lunes, 21 de julio de 2014

El caballero inexistente - Ítalo Calvino







El ejército de Francia rodea las murallas de París, Carlomagno pasa revista a los paladines. Entre ellos, un caballero se niega a mostrar su rostro. Ante la exigencia del emperador, deberá explicitar la verdad: él no existe. Aunque su armadura vacía puede cumplir las órdenes que recibe, Agilulfo es sólo eso: la inexistencia rodeada –contenida– por el metal.

Pronto se encontrará con Gurdulú, el hombre que se equivoca y cree ser aquello que está ante sus ojos: pato, rana, árbol, pera, rey. Alguien que existe pero no lo sabe, contracara del caballero que “sabe que existe y en cambio no existe”. Una pareja particular que Carlomagno unirá al designar a Gurdulú escudero de Agilulfo.

Quien cuenta esta historia extraordinaria es Teodora, una religiosa de la Orden de San Columbano, que escribe cumpliendo una penitencia impuesta por su superiora. Y, a la par de su relato, va detallando los placeres, las dificultades y los imprevistos que habitan la escritura.

Un hermoso libro –lleno de humor e ironía– que habla del amor, las narraciones, la honra, la verdad, el apego a la mirada de los otros y la inexistencia. 

Ítalo Calvino nació en Cuba, donde sus padres trabajaban como botánicos. Dos años después la familia volvió a Italia. Al terminar la escuela, Calvino se inscribió en la Facultad de Agronomía pero, comenzada la Segunda Guerra Mundial, fue convocado por el Ejército de dónde desertó para unirse a los partisanos que combatían a Mussolini.

Luego vendría su trabajo como periodista, la carrera de Letras y su tesis sobre Joseph Conrad, su afiliación al Partido Comunista y su amistad con Cesare Pavese,  a quien siempre consideró su maestro y quien lo bautizó como “la ardilla de la pluma", por su “capacidad de saltar y sorprender”.



Eugenia Almeida


Publicado originalmente en Ciudad X






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