sábado, 20 de septiembre de 2014

Juego y distracción - James Salter







Un norteamericano de 34 años se instala en Francia, en un pequeño pueblo de provincia. Vive en la casa que le han prestado unos amigos. Hasta allí llegará Phillip Deane, un compatriota que ha dejado la universidad y que deambula en un estado de búsqueda y vagabundeo. Harán algunos viajes juntos, pequeños periplos por ciudades cercanas. Hasta que Deane conozca a Anne-Marie Costallat, una chica francesa de clase trabajadora. Vendrán entonces los hoteles; el sexo y sus altibajos; el deseo y el cansancio; el goce y el hastío; el miedo y el placer.

La novela es el relato de ese encuentro y, al mismo tiempo, el retrato de quien narra. El modo en que un tercero puede poner en palabras el amor ajeno. Allí van a mezclarse las cosas que se vieron, lo que se imaginó, lo que vino en sueños, lo que se supone, lo que se ha oído. Una historia –parece decir el narrador– se construye con muchas voces; un nido está hecho de infinitas hebras que vuelan por el aire. Así se relata un recuerdo: alguien que va recolectando datos, mojones, pequeños detalles, palabras, “vestigios del amor”.

James Salter nació en Nueva York en 1925. Durante doce años fue piloto de la Fuerza Aérea estadounidense. Conocido entre sus colegas como el «maestro de la frase perfecta», alguna vez dijo que se consideraba “alguien a quien le gusta frotar palabras en sus manos, sentirlas, y pensar que es realmente la mejor palabra”. Juego y distracción fue publicada originalmente en 1967.



Eugenia Almeida

Publicado originalmente en Ciudad X



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