domingo, 5 de enero de 2020

El barquito chiquitito - Antonio Tabucchi




Arqueología familiar


En 1978 Antonio Tabucchi publicó su segunda novela. Aunque el autor se convirtió en uno de los escritores fundamentales de la literatura italiana, aquel libro permaneció inédito en español por casi cuarenta años. Ahora, finalmente, los lectores hispanohablantes podemos recorrer esos primeros pasos que dio Tabucchi antes de ser conocido mundialmente por Sostiene Pereira.

Leer las primeras obras de un autor consagrado suele tener el encanto de reconocer la semilla de lo que luego será un estilo. Ya está presente en El barquito chiquitito ese contar simulando no estar haciéndolo; ese ir dejando caer el relato como si fuera un descuido, una infidencia, un desvío involuntario. Un modo de escribir que tiene algo de ramificación infinita, una deriva que parece descontrolada y sin embargo narra, envuelve y convoca. De esas derivaciones, brota una historia.

La novela acompaña el periplo de Capitán Sesto en una suerte de arqueología familiar que le permita nombrarse plenamente a sí mismo. Tabucchi, en el prólogo, escribe una frase que quizás defina toda su obra: “la idea de que somos porque nos relatamos y de que él no podrá existir hasta que sea capaz de relatar su propia historia”.

Aquí hay fotos encontradas en un desván, una huida, una niña extraña, un tipógrafo venido de lejos, un embarazo y un casamiento. Cuatro hijos muertos a los pocos días de nacer y luego dos gemelos llamados Quinto y Sesto. Niños que apuestan los únicos juguetes que tienen: botones. Un padre agobiado por la ley de gravedad. Una sequía feroz, el arte de la rabdomancia y un joven que descubre estar “hecho para el agua”. La llegada de la electricidad al pueblo. Cartas de amor escritas desde la cárcel. La posguerra. Un niño que decide dejar de contestar y comenzar a ejercitarse  “secretamente en el silencio”. Un viejo que hace filosofía. Una mujer a la que llaman Rosa en homenaje a Rosa Luxemburgo. La persecución y la violencia política.  

La estructura de la novela juega con el ida y vuelta que hay entre el relato de la Historia con mayúsculas y el relato de las vidas singulares que le dan forma. Capitán Sesto cita fuentes históricas y luego hipotetiza e imagina para completar aquello que realmente le interesa: la historia familiar que lo precede.

Antonio Tabucchi murió en 2012. Su traductor al francés lo definió como una persona “tiernamente anarquista”, quizás una de las definiciones más perfectas de este italiano que se comprometió con un mundo donde la justicia y la belleza surgieran juntas. Alguna vez señaló: “Todos estamos un poco locos, habitados por voces, todos hablamos con nosotros mismos y hablamos en silencio, estamos acostumbrados a oír nuestra propia voz dentro de nosotros y muchas veces tenemos una memoria oral.”


Eugenia Almeida

Publicado originalmente en La Voz del Interior




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