Wernicke siempre deslumbra en sus libros.
Hay que decirlo.
La delicadeza y la potencia de su trabajo es única.
En Hay días, una hija quiere contarle algo a su madre. La sobremesa, una mirada, un tiempo detenido y una confidencia: en el jardín a veces aparece un pasadizo que lleva a otro lugar. El lugar del reencuentro, donde no hace frío y no hay peligro.
Una pequeña obra maestra que habla de las ausencias, aludiendo con sutileza a todo lo que trae eso que nos falta.
Un libro que nombra (y muestra) cosas difíciles de mensurar: aquello que hemos perdido y, sin embargo, sigue estando presente.
Eugenia Almeida
No hay comentarios:
Publicar un comentario