viernes, 5 de julio de 2013

Querido Inspector







Georges Simenon


Obras Completas – Tomo I


Eran los primeros meses de la democracia. Había una algarabía, un revuelo, una alegría de estar en la calle. Por esos días era habitual ver en los quioscos de revistas unos libros grandes, de tapa negra, letras doradas y un pequeño recuadro rojo en el centro. Hyspamérica lanzaba su colección “Grandes maestros del crimen y misterio” que editaría títulos de Conan Doyle, Agatha Christie, Chandler y Ruth Rendell, entre otros.

Treinta años después, si uno recorre las librerías de usados puede encontrar alguno de esos libros. Cuando se advierte esa típica tapa negra en alguna estantería, ya se sabe que uno ha encontrado algo bueno. La alegría es mayor si se trata de alguno de los libros que recopilan el trabajo de Georges Simenon.

Considerado uno de los referentes indiscutibles de las novelas de suspenso psicológico, la obra del escritor suele dividirse en dos grandes grupos: los “Simenon” son aquellas novelas más profundas y oscuras que se despliegan en diversos escenarios. Los “Maigret” son las historias protagonizadas por su personaje más famoso: Jules Maigret, inspector de la Policía Judicial francesa.

El Tomo I de las Obras Completas incluye tres títulos.

Las investigaciones de Maigret es una recopilación de nueve cuentos. Simenon es un especialista en los tiempos de la novela y estos relatos quizás no se extienden lo suficiente para poder valorar la maestría del autor. Sin embargo, ofrecen una pequeña muestra del carácter y el método de investigación de Maigret, ese hombre de impermeable que suele sentarse en los bares, cerca de una estufa, y piensa en el caso por resolver mientras vacía su pipa golpeándola contra el taco de sus zapatos. El que, desde su despacho, hace una pausa para pedir que le suban algo de la cervecería Dauphine y mientras espera deja que las frases que ha retenido su mente circulen sin ninguna traba, hagan su juego, decanten solas hasta revelarle aquello que ha estado buscando. Alguien capaz de comprender la complejidad de la especie humana y el peso de ciertas pasiones cuando no encuentran lo que esperaban. Maigret busca pensar como los otros, entrar en los temores, los deseos, las convenciones sociales y las creencias de aquellos a quienes debe interrogar. Conoce esos pequeños ambientes –familiares, laborales, afectivos– en los que la gente apenas tiene espacio y se ve asfixiada por relaciones que parecen no tener vía de escape o tenerla sólo en la tragedia.

Simenon tiene una increíble capacidad para crear climas. Bastan apenas unas páginas para sentirse dentro de esas tabernas, esos despachos, esas oficinas de la Policía Judicial en el Quai des Orfèvres, esas calles, esas habitaciones de pensión, ese departamento del Boulevard Richard-Lenoir.

El loco de Bergerac encuentra a Maigret herido por un disparo, confundido con un criminal por las autoridades locales y luego convaleciente en un hotel desde el cual logrará, con la ayuda de su esposa, desentrañar la raíz de tres ataques que han sufrido mujeres de la región. Con una aparente ingenuidad sin grietas y un tono irónico que avanza imperceptiblemente, Maigret logrará evidenciar los secretos que suelen ocultarse en una población pequeña.

En Maigret y el Liberty Bar el inspector ha sido enviado a la Costa Azul para investigar un asesinato. Un auto choca, dos mujeres bajan corriendo y escapan llevándose unas valijas. Son perseguidas y detenidas. Al registrar su casa, la policía descubre un cadáver enterrado en el jardín. El comisario comenzará una recorrida por las calles de Cannes y finalmente llegará al bar que da título a la novela. Un lugar en el que encontrará algunas respuestas y un ambiente diferente, el de “la casa donde nunca se habla del pasado”.

Eugenia Almeida


Publicado originalmente en Ciudad X el 27 de junio de 2013 




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