Un ser complejo
Gustavo Roca: Cordobés, nacido en 1924. Hijo orgulloso de Deodoro, personaje clave de la Reforma Universitaria. Militante de izquierda, dirigente estudiantil. Abogado defensor de presos políticos. Un hombre difícil de definir. Es en torno a esa idea que el periodista Juan Cruz Taborda Varela construye La ley de la revolución, una “biografía política” que trae a la luz un personaje extrañamente olvidado.
Conocer a Roca permite conocer también ciertas ambigüedades de Córdoba. El abogado pertenecía a una familia de esa rancia burguesía local que sueña con ser aristocracia; apellidos supuestamente ilustres que históricamente se reparten poder y prebendas. Supo hacer un uso extraño de esa pertenencia: como herramienta para combatir el status quo. Es posible preguntarse si con esa actitud no colaboraba con la naturalización de injustos privilegios. La vieja cuestión de qué métodos para qué fines.
Roca tuvo un rol importante en momentos claves de la Historia argentina: el Cordobazo, el Viborazo, la masacre de Trelew, la liberación de presos políticos al asumir Cámpora, la última dictadura cívico-militar, el retorno de la democracia.No sólo fue abogado. Ofició de periodista, de mensajero, de activista. Mientras pudo, fue anfitrión de todo el que estuviera escapando. En su casa de Ongamira se refugiaron muchos de los que huían del Terror.
Obligado a exiliarse, desde el extranjero participó en la creación de la Comisión Argentina de Derechos Humanos, “la primera comisión de denuncia de los crímenes que cometía el Terrorismo de Estado”.
En 1983 regresó al país. En ese momento habló de algo que entonces fue desestimado y que, mucho tiempo después, mostró su espantosa realidad: las fosas comunes en el cementerio San Vicente. En Córdoba sufrió la indiferencia y la persecución. En los últimos años, se acercó a personajes oscuros; gente relacionada con aquellos sectores a los que siempre había combatido. Murió el día en que comenzaba el verano de 1991.
En La ley de la revolución aparecen los amigos de Roca dibujando un mapa cultural y político de la segunda mitad del siglo 20 en Latinoamérica: Yupanqui, El Che, Tosco, Atilio López, Noé Jitrik, Neruda, John William Cooke, Salvador Allende, Rafael Alberti, Cortázar, David Viñas, Daniel Moyano y Osvaldo Soriano, entre otros. Aunque es evidente la admiración que Taborda Varela siente por Roca, el autor deja en claro que “no hay una mirada unívoca”. Y que eso no se debe a la distinción entre amigos y enemigos sino a la complejidad de un personaje “cargado de matices y con una multiplicidad de vivencias que, a partir del relato de su propia vida, permite reconstruir medio siglo de la historia argentina y cordobesa.”
Eugenia Almeida
Publicado originalmente en Número Cero - La Voz del Interior
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