas preguntas: ¿Qué es? ¿Qué hacen? Puede responderse con dos palabras: Leemos juntos.  Sin embargo (y no es de extrañar teniendo en cuenta que el signo de nuestra época parece ser “la utilidad” de las cosas), la pregunta más frecuente suele ser: ¿Para qué? La respuesta es precisa: Por placer.

En muchos de estos grupos se intenta romper con la idea de que uno va a obtener algo después de haber leído. Algo concreto, cuantificable, pasible de ser exhibido ante los demás. La propuesta de los grupos de lectura es experimentar, juntos (y ahí está la clave), lo que sucede durante la lectura. Romper, también, con la idea de que el abordaje comunitario de la literatura sólo puede ser aquel que propone la academia: el análisis, el desmembramiento, la investigación. En un grupo de lectura no se busca “trabajar sobre un texto”. Se trata, más bien, de que el texto nos trabaje (nos marque, nos ponga en duda, nos sostenga, nos provoque, nos macere). Se trata de ofrecernos a que el texto haga de nosotros aquello que suceda. Y de estar juntos mientras eso pasa. “Juntos” no significa que todos tengan que hablar, que todos tengan que decir algo. Por el contrario. “Juntos”, muchas veces, tiene la fuerte posibilidad de ser un silencio compartido.



Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Agosto 2012




martes, 1 de octubre de 2013

"Humo rojo" de Perla Suez. Premio Nacional de novela 2013






Excelente novela.

Aquí, una reseña publicada el año pasado en Ciudad X:

http://www.eugeniaalmeidablog.blogspot.com.ar/2013/08/humo-rojo-perla-suez.html


La noticia en Telam:

http://www.telam.com.ar/notas/201309/34746-perla-suez-ganadora-del-premio-nacional-de-novela-2013.html


También recibieron el Premio Nacional de Novela:


                               Jorge Consiglio por "Pequeñas intenciones"



y Olivero Coelho por "Un hombre llamado Lobo"