domingo, 27 de octubre de 2013

Lo que dicen cuando callan / Alejandra Laurencich


El dolor de ya no ser


El último libro de Alejandra Laurencich ofrece una mirada descarnada sobre la irrupción de lo inquietante en la vida cotidiana.


Lo que dicen cuando callan es, en realidad, un libro que son tres. A la colección de cuentos que da título al volumen se agregan otras dos –Coronadas de gloria e Historias de mujeres oscuras– publicadas hace años y felizmente recuperadas en esta edición.

Es en uno de esos libros donde encontramos una cita que ilumina todos los cuentos. Dice Carl Sagan: “En nuestra oscuridad, en toda esa vastedad, no hay un indicio de que la ayuda llegará desde algún lugar para salvarnos de nosotros mismos.” Allí podría resumirse el espíritu de este trabajo: hay oscuridad, hay una vastedad imposible de nombrar, hay zozobra y aquello de lo que debemos salvarnos somos, paradójicamente, nosotros mismos.

En los cuentos aparece el miedo, la pobreza, la desprotección, las persecuciones, los reencuentros, las diferencias de clase, las adicciones, la desesperación y las frases hechas y prejuicios que sirven para mantenerse a salvo de un contacto verdadero con los otros. La infancia y sus preguntas inquietantes, la vejez como un territorio en el que uno empieza a ser olvidado, los escenarios de la cocina, los cafés, los hospitales, los viajes en colectivo. Y la música, desde Mozart a Molotov pasando por Sandro, Los Beatles, Schubert, Sui Generis y Discépolo.

Los sentimientos se abren en un abanico desbocado: el amor pero también la desesperación, la rabia, la crueldad, el egoísmo, lo que somos capaces de hacer al llegar al límite, la desconfianza, la sospecha. La visión no es amable ni tranquilizadora. Es real. Con todo lo que cabe en esa palabra. 

Hay una niña a punto de cumplir once años, alguien que espera una carta, una madre que imagina catástrofes, dos amigas que vuelven a encontrarse, una tormenta de viento que parece nacer en una sala velatoria, una mujer que trabaja sellando cajones, alguien que espera a su hijo en la terminal. Muchos de estos personajes son mujeres que toman decisiones no delineadas por lo esperado. Lo cotidiano detona recuerdos que irrumpen y redistribuyen los elementos convirtiendo el presente en una materia definida por el pasado. Un espejo donde mirar lo que uno fue, lo que deseaba ser y aquello en lo que cree haberse convertido. En muchos casos se asiste a los laberintos, vericuetos y asociaciones extrañas que suceden en las mentes de los personajes. Un monólogo interior infinito que puede ser una manía, una costumbre o una estrategia de supervivencia.

La autora maneja con pulso preciso los tiempos de cada relato. Elogiada por Alberto Manguel, Andrés Neuman y Elsa Drucaroff, entre otros, es evidente que Laurencich sabe contar. Y mientras cuenta va describiendo los pequeños gestos de los que están poblados nuestros diálogos. Posiblemente también sean esas descripciones las que permiten que la lectura se vuelva un estar en presencia, asistiendo a lo que se relata.


Eugenia Almeida
Publicado en Ciudad X
Junio 2013

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